En un pintoresco pueblo rodeado de verdes colinas y campos de flores, vivían dos amigos inseparables: Zuri y Armando. Zuri era una niña creativa y amable, con cabello rizado y negro como la noche y unos ojos marrones que siempre brillaban con curiosidad. Armando, por su parte, era un chico amistoso y reflexivo, con cabello castaño lacio y ojos verdes que parecían reflejar la belleza de los prados que rodeaban su hogar.
Desde pequeños, Zuri y Armando compartían una conexión especial. Pasaban sus días explorando los campos llenos de flores, construyendo casas en los árboles y compartiendo secretos bajo el cielo azul. Su amistad era fuerte y genuina, y con el tiempo, se dieron cuenta de que lo que sentían el uno por el otro iba más allá de la simple amistad.
Una tarde de primavera, mientras el sol se ponía y pintaba el cielo de tonos anaranjados y rosados, Zuri y Armando decidieron hacer un picnic en su lugar favorito: un prado lleno de margaritas y amapolas. Sentados sobre una manta a cuadros, compartían risas y recuerdos de sus aventuras.
- ¿Recuerdas cuando construimos esa cabaña en el árbol y pensábamos que era un castillo? – preguntó Zuri con una sonrisa nostálgica.
- ¡Claro que sí! – respondió Armando, riendo. – Fue nuestra primera gran obra maestra.
Después de un rato, el silencio se instaló entre ellos, pero no era un silencio incómodo, sino uno lleno de comprensión y conexión. Zuri miró a Armando a los ojos y, con un tono suave, dijo:
- Armando, creo que lo que sentimos el uno por el otro es algo muy especial. No es solo amistad, es algo más profundo.
Armando asintió, tomando la mano de Zuri entre las suyas.
- También lo creo, Zuri. Me haces sentir completo y feliz de una manera que nadie más puede.
Así, bajo el cielo estrellado, Zuri y Armando se confesaron su amor, prometiéndose siempre estar el uno para el otro, apoyarse y cuidarse sin importar las circunstancias. Su relación se fortaleció aún más, y juntos enfrentaron los desafíos de la vida con la certeza de que su amor era verdadero y eterno.
Los días pasaron y los años volaron. Zuri y Armando crecieron, pero su amor permaneció tan fuerte como el primer día. Sus familias y amigos veían con admiración cómo su relación florecía y se convertía en un ejemplo de amor y compromiso.
Un día, mientras paseaban por el bosque cercano, encontraron un viejo libro enterrado bajo las raíces de un árbol. Era un libro de leyendas y cuentos antiguos, lleno de historias de amor, valentía y aventura. Intrigados, decidieron llevárselo a casa para leerlo juntos.
Esa noche, sentados junto a la chimenea, comenzaron a leer el libro. Una de las historias capturó su atención de inmediato. Hablaba de un prado mágico donde las flores florecían eternamente y donde los enamorados podían sellar su amor con un pacto sagrado. Decidieron que debían encontrar ese prado y hacer su propio pacto.
Siguiendo las pistas del libro, Zuri y Armando emprendieron un viaje a través de colinas y valles, enfrentando desafíos y descubriendo lugares maravillosos. Su amor y su determinación los guiaron, y finalmente, después de muchos días de viaje, encontraron el prado mágico.
El lugar era aún más hermoso de lo que habían imaginado. Las flores brillaban con colores vibrantes y el aire estaba lleno de un aroma dulce y embriagador. En el centro del prado, una piedra antigua tenía grabadas palabras en un idioma antiguo. Con la ayuda del libro, Zuri y Armando descifraron el mensaje y se dieron cuenta de que debían hacer una promesa sincera y pura.
Tomados de la mano, se miraron a los ojos y con el corazón lleno de amor, pronunciaron sus votos.
- Prometo amarte y respetarte siempre, ser tu apoyo en los momentos difíciles y celebrar juntos los momentos felices – dijo Zuri, con la voz llena de emoción.
- Prometo cuidarte y protegerte, ser tu compañero en todas las aventuras y nunca dejar de amarte – respondió Armando, con los ojos brillando de amor.
Al terminar sus votos, un suave brillo envolvió el prado y las flores parecieron inclinarse hacia ellos, como si el propio lugar bendijera su amor. Zuri y Armando sintieron una paz profunda y una conexión aún más fuerte.
Regresaron a su pueblo, sabiendo que habían sellado su amor de una manera única y especial. La vida continuó y enfrentaron juntos los retos y alegrías, siempre recordando el día en el prado mágico.
Con el tiempo, Zuri y Armando compartieron la historia de su viaje y del prado mágico con sus hijos y nietos, enseñándoles el valor del amor verdadero y la importancia de la honestidad y el compromiso. Su amor se convirtió en una leyenda en el pueblo, inspirando a generaciones a creer en el poder del amor y a buscar siempre la verdad en sus corazones.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.