Cuentos de Amor

El amor único en el jardín

Lectura para 6 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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Había una vez un pequeño ratón llamado Mario y un sapo llamado Julio. Aunque eran muy diferentes, eran los mejores amigos y vivían juntos en una acogedora casita al borde del bosque. Mario, el ratón, era de color marrón con grandes orejas redondas y una nariz rosada. Siempre vestía un pequeño chaleco azul. Julio, el sapo, era verde, con grandes ojos y una sonrisa siempre alegre, y usaba una pequeña pajarita roja.

Un día, mientras estaban en el jardín disfrutando del sol, Julio se dio cuenta de que sentía algo especial por Mario. No era solo amistad, era algo más profundo, algo que le hacía sentir mariposas en el estómago cada vez que veía a Mario. Decidió que era momento de confesarle sus sentimientos.

«Mario,» dijo Julio con un nerviosismo palpable en su voz, «hay algo que quiero decirte.»

«¿Qué pasa, Julio?» preguntó Mario con curiosidad, deteniéndose de recolectar semillas para escuchar a su amigo.

«Bueno… es que… me he dado cuenta de que estoy enamorado de ti,» confesó Julio con un suspiro de alivio al finalmente sacar esas palabras.

Mario se quedó en silencio por un momento, sorprendido pero luego una sonrisa se extendió por su cara. «Julio, yo también siento lo mismo por ti,» dijo Mario, «pero no sabía cómo decírtelo.»

Llenos de felicidad, decidieron que querían pasar el resto de sus vidas juntos. Así que, planearon una pequeña boda en el jardín, invitando a sus amigos los pájaros, hormigas, abejas y mosquitos. El jardín se llenó de colores y alegría para celebrar el amor de Mario y Julio. Los pájaros cantaron dulces melodías, las abejas trajeron miel para todos y las hormigas organizaron una fila perfecta para el desfile nupcial.

El día de la boda fue perfecto. Bajo un arco de flores, Mario y Julio se prometieron amor eterno. Todos los invitados aplaudieron y celebraron mientras los novios daban su primer beso como pareja casada.

Pasaron los años, y su amor solo crecía más fuerte. Un día, mientras caminaban por el jardín, encontraron un pequeño huevo. Decidieron cuidarlo y protegerlo, y pronto, el huevo se abrió revelando a un pequeño sapito al que llamaron Rasapito. Rasapito tenía la piel verde y suave de Julio, pero los ojos chispeantes y curiosos de Mario.

La familia vivió felizmente en su casita al borde del bosque, disfrutando de cada día juntos. Mario y Julio le enseñaron a Rasapito todo sobre el jardín, cómo recolectar semillas, cómo saltar entre las hojas y cómo hacer amigos con todos los insectos y animales que vivían allí.

Rasapito creció rodeado de amor y risas, aprendiendo el valor de la amistad y la importancia de cuidar a los demás. Cada noche, antes de dormir, Mario y Julio le contaban historias de sus aventuras y de cómo se habían enamorado. Rasapito siempre sonreía y se dormía con una sensación de seguridad y felicidad.

Un día, Rasapito encontró una pequeña rana que parecía perdida en el jardín. Con la misma bondad que le habían enseñado sus padres, la ayudó a encontrar su camino. La pequeña rana, llamada Lila, se convirtió en una amiga cercana de Rasapito, y juntos continuaron la tradición de amor y amistad que Mario y Julio habían comenzado.

Así, en el jardín lleno de flores y cantos de pájaros, la familia vivió feliz por siempre, recordándonos que el amor verdadero y la amistad pueden superar cualquier diferencia y crear un hogar lleno de felicidad y risas.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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