Cuentos de Amor

El Cumpleaños Más Especial

Lectura para 11 años

Tiempo de lectura: 5 minutos

Español

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Había una vez, en un pequeño pueblo rodeado de montañas y campos llenos de flores, dos amigos muy especiales llamados Jesús y Yaiza. Desde que eran pequeños, habían compartido cada aventura y cada sueño. Yaiza siempre tenía una sonrisa radiante, y Jesús, con su amabilidad, hacía que todos se sintieran felices a su alrededor. La vida en el pueblo era tranquila, pero para ellos, cada día era una nueva oportunidad para vivir momentos inolvidables.

El día del cumpleaños de Jesús se acercaba, y Yaiza quería hacer algo muy especial para su amigo. No solo porque era su cumpleaños, sino porque quería demostrarle cuánto significaba para ella. Jesús no era solo su mejor amigo, sino alguien con quien compartía una conexión muy profunda, aunque ninguno de los dos se lo había dicho directamente.

Yaiza pasó semanas pensando en qué hacer. Quería que el regalo de cumpleaños de Jesús fuera único, algo que reflejara todos los momentos que habían vivido juntos. Mientras caminaba por el campo una tarde, se le ocurrió una idea: le escribiría un cuento, un cuento de amor y amistad, algo que contara la historia de cómo habían crecido juntos, y lo leería bajo el gran árbol donde siempre se reunían.

Finalmente, llegó el día del cumpleaños de Jesús. El sol brillaba en el cielo y una suave brisa movía las flores que decoraban el campo. Yaiza estaba nerviosa, pero también emocionada. Había preparado un pastel con velas y llevaba consigo el cuento que había escrito con tanto cariño. Sabía que este regalo era más que palabras en papel; era una forma de decirle a Jesús lo que sentía por él.

Se encontraron bajo el gran árbol de flores rosas, el mismo árbol que había sido testigo de tantas risas y juegos cuando eran niños. Jesús llegó con su sonrisa de siempre, pero al ver a Yaiza esperando con un pastel y una expresión que mezclaba nerviosismo y emoción, supo que este cumpleaños sería diferente.

—¡Feliz cumpleaños, Jesús! —exclamó Yaiza con una sonrisa cálida—. Hoy quiero regalarte algo muy especial. Es un cuento, pero no es cualquier cuento. Es nuestra historia.

Jesús, sorprendido, se sentó junto a Yaiza bajo el árbol, con curiosidad y alegría brillando en sus ojos. Mientras el viento susurraba entre las hojas, Yaiza comenzó a leer:

«Había una vez dos amigos inseparables, que vivían en un pequeño pueblo rodeado de montañas y campos llenos de flores. Uno de ellos era un niño llamado Jesús, con una sonrisa que podía iluminar hasta el día más gris, y la otra era una niña llamada Yaiza, que siempre encontraba la forma de hacer que cada día fuera una aventura. Desde que se conocieron, supieron que tenían algo especial. Pasaron los años, y con cada cumpleaños, su amistad se hizo más fuerte. Pero lo que ninguno de los dos sabía es que lo que sentían el uno por el otro era más que amistad, era amor, un amor que crecía cada día con cada risa compartida, con cada mirada cómplice bajo su árbol favorito.»

Jesús la miraba en silencio mientras Yaiza leía, su corazón latiendo más rápido con cada palabra. El cuento hablaba de ellos, de todos los momentos que habían vivido juntos, pero también hablaba de algo más, de un sentimiento que siempre había estado ahí, pero que nunca había sido expresado.

Yaiza continuó:

«Un día, la niña decidió que no podía esperar más para decirle al niño lo que sentía. Sabía que el amor que compartían no era algo que pudiera esconderse para siempre. Así que, en el día más especial de todos, el día en que celebraban el cumpleaños del niño, ella decidió regalarle algo más que un cuento. Decidió regalarle su corazón.»

Las palabras flotaron en el aire, y por un momento, el mundo pareció detenerse. Jesús miraba a Yaiza, su mente llena de recuerdos de todos los momentos que habían pasado juntos. Sabía que lo que sentía por ella era lo mismo que Yaiza acababa de describir en el cuento, pero nunca había encontrado el valor para decirlo.

Con una sonrisa suave y los ojos llenos de gratitud, Jesús tomó la mano de Yaiza.

—Este es el mejor regalo que alguien me ha dado —dijo Jesús en voz baja—. Y lo más increíble es que siento lo mismo. Siempre he sabido que lo nuestro era más que amistad, pero no sabía cómo decirlo.

Yaiza, sorprendida y feliz al mismo tiempo, sintió que su corazón se llenaba de alegría. El miedo que había sentido al escribir ese cuento desapareció en un instante. Sabía que, pase lo que pase, todo estaría bien porque ambos compartían el mismo sentimiento.

Juntos, bajo el gran árbol de flores rosas, celebraron no solo el cumpleaños de Jesús, sino el comienzo de una nueva etapa en sus vidas. Ese día no solo fue el cumpleaños de Jesús, sino el día en que se dieron cuenta de que el amor que compartían era algo único, algo que los acompañaría para siempre.

Mientras el sol se ocultaba lentamente en el horizonte, Yaiza y Jesús sabían que, aunque el día había terminado, su historia apenas comenzaba. Y así, con el viento soplando suavemente entre las ramas del árbol, se prometieron que siempre estarían el uno para el otro, sin importar lo que el futuro les trajera.

Fin

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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