En el reino de Evergreen, donde los árboles tocaban el cielo y las flores susurraban secretos al viento, vivía una princesa llamada Rossi. Su cabello dorado brillaba como el sol del mediodía y su corazón era tan puro como las aguas cristalinas del lago del castillo. A pesar de vivir en la opulencia, Rossi anhelaba aventuras que trascendieran los altos muros de su hogar.
Más allá de esos muros, en los bosques que rodeaban el reino, deambulaba Yeiren, un joven vagabundo con ojos tan profundos como la noche y una sonrisa que desarmaba cualquier desconfianza. Sin un centavo en el bolsillo pero con una riqueza inmensa en historias y canciones, Yeiren encontraba su hogar bajo las estrellas.
Un día, mientras Rossi exploraba los límites del bosque, guiada por la curiosidad y el deseo de descubrir lo desconocido, se encontró con Yeiren. Fue un encuentro fortuito bajo la sombra de un roble centenario. Rossi, escondida tras una máscara de simples ropajes, se presentó como una dama de la corte en lugar de revelar su verdadera identidad.
Yeiren, con su habitual amabilidad, le ofreció compartir su humilde comida. Entre bocado y bocado, los cuentos de Yeiren sobre los lugares que había visitado y las maravillas que había visto encendieron en Rossi un fuego de asombro y emoción. A medida que el sol se ponía, Rossi se dio cuenta de que había encontrado no solo un amigo, sino un alma gemela en aquel joven aventurero.
Día tras día, Rossi encontraba excusas para visitar el bosque, siempre a escondidas de sus padres y del consejo real. Con cada encuentro, el lazo entre ella y Yeiren se fortalecía, tejido con risas compartidas y sueños susurrados.
Sin embargo, el secreto de Rossi no podía permanecer oculto para siempre. Una tarde, mientras ambos observaban el atardecer, un grupo de guardias del reino, en una búsqueda rutinaria, los descubrió. Ante ellos, Rossi ya no pudo ocultar su identidad y reveló ser la princesa del reino de Evergreen.
Yeiren, sorprendido pero inquebrantable, aseguró que su afecto por Rossi era verdadero, independientemente de su título o riqueza. Los guardias, testigos de un amor tan puro y sincero, decidieron mantener el secreto y permitieron que la princesa decidiera cómo proceder.
Con el corazón lleno de amor y coraje, Rossi enfrentó a sus padres y les habló de Yeiren, de su bondad y de cómo él había llenado su mundo de alegría y aventura. Después de muchas conversaciones y encuentros, los padres de Rossi vieron en Yeiren no solo al vagabundo que creían, sino a un joven valiente y noble de corazón.
Finalmente, con la bendición de su familia y del reino, Rossi y Yeiren celebraron su unión en una ceremonia donde el verde del bosque y el dorado de la corona real se entrelazaron como símbolo de su amor. Evergreen no solo ganó un nuevo príncipe, sino también un nuevo espíritu, uno que recordaba a todos la importancia de la aventura y la sinceridad del corazón.
Rossi y Yeiren pasaron sus días explorando juntos nuevos rincones del mundo, llevando consigo siempre el encanto de su primer encuentro bajo el roble centenario. Y así, en un reino donde la naturaleza y el amor coexistían en armonía, la princesa y el vagabundo encontraron en cada rincón del bosque y en cada mirada compartida, un hogar eterno lleno de amor y aventura.
Esta es la historia de Rossi y Yeiren, una narración que nos recuerda que el amor verdadero no conoce de títulos ni de riquezas, sino que florece en la aceptación y la admiración mutua de las almas.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.