Había una vez, en un mundo donde los sentimientos caminaban como personas, un gigante llamado Amor. Amor era un ser bondadoso y gigante, con un rostro cálido y amable, que vestía una túnica roja y fluida. Viajaba por todo el mundo, llevando alegría y felicidad a todos los rincones. Dondequiera que iba, las flores florecían más hermosas, los cielos se volvían más azules y las risas resonaban con más fuerza.
Un día, mientras Amor caminaba por un verde prado bajo un cielo despejado, comenzó a notar algo extraño. Con cada paso que daba, sentía que su estatura disminuía un poco. Preocupado, decidió sentarse a la orilla de un río para reflexionar. Mientras estaba allí, escuchó un llanto suave y desconsolado que provenía de un rincón del prado. Amor se levantó y siguió el sonido, encontrando a un joven sentado en el suelo, con la cabeza entre las manos, sollozando.
«Joven, ¿qué te sucede? ¿Por qué te lamentas?» preguntó Amor, con su voz profunda y reconfortante.
El joven levantó la mirada, con lágrimas corriendo por sus mejillas, y miró al gigante. «No te reconozco, ¿quién eres?» preguntó con voz temblorosa.
«Yo soy Amor,» respondió el gigante con una sonrisa gentil. «¿No sabes de mí?»
El joven miró a Amor de arriba a abajo y, aún sollozando, dijo: «Amor, ayúdame. Quiero ser feliz nuevamente. El Odio me ha quitado la capacidad de ser feliz y solo siento tristeza y amargura.»
Amor se inclinó hacia el joven y colocó una mano reconfortante sobre su hombro. «Para volver a ser feliz, debes sacar de tu corazón toda raíz de egoísmo y amargura que Odio ha dejado en ti.»
El joven asintió lentamente, comprendiendo las palabras de Amor. Con determinación, cerró los ojos y comenzó a concentrarse en su interior. Visualizó cómo retiraba poco a poco cada pequeña raíz de egoísmo y cada sombra de amargura que habían echado raíces en su corazón. Mientras lo hacía, empezó a sentir una calidez que se extendía desde su pecho hasta todo su cuerpo.
Amor observaba atentamente, y a medida que el joven liberaba su corazón de la negatividad, Amor comenzó a crecer nuevamente. Su estatura aumentaba con cada gesto de bondad y cada pensamiento positivo del joven. Pronto, Amor volvió a ser el gigante que solía ser, irradiando luz y calidez.
El joven abrió los ojos y una sonrisa apareció en su rostro por primera vez en mucho tiempo. «Amor, lo he hecho. Me siento más ligero y feliz.»
«Lo has logrado, joven,» dijo Amor con una gran sonrisa. «Has sacado a Odio de tu corazón, y ahora la felicidad puede florecer en ti nuevamente.»
En ese momento, una sombra oscura que había estado acechando a la distancia comenzó a retroceder. Era Odio, una figura oscura y amenazante, que se desvanecía ante la fuerza del amor y la felicidad recién encontrada del joven. Odio se alejó tanto que ya ni se veía, huyendo a lo lejos.
El joven se levantó, sintiéndose renovado y lleno de energía. «Gracias, Amor. Gracias por mostrarme el camino para ser feliz nuevamente.»
«Recuerda siempre, joven,» dijo Amor, «que el amor es la fuerza más poderosa del mundo. Nunca dejes que el odio y la amargura vuelvan a tomar lugar en tu corazón.»
El joven prometió recordar siempre esas palabras y vivir con amor y bondad en su corazón. Caminó de regreso a su pueblo, llevando consigo la calidez y la luz de Amor. Compartió su historia con todos, enseñándoles cómo el amor podía vencer cualquier oscuridad y traer felicidad a sus vidas.
Con el tiempo, el joven se convirtió en un hombre sabio y querido por todos en el pueblo. Su corazón, lleno de amor, inspiraba a otros a vivir con bondad y a deshacerse de cualquier rastro de odio. El pueblo prosperó y se convirtió en un lugar de paz y felicidad, donde todos vivían en armonía.
Amor continuó viajando por el mundo, ayudando a quienes lo necesitaban y enseñando la importancia de vivir con un corazón lleno de amor. A dondequiera que iba, dejaba una estela de felicidad y esperanza, y la leyenda del gigante Amor y el joven que recuperó su felicidad se convirtió en una historia que se contaba de generación en generación.
Y así, en un mundo donde los sentimientos podían caminar como personas, Amor demostró ser la fuerza más grande de todas, capaz de vencer cualquier oscuridad y traer luz y alegría a los corazones de todos.
Fin.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.