Cuentos de Amor

El Mundo Mágico de Ivanna y su Papá

Lectura para 2 años

Tiempo de lectura: 4 minutos

Español

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En un pequeño pueblo rodeado de colinas y ríos cristalinos, vivía una niña llamada Ivanna. Ivanna tenía los ojos azules como el cielo de verano y cabello rubio que brillaba con el sol. Su risa era como música para todos los que la conocían. Más que nada en el mundo, Ivanna amaba pasar tiempo al aire libre, explorando el vasto y verde parque cerca de su casa.

Su papá, José Luis, era su mejor compañero de aventuras. José Luis era alto, con pelo negro y una barba que picaba un poco cuando daba besos de buenas noches. Siempre llevaba sus anteojos, que Ivanna decía que lo hacían ver como un superhéroe de libros, el Capitán Sabio.

Cada mañana, Ivanna se despertaba emocionada, porque cada día con su papá era una nueva aventura. Podría ser una expedición al bosque detrás de su casa, donde buscaban tesoros escondidos bajo piedras y hojas, o un día de pesca en el río, donde los peces resplandecían bajo el agua como pequeñas estrellas fugaces.

—¿Qué aventura tendremos hoy, papi? —preguntaba Ivanna cada día al despertar.

—Hoy vamos a buscar la Flor del Sol, una flor muy especial que solo florece una vez al año, ¡justo hoy! —respondía José Luis con entusiasmo, preparando sus mochilas para otro día lleno de descubrimientos.

Se dirigían al parque, donde el sol dorado se esparcía por el césped como un manto de luz. Ivanna corría adelante, con José Luis detrás, llevando una pequeña red para mariposas y un frasco para la Flor del Sol.

—¡Mira, papi! —exclamaba Ivanna, señalando hacia las mariposas que danzaban en el aire como pequeños duendes de colores.

José Luis sonreía y ayudaba a Ivanna a seguir las mariposas, enseñándole cómo moverse suavemente para no asustarlas. Juntos, se movían por el parque, riendo y jugando, hasta que, cerca de un viejo roble, encontraban la Flor del Sol.

—Es tan hermosa como tú, Ivanna —decía José Luis, mientras Ivanna examinaba la flor con cuidado, sus ojos azules reflejando su color dorado.

Después de un día lleno de juegos y descubrimientos, volvían a casa con las manos llenas de tesoros: piedras brillantes, conchas del río y, por supuesto, la Flor del Sol, que tomaba su lugar en un jarrón en la ventana, bajo la luz del atardecer.

—Papi, ¿el amor es como la Flor del Sol? —preguntaba Ivanna mientras miraban la flor bajo la última luz del día.

—Sí, mi niña. El amor es raro y precioso, y florece cada día entre tú y yo. Y al igual que cuidamos de esta flor, cuidamos nuestro amor, para que crezca fuerte y brillante —respondía José Luis, dándole un beso en la frente.

Así, día tras día, Ivanna aprendía sobre el mundo, guiada por el amor y la sabiduría de su papá. Con cada aventura, su mundo se llenaba más de maravillas y su corazón de amor. Y en su pequeño pueblo, bajo el vasto cielo azul, Ivanna y José Luis compartían el regalo más precioso: su tiempo juntos, tejiendo recuerdos que durarían toda la vida.

Y así, en el mundo mágico de Ivanna y su papá, cada día era un tesoro, cada risa una canción, y cada abrazo un recordatorio de que, en el vasto y maravilloso mundo, lo más importante siempre sería el amor.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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