Cuentos de Amor

El Primer Amor de Santiago y Daniela

Lectura para 11 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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Santiago caminaba por las calles de la ciudad con una sensación extraña en el pecho. No era nerviosismo, ni ansiedad, pero algo en el aire lo hacía sentirse diferente. El día estaba soleado, las nubes dibujaban formas suaves en el cielo y el parque estaba lleno de colores brillantes. Era un día perfecto para lo que iba a suceder.

Desde hacía semanas, Santiago había estado hablando con Daniela, una chica que conoció en su escuela. Ambos compartían muchas cosas en común, desde su amor por los libros hasta su pasión por el cine. Habían charlado durante horas en línea, pero nunca se habían visto en persona. Por fin, después de muchas semanas de conversaciones virtuales, había llegado el momento de encontrarse.

Santiago había sugerido un lugar sencillo: una heladería en el parque. No quería algo demasiado formal, solo un lugar tranquilo para hablar y disfrutar de un helado. Al llegar, vio a Daniela frente a la heladería. Ella llevaba un vestido ligero de color azul claro y una sonrisa que iluminaba su rostro. Sus ojos brillaban con una calidez que Santiago no había imaginado posible. En ese instante, supo que algo especial iba a ocurrir.

«Hola, Daniela», dijo Santiago, acercándose con una sonrisa tímida.

«¡Hola, Santiago!» respondió ella, su voz suave y melodiosa. «¿Estás listo para probar los mejores helados de la ciudad?»

Ambos rieron y entraron a la heladería. La variedad de sabores era impresionante, pero lo que más llamó la atención de Santiago fue la forma en que Daniela se decidía por los sabores. Ella parecía estar disfrutando cada momento, eligiendo con calma, mientras él la miraba con admiración.

Finalmente, ambos se sentaron en un banco del parque con sus helados en mano. El sol brillaba cálidamente y el murmullo de los árboles creaba un ambiente relajante. Empezaron a hablar, como si nunca hubiera pasado el tiempo. Compartieron historias de su infancia, sus sueños, y las pequeñas cosas que los hacían reír. Daniela le contó a Santiago sobre su amor por las películas de aventura, y Santiago le habló de su pasión por escribir cuentos.

Era como si todo en el mundo hubiera desaparecido y solo quedaran ellos dos en ese banco, disfrutando de su primer encuentro. Cada palabra, cada risa, parecía construir una conexión más fuerte entre ellos. No necesitaban hacer nada más. Estaban disfrutando el momento, el simple hecho de estar juntos.

El helado, que al principio parecía ser solo un acompañante para su conversación, se convirtió en una pequeña excusa para seguir hablando. A medida que compartían risas y complicidades, el mundo parecía volverse más brillante, más alegre. Cada vez que Santiago miraba a Daniela, veía más de lo que había soñado: una chica amable, inteligente, llena de vida y alegría. Él sentía que su corazón latía un poco más rápido.

Después de un rato, cuando el sol empezaba a esconderse detrás de las colinas, Daniela miró a Santiago y le sonrió con dulzura. «¿Sabes? Me alegra mucho que hayamos hecho esto. No pensaba que fuera a ser tan especial.»

Santiago la miró fijamente, sintiendo una calidez que solo se encuentra cuando estás con alguien especial. «Yo también», dijo, con la voz un poco más baja, como si no quisiera que el momento terminara. «Es como si todo hubiera encajado perfectamente.»

Pasaron la tarde caminando por el parque, charlando sobre todo y nada, como si el tiempo no existiera. A medida que la conversación fluía, ambos sabían que algo había comenzado, algo importante. No era solo una cita. Era el inicio de algo más grande, algo que apenas estaban empezando a comprender.

A medida que la noche caía, los dos se detuvieron frente al lago del parque, donde las luces de la ciudad se reflejaban suavemente en el agua. Santiago miró a Daniela, quien sonreía con una tranquilidad que lo hacía sentir en paz.

«¿Te gustaría hacer esto más seguido?» preguntó él, su corazón latiendo con esperanza.

«Claro», respondió Daniela, su voz llena de emoción. «Este es solo el comienzo, Santiago.»

Y así, con una sonrisa compartida y la promesa de más momentos juntos, comenzó una historia de amor que, aunque apenas comenzaba, ya se sentía como si hubiera existido desde siempre.

A veces, el primer amor llega de manera inesperada, pero siempre de la forma más perfecta. Y para Santiago y Daniela, ese primer encuentro en la heladería, con helados y risas compartidas, sería el inicio de una hermosa historia que continuarían escribiendo juntos.

El amor, en su forma más pura y sencilla, puede comenzar con un pequeño gesto, como compartir un helado en un día soleado. A veces, no necesitamos palabras grandiosas ni momentos complicados. Lo único que realmente importa es la conexión sincera entre dos personas que, al encontrarse, saben que han encontrado algo especial. Y para Santiago y Daniela, ese día en el parque marcó el comienzo de un amor que crecería con cada risa, cada conversación, y cada pequeño gesto compartido.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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