El Vuelo de Regreso

En una pequeña ciudad, donde las calles aún conservaban el eco de antiguas historias y los atardeceres teñían el cielo de colores imposibles, vivían Mina y Chaeyoung, dos almas entrelazadas por el destino y un amor tan profundo que desafiaba las distancias y las circunstancias.

Mina, de origen japonés, había llegado a Corea en busca de nuevos horizontes para su carrera artística. Con su cabello largo y oscuro que caía en ondas suaves sobre sus hombros, y una sonrisa que iluminaba cada rincón sombrío, capturó el corazón de Chaeyoung desde el momento en que se encontraron.

Chaeyoung, por su parte, era una joven coreana con un espíritu libre y soñador. Su cabello corto y su estilo casual reflejaban su personalidad sencilla y directa. Desde pequeña, se había sentido atraída por las artes y la música, lo que la llevó a cruzarse en el camino de Mina en una exposición de arte local.

Desde ese día, su conexión fue instantánea. Compartían risas, sueños y, sobre todo, un amor inquebrantable. Durante tres años, vivieron innumerables aventuras, desde ver atardeceres hasta celebrar su amor en cada pequeño detalle de la vida cotidiana. Todo era perfecto, hasta que un giro del destino puso a prueba su amor.

Mina recibió una oferta para estudiar en una prestigiosa academia de arte en Japón. Era la oportunidad de su vida, pero implicaba dejar Corea y a Chaeyoung por unos meses. La noche antes de su partida, Mina y Chaeyoung se encontraron en el aeropuerto, sumidas en un abrazo lleno de promesas y lágrimas.

«Te prometo que volveré, mi amor,» susurró Mina, sellando su promesa con un dulce beso. «Son solamente unos meses…»

Chaeyoung, con el corazón encogido por el temor a la separación, apenas logró articular una respuesta entre sollozos. «P-Prométeme que volverás, Minari…»

«Obvio que lo haré, Chaeng. Eres mi vida entera. Regresaré a Corea cuando pueda. Nuestra relación de tres años fue mi salvación. Eres la persona más importante para mí, nunca te podría dejar ir,» dijo Mina, con lágrimas brotando de sus ojos.

En ese momento de dolorosa despedida, el amor que se profesaban era el único faro en la tormenta de incertidumbre. «Te amo, Myoui Mina,» dijo Chaeyoung, con una voz quebrada pero llena de amor.

«Y yo a ti, Son Chaeyoung,» respondió Mina, con los ojos cristalizados por la emoción.

El vuelo de Mina se anunció, marcando el inicio de una nueva etapa en sus vidas. Con un último abrazo, se prometieron amor eterno, sellando su despedida con la esperanza de un pronto reencuentro.

Los meses que siguieron fueron un torbellino de emociones para ambas. Mina se sumergió en sus estudios, pero cada trazo que plasmaba en el lienzo llevaba impreso el rostro de Chaeyoung. Chaeyoung, por su parte, encontró consuelo en la música, componiendo canciones que narraban su amor y la espera por el regreso de Mina.

A pesar de la distancia, su amor no solo sobrevivió, sino que se fortaleció. Las llamadas nocturnas y los mensajes constantes mantenían viva la llama de su amor, recordándoles que lo que compartían era indestructible.