Cuentos de Amor

Entre el Amor y la Decepción: Un Corazón Herido

Lectura para 11 años

Tiempo de lectura: 4 minutos

Español

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En un pequeño pueblo japonés, rodeado de cerezos en flor y montañas majestuosas, vivían cinco amigos: Yumiko, Ryoichi, Seiji, Ryuu y Akane. Todos compartían una fuerte amistad que había florecido desde la infancia. Essos días, el pueblo se preparaba para el festival de la primavera, un evento lleno de risas, danzas y la hermosa celebración del amor.

Yumiko era una niña dulce y soñadora, siempre con un libro bajo el brazo y una sonrisa en el rostro. Soñaba con el amor verdadero, ese que leían en las páginas de sus novelas favoritas. Ryoichi, por otro lado, era un chico valiente y un poco travieso, siempre tratando de hacer reír a sus amigos con sus ocurrencias. Seiji era el más tranquilo del grupo, que siempre encontraba la manera de unir a todos con sus consejos sensatos. Ryuu era el artista, pasaba horas dibujando y pintando los paisajes que rodeaban su hogar, mientras que Akane, su hermana menor, siempre estaba llena de energía y curiosidad. Ella adoraba seguir a sus amigos y aprender de sus aventuras.

En la víspera del festival, Yumiko sintió un cosquilleo en su corazón. Había algo en el aire que la hacía sentir que ese año sería especial. Mientras ayudaba a decorar las calles del pueblo con luces de colores y flores frescas, Yumiko no podía dejar de pensar en Ryoichi. Desde hacía un tiempo, algo en su corazón había empezado a cambiar. Ryoichi siempre había sido su mejor amigo, pero ahora lo miraba de una manera diferente. Las risas, las bromas y los momentos compartidos eran más significativos, y su sonrisa le hacía sentir mariposas en el estómago. Pero había un problema: Yumiko temía que sus sentimientos no fueran correspondidos.

Al día siguiente, mientras el pueblo se llenaba de alegría y color por el festival, Yumiko decidió que debía hablar con Ryoichi. Sin embargo, sus nervios la traicionaban. La música resonaba en el aire, y las luces brillaban intensamente, creando un ambiente mágico. Seiji, al darse cuenta de que Yumiko estaba preocupada, se acercó a ella.

—¿Qué sucede, Yumiko? Te veo un poco distante —preguntó Seiji, con su voz calmada.

—Es que… —Yumiko suspiró profundamente—. Me gusta Ryoichi, pero no sé si debo decírselo. Tengo miedo de arruinar nuestra amistad.

Seiji sonrió comprensivamente. —A veces, hay que arriesgarse por lo que se siente. Puede que Ryoichi también tenga sentimientos similares y no lo sepas. Lo importante es ser sincera contigo misma.

Yumiko agradeció las palabras de Seiji, sintiendo que había un poco más de valentía en su corazón. Mientras tanto, Ryoichi estaba en un rincón cercano, charlando con Akane sobre sus planes para el festival.

—¡Quiero ganar el concurso de bailarines! —exclamó Ryoichi, con emoción.

—Pero no puedes hacerlo solo, necesitas un compañero —replicó Akane, traviesa.

—Quizá podría invitar a Yumiko a bailar —dijo, como si se le hubiera iluminado una bombilla en la cabeza.

Ese fue el momento que Yumiko necesitaba escuchar. Con un leve sonrojo en sus mejillas, decidió reunirse con él para invitarlo a bailar después de los fuegos artificiales.

El festival avanzaba y la música iba llenando cada rincón del lugar. Los globos de colores flotaban en el aire, y las risas de los niños llenaban el ambiente. Ryoichi, emocionado, se acercó a Yumiko.

—¡Yumiko! ¡Tienes que ver este espectáculo de fuegos artificiales! Serán increíbles —dijo con una amplia sonrisa.

—Claro, Ryoichi. Estaré allí —respondió Yumiko con un brillo de entusiasmo en sus ojos.

Mientras los fuegos estallaban en el cielo, haciendo un hermoso collage de colores, Yumiko se acercó a Ryoichi.

—Ryoichi —comenzó, sintiendo que su corazón latía con fuerza—, ¿te gustaría bailar conmigo después de los fuegos artificiales?

Los ojos de Ryoichi se iluminaron de alegría. —¡Me encantaría!

El momento que ambos estaban esperando finalmente llegó. Después de que los fuegos artificiales terminaron, se tomaron de las manos y se dirigieron a la pista de baile. La música suave fluyó alrededor de ellos mientras los demás se unían al baile. Yumiko, temblando de nervios pero emocionada, observó a Ryoichi mientras ellos giraban y reían.

Sin embargo, en medio de la alegría, una figura familiar se acercó. Era Ryuu, con su cuaderno de bocetos bajo el brazo. Aunque lo amaba como amigo, Yumiko sintió una punzada de preocupación por lo que pudiera suceder. Ryuu, siempre el artista sensible, notó la conexión especial entre Yumiko y Ryoichi.

—¿Este es un momento especial? —preguntó Ryuu, con una mirada pensativa en el rostro. Ambas manos se habían convertido en un trazo de preocupación. Yumiko se sonrojó, mientras Ryoichi fruncía levemente el ceño.

—Es solo un baile, Ryuu, —respondió Yumiko intentando ocultar sus sentimientos—. Solo disfrutamos del festival, eso es todo.

Antes de que Ryuu pudiera responder, Akane se unió a ellos vitoreando —¡Vamos, todos a bailar! ¡Estoy lista para el concurso!

La atmósfera se volvió más ligera, y todos se unieron en la música y las risas. Retribuyendo un último esfuerzo para disfrutar el momento, Ryoichi tomó la mano de Yumiko y la atrajo hacia él. Pero una pequeña sombra de duda se posó en su corazón: ¿qué pasaría si Yumiko no se sentía de la misma manera que él?

Esa noche, mientras el pueblo celebraba, Yumiko se acercó a Ryoichi al final de la pista. —Ryoichi, tengo que hablar contigo. He estado pensando mucho en nosotros.

—¿En nosotros? —preguntó él, visiblemente intrigado.

—Sí, creo que… —Yumiko dudó por un momento, pero al ver la sinceridad en los ojos de Ryoichi, tomó aire y continuó—. Creo que me gustas más de lo que debería… Me asusta, pero no puedo evitarlo.

Para su sorpresa, Ryoichi sonrió con complicidad. —¡Qué alivio! Yo también siento lo mismo, pero pensé que quizás no lo harías por ser amigos. Tenía miedo de decirlo.

El alivio recorrió a Yumiko, y sonrieron uno al otro, pensando que este era el comienzo de algo hermoso entre ellos. Pero justo cuando el momento se sentía perfecto, Ryuu interrumpió.

—Simplemente quería asegurarme de que se sintieran cómodos. No quiero que lo que haya entre nosotros cambie.

Yumiko y Ryoichi se miraron con un aprecio renovado hacia su amigo. De repente, todo parecía más claro. No había necesidad de dejar que el amor hiciera que sus amistades se desvanecieran.

Los días siguientes estuvieron llenos de risas, juegos y amistades, pero había un sutil cambio en el aire. Yumiko y Ryoichi comenzaron a salir un poco más, a compartir momentos especiales juntos. Sin embargo, no todo era tan perfecto como parecía. Akane, entusiasmada por el nuevo romance, empezó a jugar a ser cupido, mientras Seiji intentaba mantener el equilibrio entre todos ellos. Pero esto pronto se convirtió en un desafío.

Una mañana, Ryuu, sintiéndose un poco desplazado por la situación, decidió que era mejor tomar un descanso y alejarse un poco del grupo. Después de todo, había notado cómo Yumiko y Ryoichi se acercaban cada vez más, y eso comenzaba a herir sus sentimientos. La amistad que había sido tan cercana parecía estar cambiando con el nuevo amor.

Sin que nadie lo notara, Ryuu pasó horas dibujando escenas hermosas, pero tristes. Su pincel y su lápiz eran sus únicos acompañantes en ese momento. Un día, mientras todos se reunían en la plaza, se dio cuenta de que necesitaba hablar sobre lo que estaba sintiendo.

—Chicos, tengo que decir algo —dijo finalmente, pasando un dedo nervioso por su lápiz—. Me siento un poco fuera de lugar en todo esto. Sé que deberíamos ser felices por ustedes, pero no puedo evitar sentirme un poco herido.

Yumiko lo miró, sintiendo una brecha en su corazón. —Lo siento, Ryuu. Nunca quise que te sintieras así. Eres mi amigo, y siempre lo serás. Nunca quiero que me veas como un enemigo por estar feliz.

Ryoichi agregó: —Lo mismo digo, Ryuu. Esto no debería separarnos, al contrario. Necesitamos hablar y mantenernos cercanos como siempre.

A partir de ese día, el grupo decidió tener una reunión semanal donde pudieran compartir sus sentimientos y mantener la amistad entre ellos. Hablar de lo que cada uno sentía se volvió un ritual, y aunque el amor entre Yumiko y Ryoichi florecía, los lazos entre amigos permanecían fuertes.

Con el tiempo, Yumiko aprendió que el amor no solo se trata de esos sentimientos especiales en el aire, sino también de cómo se apoyan y se cuidan mutuamente. Ryoichi se convirtió en su cómplice, pero no olvidaron a Ryuu ni a Seiji ni a Akane. Al contrario, en cada paseo y risa, cada aventura estaba llena del color de su amistad.

El festival de la primavera se convirtió en un símbolo de renovación y amor, no solo el amor romántico, sino el amor en todas sus formas. Yumiko se dio cuenta de que, aunque a veces las relaciones pueden cambiar, la verdadera amistad es capaz de resistir cualquier cosa. A medida que el tiempo pasaba, ella y Ryoichi continuaron disfrutando de su amor, mientras que Akane, Seiji y Ryuu aprendieron que siempre habría un lugar en su corazón para cada uno de ellos.

Y así, entre el amor y la alegría de la amistad, todos vivieron felices siempre, sabiendo que amar y cuidar a los demás realmente era lo que hacía que la vida fuera un viaje maravilloso. En su pequeño pueblo, entre cerezos en flor y risas, los corazones de Yumiko y Ryoichi brillaron, y la amistad de todos ellos se mantuvo intacta, como una estrella que siempre ilumina el camino de quienes la aprecian.

Al final, Yumiko comprendió que no hay nada más valioso que el amor, ya sea de amigos o de alguien especial. Y así, mientras los cerezos florecían cada primavera, sus corazones también lo hacían, floreciendo con nuevos sueños, risas y historias que contar.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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