Cuentos de Amor

Entre Ruedas y Colas de Amor la Cita Perfecta con un Toque de Amistad Canina

Lectura para 10 años

Tiempo de lectura: 5 minutos

Español

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Había una vez un niño llamado Alex, a quien le gustaba mucho andar en bicicleta de montaña. Vivía en un barrio rodeado de parques y senderos ideales para pasear en su bicicleta, sentir el viento en la cara y disfrutar del aire libre. Pero lo que hacía más especial la vida de Alex no solo era su pasión por las bicicletas, sino que también tenía cinco perritos muy cariñosos y diferentes entre sí. Tenía un beagle llamado Tito, dos labradores llamados Max y Luna, un perrito criollo llamado Chispita y un husky llamado Malone, que era su cachorro favorito. Cada día, después de la escuela, Alex salía a pasear con sus perritos y montaba en su bici por el parque cercano a su casa. Para él, sus perritos eran miembros de su familia y sus mejores amigos.

Un día, mientras paseaba por el parque con Malone, el husky que todavía no crecía mucho, Alex vio a una niña que nunca había visto antes. Ella estaba sentada en una banca, acariciando a una perrita delgada y elegante que se parecía mucho a un galgo. La niña tenía ojos verdes muy brillantes y un cabello castaño que caía suavemente por sus hombros. Alex se quedó mirándola un momento, sintiendo algo especial que nunca había sentido antes. La niña parecía muy tranquila y feliz con su perrita, y Alex sintió ganas de hablarle pero no estaba seguro de cómo hacerlo.

La niña se llamaba Denis, y también amaba mucho a los perritos. Su pequeña Ada, la perrita de ella, era su mejor compañía y siempre la ayudaba a sentirse mejor, especialmente en los días difíciles. Denis había tenido un día complicado en la oficina, donde empezaba un trabajo nuevo que le emocionaba, pero también la ponía un poco nerviosa y cansada. Sonreía cuando hablaba con Ada, y eso hizo que Alex se animara a acercarse, decidido a presentarse.

—Hola —dijo Alex con un poco de timidez—. Me llamo Alex, y este es Malone. ¿Cómo se llama tu perrita?

—Hola, Alex. Yo soy Denis, y esta es Ada —respondió la niña sonriendo—. Es un galgo, ¿verdad?

—Sí, es muy bonita —dijo Alex con una sonrisa.

Poco a poco comenzaron a platicar de sus perritos, de sus bicicletas y de lo mucho que les gustaba estar al aire libre. Cada uno contaba un montón de historias sobre sus aventuras con sus perros, como cuando Max, el labrador de Alex, se había metido en un charco enorme y había vuelto todo embarrado, o cuando Ada había corrido tan rápido que casi alcanzaba a una ardilla en el parque.

De esa conversación nació una amistad especial, y Alex empezó a sentir que quería conocer más a Denis. Pensaba en invitarla a salir, aunque sentía un poco de nervios porque nunca antes había estado con alguien que le gustara tanto. Quería que la primera cita fuera especial, divertida y al mismo tiempo tranquila, para que Denis pudiera relajarse después de su duro día.

Un día, después de la escuela, Alex decidió que era el momento. Quería invitar a Denis a cenar, pero no sería una cena cualquiera. Tenía una idea para hacer la cita divertida y diferente, y para eso decidió llevar consigo a Malone, su cachorro husky, porque sabía que los perros también podían ayudar a calmar los nervios y hacer todo más amigable. Le explicó a Denis que Malone era un perrito de soporte emocional y que ayudaría con las cosas serias y difíciles de la vida.

Llegó la noche de la cita y Alex estaba muy nervioso, aunque quiso parecer tranquilo. Se alistó bien, puso un moño rojo de corbata en Malone para que se viera elegante y saludó a sus otros perritos antes de irse. “Sé que me van a extrañar, pero así pondré ganas para contarles todo después,” pensó mientras cerraba la puerta.

Cuando llegó al departamento de Denis, tocó la puerta muy suavemente. Ella abrió y sonrió al ver a Alex con Malone. El perrito husky movía la cola feliz, parecía entender que esa noche sería especial para ambos.

—Hola, Alex —dijo Denis—. Es muy lindo Malone con su moño rojo.

—Gracias —respondió él, aún un poco nervioso—. Pensé que podría ayudar con el día difícil.

Los tres salieron a caminar bajo la luz de las farolas, entre árboles y hojas caídas que crujían bajo sus zapatos. El parque estaba tranquilo y fresco, y las luces de la ciudad brillaban a lo lejos. Alex y Denis conversaban mientras paseaban con sus perritos, y aunque Alex sentía mariposas en el estómago, logró disimularlo bien.

Después de caminar un rato, llegaron frente a un restaurante llamado «Butchers». Alex había elegido ese lugar porque había comido ahí con sus padres y le gustaba mucho el ambiente familiar y relajado. Entraron, se sentaron en una mesa cerca de una ventana grande y pidieron la cena. Denis pidió mac & cheese, porque era su comida favorita desde pequeña, y Alex un hot dog, que era también uno de sus platillos preferidos. Los dos se rieron al darse cuenta de que sus elecciones eran muy simples pero perfectas para ellos.

Mientras esperaban, Denis le contó a Alex cómo le había ido en la oficina. Le habló del cambio de trabajo, de lo difícil que había sido al principio y de lo mucho que quería crecer y aprender. Alex la escuchaba con atención, admirando su fuerza y determinación.

—Debe ser mucho trabajo, ¿verdad? —preguntó Alex con calma.

—Sí, a veces quisiera poder hacer todo más rápido —admitió ella—, pero sé que con tiempo y esfuerzo, todo mejora.

Alex sintió ganas de animarla más, así que le contó cómo le ayudaban sus perros cuando se sentía triste o cansado. Habló de Malone y de cómo ese cachorro no solo era divertido, sino que también parecía tener una manera especial de hacer sentir bien a todos los que lo rodeaban.

La comida llegó y mientras comían, siguieron hablando de cosas simples, como sus programas favoritos, las películas que les gustaban y las aventuras que querían tener con sus perritos. En un momento, Malone se paró sobre las patas traseras y apoyó las delanteras en la mesa, intentando alcanzar un trocito de mac & cheese que Denis encontró gracioso y le dio. Ada, la perrita de Denis, se quedó tranquila a su lado, mirando con esos ojos tan inteligentes.

Después de cenar, salieron del restaurante y decidieron pasear un poco más por el parque antes de despedirse. Caminando, Alex le contó a Denis que la primera vez que aprendió a andar en bici de montaña, había sido complicado, pero que con paciencia y práctica había logrado hacerlo sin caer. Le recordó que a veces en la vida pasa lo mismo: los comienzos pueden ser difíciles, pero con esfuerzo todo se consigue, y eso le hizo pensar que ella tampoco debía rendirse con sus nuevos retos en la oficina.

Denis sonrió y le dijo que le gustaba mucho cómo veía las cosas, con esperanza y valentía. Al despedirse, ambos sintieron que ese día no solo habían aprendido mucho uno del otro, sino que algo bonito había nacido entre ellos. No solo era amistad, tampoco solo un pequeño enamoramiento; era algo hecho de sinceridad, de compartir y de cariño por sus amigos de cuatro patas.

Alex volvió a casa contento y feliz, donde sus cinco perritos lo esperaban con entusiasmo para escuchar todos los detalles de la cita. Denis se quedó en su departamento sintiendo cómo el día complicado se había transformado en fortuna, gracias a un paseo, una cena sencilla y dos perros que unieron a dos niños con sueños y esperanzas.

Y así, entre ruedas y colas de amor, entre risas y miradas, Alex y Denis comenzaron a construir una amistad especial, que con el tiempo se llenaría de nuevas aventuras, de paseos en bicicleta, de juegos en el parque y de muchos momentos felices con Malone, Ada, y todos sus perritos.

Así aprendieron que el amor, la amistad y la compañía pueden llegar de muchas formas, incluso en una cita sencilla, acompañados por la alegría de los perros que enseñan que siempre es mejor compartir el camino con alguien que ama y entiende.

Y colorín colorado, esta hermosa historia entre ruedas y colas de amor ha terminado, dejando claro que el cariño y la amistad pueden ser la aventura más grande y hermosa de todas.

Espero que hayas disfrutado esta historia de Alex, Denis, Malone y sus amigos peludos, y que te haya recordado lo maravilloso que es compartir momentos especiales con quienes queremos, sean humanos o animales, porque el corazón siempre encuentra la manera de conectar y crecer.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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