Había una vez, en una ciudad tranquila y pintoresca, un hombre llamado J. Él era un hombre reservado y solitario, que había dejado de creer en el amor después de varias malas experiencias. Para él, esos sentimientos de amor y romance eran ilusiones que solo existían en los cuentos de hadas y películas. Su vida transcurría en una rutina monótona: trabajo, casa y ocasionales encuentros con amigos.
Un día, mientras tomaba café en su cafetería favorita, escuchó a un grupo de amigos hablando sobre una mujer llamada M. La describían como una persona increíblemente hermosa y amable. J, escéptico por naturaleza, no prestó mucha atención a la conversación. Sin embargo, las descripciones de M se quedaron grabadas en su mente, aunque no quiso admitirlo.
El tiempo pasó y J continuó con su vida cotidiana. Seguía sin creer en el amor, pero algo en él había cambiado ligeramente desde que escuchó hablar de M. Un día, mientras paseaba por el parque, vio a una mujer que encajaba perfectamente con la descripción de M. Era hermosa, con una sonrisa cálida y una presencia que irradiaba luz. J sintió una mezcla de admiración y nerviosismo.
Reuniendo el valor, J se acercó a ella y comenzaron a hablar. Descubrió que, además de ser hermosa, M era inteligente y tenía una personalidad encantadora. Cuanto más conversaban, más se sentía atraído por ella. M también pareció disfrutar de la conversación, lo que hizo que J se sintiera más confiado.
Después de varias charlas casuales, J decidió invitar a M a desayunar. Ella aceptó con una sonrisa, y esa mañana se encontraron en una acogedora cafetería. Platicaron durante horas, compartiendo historias, sueños y risas. J no podía creer lo afortunado que se sentía de estar en compañía de alguien tan especial. Con cada palabra, su atracción por M crecía.
El desayuno terminó y M tuvo que irse, pero ambos acordaron mantenerse en contacto. A partir de ese día, comenzaron a comunicarse con regularidad. Sus conversaciones eran cada vez más largas y profundas, y J se daba cuenta de que estaba enamorándose de M. Cada mensaje, cada llamada, hacía que su amor creciera más y más.
Finalmente, llegó el día en que M regresó a la ciudad y se encontraron de nuevo. Esta vez, pasaron más tiempo juntos, disfrutando de cada momento. No podían separarse y J sabía que estaba profundamente enamorado de ella. Decidió que era el momento de dar un paso más y le pidió que fuera su novia. Con el corazón latiendo aceleradamente, esperó su respuesta.
M sonrió y dijo que sí, aceptando ser su novia. J no podía creer su suerte y la felicidad que sentía. Los días pasaron y aunque M tuvo que regresar a su ciudad, no dejaron de comunicarse. Su amor era inmenso y fuerte, y J le prometió que se casarían algún día. Juntos, comenzaron a hacer planes para el futuro, soñando con una vida llena de amor y aventuras.
Y así, la historia de J y M continuó, un amor que nació en la incertidumbre y creció con cada conversación, cada risa y cada promesa. Una historia que aún tiene muchas páginas por escribir, con un futuro brillante por delante.
Esta historia nos enseña que el amor puede encontrarnos en los lugares más inesperados y que, aunque a veces dudemos de su existencia, siempre hay esperanza para aquellos que se atreven a abrir sus corazones. J y M demostraron que, con paciencia y comunicación, el amor verdadero puede florecer y durar para siempre.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.