Cuentos de Amor

La Historia de Amor que Floreció en Nuestro Jardín de Sueños

Lectura para 11 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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Diego y Diana eran dos amigos que vivían en un pequeño pueblo rodeado de montañas y llenos de hermosos paisajes. Desde que eran muy pequeños, habían pasado horas explorando la naturaleza, recogiendo flores y soñando con aventuras. Aunque siempre se habían sentido como hermanos, con el tiempo, Diego comenzó a notar algo dentro de él que no podía explicar. Su corazón latía más rápido cada vez que veía a Diana sonreír, y se dio cuenta de que sus sentimientos habían cambiado.

Diana, que siempre había sido una chica alegre y entusiasta, también comenzó a notar que su amigo había cambiado. Sus miradas se cruzaban de manera diferente y las risas que compartían parecían llevar consigo una chispa especial. Sin embargo, ninguno de los dos se atrevía a hablar sobre lo que sentían, por miedo a arruinar la hermosa amistad que habían construido.

Un día, mientras paseaban por su lugar favorito, un jardín mágico que habían descubierto en sus aventuras, se encontraron con un viejo pergamino escondido entre las raíces de un árbol. Curiosos, lo desdoblaron y empezaron a leerlo. En él se contaba la historia de un amor verdadero que florecía en el jardín, donde las flores hablaban y los árboles susurraban secretos. La leyenda aseguraba que quien encontrara el pergamino podría hacer un deseo, y si era un deseo puro, se haría realidad.

Diego miró a Diana, sus ojos brillaban con emoción. “¿Qué te gustaría desear?” preguntó. Diana, con una sonrisa tímida, respondió: “Me gustaría que siempre pudiéramos compartir nuestras aventuras y sueños”. Diego sintió que ese deseo encajaba perfectamente con lo que él también quería, pero decidió no revelarlo aún.

“¡Entonces lo deseamos juntos!” exclamó Diego, mientras ataban el pergamino a una hermosa flor dorada que crecía en el centro del jardín. Cuando la flor comenzó a brillar intensamente, ambos sintieron una oleada de energía a su alrededor. El jardín cobró vida: las flores giraron, los árboles hicieron crujidos y un suave viento sopló, trayendo consigo un aroma dulce y fresco.

De repente, salió un pequeño hada, que parecía radiante, con sus alas brillantes y su risa melodiosa. “¡Hola, jóvenes soñadores! Yo soy Lumina, la guardiana de este jardín. Vuestro deseo ha sido escuchado. A partir de ahora, recordaréis siempre la importancia de compartir vuestros sentimientos y sueños genuinos. ¡Felicidades!” Con un suave movimiento de su varita, Lumina les dio a cada uno un pequeño colgante en forma de corazón. “Este colgante les recordará el valor del amor y la amistad verdadera”.

Diego y Diana se miraron con asombro. “¿Qué significa esto?” preguntó Diana. “Significa que vuestros corazones estarán siempre conectados, no solo como amigos, sino también como algo más profundo si lo deseáis”. La hada sonrió y les dio una advertencia: “Recuerden que el amor crece cuando se alimenta con sinceridad y valentía”.

Emocionados, decidieron regresar al pueblo, sintiéndose más unidos que nunca. Desde ese día, todo cambió. Pasaban horas en el jardín, disfrutando del colorido paisaje, hablando sobre sus sueños y lo que deseaban para su futuro. Mientras las flores florecían, sus sentimientos también florecían.

Sin embargo, llegaron momentos de inseguridad. Diego a veces dudaba si debía confesar sus sentimientos y decía para sí mismo que debía esperar. Por su parte, Diana, aunque entusiasmada con su conexión especial, temía que sus sentimientos pudiera cambiar todo entre ellos. Así que, a pesar de la magia del colgante y las señales del jardín, seguían sin hablar abiertamente sobre lo que sentían.

Un día, mientras estaban en su lugar especial, una tormenta repentina apareció. Se refugiaron bajo un gran árbol, riendo y jugando con las gotas de lluvia que caían. En medio del caos, Diego, sintiendo que era su oportunidad, tomó la mano de Diana y le dijo: “Diana, hay algo que tengo que decirte”. Justo en ese momento, un rayo iluminó el cielo, y al verse a los ojos, ambos sintieron un impulso fuerte e irresistible. “Yo… te he estado viendo de una manera diferente… y creo que… me gustas mucho”.

Diana, con los ojos abiertos de par en par, sintió que su corazón se llenaba de alegría. “¿En serio, Diego? Yo también siento eso. Me he sentido así desde hace tiempo, pero tenía miedo de decirlo”.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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