Cuentos de Amor

La luna que iluminó dos corazones en la oscuridad del tiempo

Lectura para 11 años

Tiempo de lectura: 4 minutos

Español

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En un pequeño pueblo rodeado de montañas y bosques, había un lugar donde el tiempo parecía haberse detenido. En ese encantador rincón del mundo vivían dos jóvenes: Luna, una chica de cabellos brillantes como el sol y ojos que reflejaban la profundidad del cielo nocturno, y Matteo, un niño de espíritu libre, que siempre llevaba en su rostro una sonrisa contagiosa y una curiosidad infinita por el mundo que lo rodeaba.

Cada tarde, al caer el sol, Luna y Matteo se encontraban en un claro del bosque, un lugar mágico lleno de flores silvestres y el suave murmullo de un arroyo que corría alegremente. Allí compartían historias, sueños y secretos, construyendo una amistad que florecía como las estaciones del año. Sin embargo, había algo más en sus corazones, un pequeño susurro que les decía que su vínculo era especial y que había algo más allá de la amistad, aunque ninguno de los dos se atrevía a mencionarlo.

Un día, mientras exploraban una parte del bosque que nunca habían visitado, encontraron una cabaña antigua y misteriosa, cubierta de hiedra y flores. El lugar estaba deshabitado, pero en su interior había extraños objetos que parecían contar historias de tiempos pasados. Entre ellos, encontraron un viejo libro de cuentos, que, al abrirlo, desató un brillo mágico en la habitación.

«A veces, los cuentos tienen el poder de unir dos corazones,» decía un pequeño texto al inicio del libro. Curiosos, ambos comenzaron a leer las historias llenas de amor, valentía y magia. Mientras leían, el sol comenzaba a ponerse, pintando el cielo de colores cálidos. «¿Te imaginas vivir una de estas historias?», le preguntó Matteo a Luna, mientras se acomodaban en un rincón del suelo de la cabaña.

«Sería maravilloso, pero en el fondo sabemos que estas son solo historias,» respondió Luna, aunque su corazón latía con fuerza al imaginarlo. Fue en ese momento que decidieron que cada noche leerían un cuento y, al finalizar, compartirían un deseo.

Al día siguiente, cuando se reunieron para leer un nuevo cuento, Luna notó que Matteo parecía aún más emocionado de lo habitual. «He pensado en algo,» comenzó Matteo. «¿Y si tratamos de vivir una de estas historias? No tendría que ser exactamente como en el libro, pero podríamos hacer algo especial.»

Luna sonrió, embriagada por la idea. «¡Sí! ¿Qué historia deberíamos elegir? Podríamos ser los héroes de nuestra propia aventura.» Después de discutir muchas opciones, decidieron que iban a intentar “la historia de la luna y el sol”, donde, según el libro, los dos astros se enamoraron en un mundo lleno de sombras y luces.

Así comenzaron a planear su aventura. Cada noche, bajo la luz de la luna, Mateo proponía actividades relacionadas con su cuento. Una noche, compraron pintura y se dedicaron a decorar una gran roca en el bosque como si fuera su propio sol y luna. Otro día, decidieron hacer una pequeña fogata, donde se sentaron a contar historias con sombras danzantes, cuyo brillo competía con las estrellas.

Con cada aventura, Luna y Matteo sentían que algo en ellos crecía y florecía. Sin embargo, entre risas y juegos, el deseo se hacía cada vez más fuerte y los dos se daban cuenta de que subestimaban la conexión que estaban construyendo. La luna y el sol, los protagonistas de su cuento, estaban lejos de ser solo astros; se habían convertido en metáforas de ellos mismos.

Una tarde, mientras regresaban a casa, se encontraron con un anciano que vivía en una casa solitaria al borde del bosque. Su rostro arrugado estaba lleno de sabiduría y sus ojos, escondían años de historia. «¿Qué hacen tan lejos del pueblo, jóvenes?» les preguntó con una sonrisa amable.

Luna y Matteo compartieron con él su historia sobre cómo leían cuentos de amor y cómo habían decidido vivir su propia aventura. El anciano sonrió, comprendiendo la chispa en sus corazones. «Recuerden que el amor verdadero no siempre es fácil, pero es como un cuento: requiere valentía y un poco de magia», les dijo mientras les entregaba un pequeño amuleto en forma de estrella. «Guardad esto cerca de vosotros. Os servirá de guía en los momentos oscuros.»

Intrigados, guardaron el amuleto y continuaron con su juego de aventuras. A medida que las noches pasaban, los dos comenzaron a sentir un cambio en su corazón. La paz de la cabaña, el murmullo del arroyo y la danza de las estrellas les mostraban un camino que ni ellos habían imaginado.

Una noche, mientras compartían un momento bajo la luna, Lars, un amigo de Matteo que siempre se unía a sus lecciones, apareció inesperadamente. Lars era un chico extrovertido, lleno de energía, que llenaba su círculo de amigos con risas y travesuras. “¿Qué hacéis aquí a estas horas?” preguntó, con una mirada llena de curiosidad.

“Estamos viviendo una aventura“, respondió Matteo, tratando de explicar. Pero al ver la mirada de desconcierto en el rostro de Lars, se sintió un poco tenso. “Estamos leyendo cuentos de amor y nos gustaría vivir uno.”

Lars rió. “¿De verdad creéis en esas historias? ¡El amor es solo un concepto para los adultos!” Sin embargo, el sincero brillo en los ojos de Luna hizo que cambiara de opinión. “Pero, tal vez podría ser divertido intentar vivirlo, ¿no creen?”

Esa noche, Lars se unió a ellos en la cabaña. El ambicioso grupo decidió que debían escribir su propio cuento, una fusión de lo que habían aprendido en los relatos de amor y sus pensamientos. Mientras todos escribían, la magia del momento llenó el aire. Se sentían inspirados y, al finalizar, se dieron cuenta de que cada uno había plasmado un pequeño deseo en su historia.

Luna, por fin, confrontando sus sentimientos, escribió que deseaba conocer la verdadera magia del amor. Por su parte, Matteo deseaba tener el valor de compartir sus sentimientos con Luna. Lars, con su genialidad de siempre, propuso un final emocionante que uniera las tres historias en una única aventura en la que los tres amigos traspasarán los límites del amor, la amistad y la magia.

Cuando terminaron de dar vida a su cuento lleno de imaginación, los tres se sintieron satisfechos y una chispa de complicidad iluminó la habitación. Mientras leían en voz alta y se sumergían en su historia, la luna brillaba intensamente en el cielo, como si el mundo estuviera celebrando su unión.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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