Cuentos de Amor

La Princesa y el Campesino

Lectura para 11 años

Tiempo de lectura: 5 minutos

Español

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En el majestuoso reino de Arandelle, donde los valles verdes y los ríos cristalinos eran el hogar de innumerables criaturas mágicas, vivía la Princesa Rosita. Rosita era conocida en todo el reino no solo por su belleza radiante, con su cabello rubio que caía en cascada y sus ojos azules brillantes, sino también por su bondad y generosidad. La princesa pasaba sus días recorriendo los jardines del palacio, hablando con los animales y ayudando a los habitantes del reino.

El Rey Adam y la Reina Sofía eran los gobernantes justos y amados de Arandelle. Ellos habían enseñado a Rosita desde muy joven la importancia de ser una buena persona y cuidar de los demás. Sin embargo, también le habían inculcado el valor de las tradiciones y leyes que gobernaban el reino, las cuales mantenían un estricto orden social.

Un día, mientras exploraba los límites del palacio, Rosita se encontró con Jasper, un humilde campesino que trabajaba en los campos del reino. Jasper era conocido por todos por su gran corazón y su habilidad para hacer crecer las plantas más hermosas y nutritivas. Desde el primer momento en que sus ojos se encontraron, algo mágico ocurrió. Había una conexión inexplicable, una chispa que encendió un sentimiento nuevo y desconocido en ambos.

Rosita comenzó a encontrar excusas para visitar los campos con más frecuencia. Jasper le mostraba cómo plantar semillas, cómo cuidar las plantas y le contaba historias de su vida sencilla pero llena de felicidad. Rosita, por su parte, compartía con él historias de la vida en el palacio, de las grandes fiestas y los complicados protocolos. Ambos mundos, tan diferentes, se unían en esos momentos, creando una burbuja de felicidad y complicidad.

A medida que pasaban los meses, el amor entre Rosita y Jasper crecía cada día más. Sin embargo, ambos sabían que su relación era imposible. El estricto código social del reino de Arandelle no permitía que una princesa se casara con un campesino. A pesar de esto, no podían evitar amarse con todo su corazón.

Un día, el Rey Adam descubrió a Rosita y Jasper juntos en los campos. Enfurecido por la osadía de Jasper y preocupado por la reputación de su hija, ordenó que Jasper fuera encarcelado y llevado lejos del reino. Rosita suplicó y lloró, pero su padre fue inflexible. La reina Sofía, conmovida por el dolor de su hija, trató de mediar, pero incluso ella sabía que las leyes eran claras y que el rey no podía mostrarse débil ante el reino.

Encerrada en su torre, Rosita lloraba día y noche. Sentía que su corazón se rompía en mil pedazos al pensar en Jasper, solo y encerrado por el simple hecho de amarla. Decidida a hacer algo, Rosita ideó un plan. Con la ayuda de su madre, quien también veía la injusticia de la situación, lograron liberar a Jasper en secreto.

Con ropas sencillas y ocultando su identidad, Rosita y Jasper huyeron del reino, dispuestos a encontrar un lugar donde pudieran estar juntos sin ser juzgados por su origen. Viajaron por días y noches, enfrentándose a peligros y desafíos, pero su amor les daba la fuerza para seguir adelante.

Finalmente, encontraron un pequeño pueblo en un valle escondido, donde fueron aceptados sin preguntas. Allí, construyeron una vida juntos, trabajando la tierra y viviendo de manera simple pero feliz. Rosita y Jasper sabían que nunca podrían regresar a Arandelle, pero estaban dispuestos a sacrificarlo todo por su amor.

De vuelta en Arandelle, el Rey Adam y la Reina Sofía no tenían noticias de su hija. El rey, aunque firme en su decisión, comenzó a cuestionarse si había actuado correctamente. La reina, por su parte, sentía una profunda tristeza por la ausencia de Rosita. Con el tiempo, el reino también empezó a sentir la falta de su bondadosa princesa.

Un día, una anciana del pueblo donde vivían Rosita y Jasper llegó a Arandelle buscando ayuda. El valle estaba siendo atacado por una plaga que destruía las cosechas y ponía en peligro la vida de sus habitantes. La anciana habló con el rey, describiendo a una joven pareja que había hecho tanto por el pueblo pero que ahora estaba en peligro.

El Rey Adam, reconociendo la descripción de su hija y Jasper, decidió tomar una decisión difícil pero necesaria. Convocó a los mejores médicos y agricultores del reino y, junto con la Reina Sofía, partieron hacia el valle. Al llegar, encontraron a Rosita y Jasper trabajando incansablemente para salvar las cosechas y ayudar a sus vecinos.

Conmovido por la valentía y el sacrificio de su hija y el amor que Jasper demostraba, el Rey Adam comprendió que había cometido un error. Con la ayuda del reino, lograron erradicar la plaga y salvar el valle. En ese momento, el rey se arrodilló ante Rosita y Jasper, pidiéndoles perdón por su dureza y ofreciéndoles regresar a Arandelle como iguales.

Rosita y Jasper aceptaron, pero con la condición de que las leyes del reino fueran cambiadas para permitir que todos, sin importar su origen, pudieran amar y casarse libremente. El Rey Adam, tocado por la sabiduría y la bondad de su hija, accedió.

De vuelta en Arandelle, el reino celebró el regreso de su princesa y el nuevo comienzo. Las leyes fueron cambiadas, y el amor de Rosita y Jasper se convirtió en una inspiración para todos. Vivieron felices, gobernando juntos y enseñando a todos que el amor verdadero no conoce barreras ni diferencias sociales.

Y así, en el reino de Arandelle, el amor triunfó sobre la tradición, y todos vivieron felices para siempre.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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