Había una vez un niño llamado Carlos. Carlos tenía el cabello corto y rizado y unos grandes ojos marrones que siempre brillaban de emoción. Vivía en una casa muy bonita con su mamá y su papá. Cada noche, antes de dormir, Carlos pensaba en todas las cosas maravillosas que haría al día siguiente. Pero hoy era una noche muy especial, porque mañana sería su primer día en el cole.
Carlos estaba muy emocionado. Se había preparado con mucho entusiasmo. Tenía una mochila azul brillante que su mamá le había comprado, y dentro de ella, había guardado un montón de cosas importantes: su lonchera con un sándwich delicioso, una manzana roja, su botella de agua y, por supuesto, sus colores favoritos para dibujar.
Esa noche, Carlos apenas podía dormir de la emoción. Su mamá le leyó un cuento y le dio un beso de buenas noches. «Duerme bien, mi amor», le dijo. «Mañana será un día muy especial».
Cuando salió el sol, Carlos se despertó de un salto. «¡Es hora de ir al cole!», exclamó, corriendo a la cocina donde su mamá estaba preparando el desayuno. Se sentó a la mesa y comió sus cereales rápidamente. Después de desayunar, se puso su ropa favorita y su mochila azul.
«¿Estás listo?», le preguntó su papá, sonriendo.
«¡Sí!», dijo Carlos, saltando de alegría.
Juntos, salieron de casa y caminaron hacia el cole. Era un edificio colorido con grandes ventanas y una puerta roja. En el patio, había un montón de juegos y columpios. Carlos se sintió muy feliz al ver todo eso.
Al llegar, una señora muy amable los recibió en la puerta. «Hola, Carlos. Soy tu seño nueva, la seño Ana. Bienvenido al cole», dijo con una gran sonrisa.
Carlos se sintió un poco nervioso, pero la sonrisa de la seño Ana le hizo sentir mejor. Ella lo tomó de la mano y lo llevó a su salón de clases. Era una habitación llena de colores, con dibujos en las paredes y muchos juguetes. Había otros niños jugando y riendo.
«Estos son tus nuevos amigos, Carlos», dijo la seño Ana. «¿Quieres presentarte?»
Carlos asintió con timidez. «Hola, me llamo Carlos», dijo. «Es mi primer día en el cole».
Todos los niños lo saludaron con alegría. «¡Hola, Carlos!», dijeron en coro. Pronto, Carlos comenzó a jugar con ellos y se hizo amigo de todos.
Uno de sus nuevos amigos era un niño llamado Miguel, que tenía un auto de juguete muy bonito. «¿Quieres jugar conmigo?», le preguntó Miguel.
«¡Sí!», respondió Carlos. Jugaron juntos y se rieron mucho. Luego, una niña llamada Sofía les mostró una torre de bloques que había construido. «Miren, es muy alta», dijo orgullosa.
Carlos y Miguel ayudaron a Sofía a hacer la torre aún más alta. Se divirtieron mucho construyendo y jugando juntos. La seño Ana los observaba con una sonrisa, feliz de ver a los niños disfrutando y haciendo amigos.
Después de jugar, era hora de aprender. La seño Ana les enseñó canciones nuevas y les contó cuentos divertidos. Carlos prestaba mucha atención y participaba en todas las actividades. Se sentía muy contento de estar en el cole.
Luego llegó la hora de la merienda. Carlos sacó su lonchera y se sentó con sus nuevos amigos. «Tengo un sándwich y una manzana», dijo. Miguel y Sofía también sacaron sus loncheras y compartieron sus meriendas. «Mi mamá me hizo una galleta», dijo Sofía, y les ofreció a sus amigos un pedazo. Carlos sonrió y agradeció la galleta.
Después de la merienda, salieron al patio a jugar. Carlos se subió a los columpios y se balanceó tan alto que sintió como si pudiera tocar el cielo. Luego, corrió a los toboganes y se deslizó una y otra vez, riendo sin parar. También jugó a la pelota con Miguel y otros niños. El tiempo pasó volando y Carlos estaba disfrutando cada momento.
Cuando llegó la hora de volver al salón, Carlos se sentía un poco cansado pero muy feliz. La seño Ana les contó otro cuento y luego hicieron un dibujo. Carlos dibujó a su familia y a sus nuevos amigos jugando en el cole. La seño Ana dijo que su dibujo era muy bonito y lo puso en la pared para que todos lo vieran.
Al final del día, los papás de Carlos vinieron a recogerlo. «¿Cómo te fue en tu primer día?», le preguntó su mamá.
«¡Me encantó!», dijo Carlos. «Jugué con mis nuevos amigos y la seño Ana es muy buena. Quiero volver mañana».
De regreso a casa, Carlos no dejaba de hablar sobre todo lo que había hecho en el cole. Sus papás estaban muy felices de verlo tan contento. «Sabemos que te va a ir muy bien en el cole», le dijo su papá.
Esa noche, Carlos se durmió rápidamente, soñando con todas las aventuras que tendría en el cole. Sabía que cada día sería especial y que aprendería muchas cosas nuevas. Se sentía muy afortunado de tener amigos maravillosos y una seño tan amable.
Y así, Carlos empezó a disfrutar cada día en el cole, haciendo amigos, aprendiendo y jugando. Cada noche, se iba a dormir con una sonrisa, esperando con ansias el nuevo día. Y su mamá siempre le decía: «Duerme bien, mi amor. Mañana será otro día especial».
Fin
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.