En un tranquilo pueblo rodeado de montañas y ríos cristalinos, vivían Nahuel y Aldana, dos jóvenes con corazones llenos de bondad.
Nahuel, un enfermero dedicado y amable, trabajaba en el hospital del pueblo, donde cuidaba a las personas con gran cariño. Aldana, conocida por su sonrisa que iluminaba el día, ayudaba en la biblioteca y amaba leer historias de aventuras y sueños.
El destino quiso que sus caminos se cruzaran un día soleado de primavera. Aldana había ido al hospital para visitar a una amiga que se había torcido el tobillo. Fue entonces cuando conoció a Nahuel, quien atendía a su amiga. Desde ese momento, una chispa de conexión nació entre ellos.
Cada día, Aldana pasaba por el hospital para llevar libros a los pacientes y conversar con Nahuel. Compartían historias y risas, y con cada encuentro, su amistad florecía. Nahuel le contaba sobre su trabajo y cómo deseaba hacer del mundo un lugar mejor, mientras que Aldana le hablaba de los libros y las historias que tanto amaba.
Un día, el pueblo se preparaba para la gran fiesta anual y Nahuel, un poco nervioso, invitó a Aldana. Ella aceptó con una sonrisa brillante, y ambos esperaban con ilusión esa noche especial. Bailaron bajo las estrellas y la luna, y en ese mágico momento, se dieron cuenta de que sus corazones latían al mismo ritmo.
Con el tiempo, su amor creció como un árbol fuerte y firme. Nahuel y Aldana se apoyaban mutuamente en sus sueños y aspiraciones. Aldana inspiraba a Nahuel con historias de coraje y esperanza, y Nahuel llenaba la vida de Aldana con actos de bondad y cuidado.
La vida les presentó desafíos, como a todos, pero juntos enfrentaban cada uno con valentía y amor. Cuando el hospital necesitaba ayuda, Aldana organizaba eventos de recaudación de fondos. Y cuando la biblioteca requería reparaciones, Nahuel siempre estaba allí para apoyar.
Un otoño, el pueblo se vio afectado por una enfermedad, y Nahuel trabajó día y noche cuidando a los enfermos. Aldana, por su parte, leía historias a los pacientes y les llevaba esperanza y alegría. Juntos, formaban un equipo que llenaba de luz los días oscuros.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.