Cuentos de Amor

Papá y Titi: Un Cuento de Amor

Lectura para 2 años

Tiempo de lectura: 4 minutos

Español

Puntuación:

0
(0)
 

Compartir en WhatsApp Compartir en Telegram Compartir en Facebook Compartir en Twitter Compartir por correo electrónico
0
(0)

En una casita acogedora, llena de amor y alegría, vivían Papá y Titi. Papá era un hombre muy especial. Trabajaba como anestesiólogo en el hospital de la ciudad. Cada mañana, Papá se vestía con su uniforme azul y se colgaba su estetoscopio alrededor del cuello. Titi, su pequeño hijo, lo miraba con ojos brillantes de admiración.

Papá era el héroe de Titi. Lo veía como un superhéroe, siempre ayudando a las personas y haciéndolas sentir mejor. Titi soñaba con ser como Papá cuando fuera grande. Quería ponerse una bata blanca, llevar un estetoscopio de verdad y trabajar en el mismo hospital que su papá.

Una mañana, mientras Papá se preparaba para ir al trabajo, Titi corrió a su habitación. Había encontrado un pequeño estetoscopio de juguete que su papá le había regalado en su cumpleaños. Se lo puso alrededor del cuello y se miró al espejo. «¡Mira, Papá! ¡Soy como tú!» exclamó Titi con una sonrisa radiante.

Papá se agachó y abrazó a Titi con ternura. «Claro que sí, mi amor. Eres mi pequeño doctor,» dijo Papá mientras le daba un beso en la frente. «Pero recuerda, ser un buen doctor no solo significa usar un estetoscopio. Significa cuidar a las personas, ser amable y siempre hacer lo mejor que puedas.»

Titi escuchaba atentamente las palabras de su papá. Quería ser el mejor doctor del mundo, igual que Papá. Después de que Papá se fue al trabajo, Titi decidió que ese día sería un doctor en casa. Llevó su estetoscopio de juguete y su bata blanca a la sala de estar y comenzó a revisar a sus peluches. Primero revisó a su osito de peluche, luego a su conejo y finalmente a su dinosaurio favorito.

«Muy bien, osito. Todo está perfecto. No tienes fiebre,» decía Titi mientras simulaba usar el estetoscopio. «Conejito, necesitas descansar mucho y beber agua,» aconsejaba al conejito de peluche. «Y tú, Dino, estás en excelente forma,» añadía, feliz con su trabajo.

Papá volvió del trabajo esa tarde, cansado pero feliz de ver a su pequeño doctor en acción. «¡Papá, Papá! Hoy fui un doctor y cuidé a todos mis peluches,» dijo Titi emocionado, corriendo hacia su papá.

Papá sonrió y levantó a Titi en brazos. «¡Estoy muy orgulloso de ti, Titi! Eres un gran doctor. ¿Te gustaría que te contara una historia sobre el hospital?»

Titi asintió con entusiasmo. Le encantaba escuchar las historias de Papá. Se sentaron juntos en el sofá y Papá comenzó a contarle sobre su día en el hospital. Le habló de cómo ayudó a una niña que estaba muy asustada antes de su cirugía, y de cómo le explicó todo con paciencia hasta que ella se sintió tranquila.

«Ese es el verdadero trabajo de un doctor, Titi. No solo curar cuerpos, sino también calmar corazones,» dijo Papá con una sonrisa.

Titi escuchaba fascinado. Quería aprender todo lo que pudiera de su papá. Cada noche, antes de dormir, le pedía a Papá que le contara más historias sobre el hospital y sobre cómo ayudar a las personas.

Con el tiempo, Titi empezó a aprender más cosas sobre el trabajo de su papá. Un día, mientras jugaban en el jardín, Papá le explicó cómo funciona el cuerpo humano usando una de sus herramientas médicas de juguete. Titi estaba asombrado por todo lo que Papá sabía y quería saber aún más.

«Papá, cuando sea grande, ¿puedo ir contigo al hospital y ayudarte?» preguntó Titi con ilusión.

«Claro que sí, mi amor. Pero primero debes crecer, estudiar mucho y aprender todo lo necesario para ser un buen doctor,» respondió Papá, acariciando suavemente la cabeza de Titi.

Titi asintió con determinación. Sabía que tenía mucho que aprender, pero estaba dispuesto a esforzarse. Después de todo, quería ser como Papá, su héroe.

Los años pasaron y Titi creció. En la escuela, siempre se interesaba por las clases de ciencias y disfrutaba aprendiendo sobre el cuerpo humano. Papá siempre estaba a su lado, apoyándolo y respondiendo todas sus preguntas.

Un día, cuando Titi era un poco más grande, Papá lo llevó al hospital para que viera cómo era su trabajo. Titi estaba emocionado y un poco nervioso. Pero cuando entró en el hospital y vio a su papá trabajando, se sintió lleno de orgullo.

Papá le mostró el quirófano y le presentó a sus colegas. Todos hablaban con cariño de Papá y cómo era un excelente anestesiólogo. Titi estaba impresionado por todo lo que veía.

Papá también le mostró cómo cuidaba a los pacientes antes y después de sus cirugías, y cómo siempre se aseguraba de que estuvieran cómodos y tranquilos. Titi observaba con atención, aprendiendo de cada gesto y palabra de su papá.

Cuando volvieron a casa ese día, Titi no podía dejar de hablar sobre su experiencia en el hospital. «Papá, fue increíble. Quiero ser como tú. Quiero ayudar a las personas y hacerlas sentir mejor,» dijo Titi con los ojos brillando de entusiasmo.

Comparte tu historia personalizada con tu familia o amigos

Compartir en WhatsApp Compartir en Telegram Compartir en Facebook Compartir en Twitter Compartir por correo electrónico

Cuentos cortos que te pueden gustar

autor crea cuentos e1697060767625
logo creacuento negro

Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

Deja un comentario