Cuentos de Amor

Pedro y el Deseo del Corazón

Lectura para 6 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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En una casita colorida en la orilla de un río tranquilo, vivía un niño llamado Pedro. Pedro tenía un deseo que brillaba más fuerte que las estrellas en el cielo nocturno: quería ser hermano mayor. Cada noche, antes de dormir, Pedro se asomaba por la ventana y le pedía a la luna que le trajera un hermanito o hermanita.

—Querida Luna— susurraba —si estás escuchando, por favor haz que mi deseo se haga realidad.

Los días pasaban, y Pedro seguía esperando pacientemente, nunca perdiendo la esperanza. Hasta que una tarde, sus padres lo llamaron para sentarse con ellos en el jardín. Tenían una sonrisa especial que Pedro nunca había visto antes.

—Pedro— comenzaron sus padres —tus deseos han tocado el corazón de la luna, y ella ha enviado un regalo muy especial para ti.

Le entregaron una pequeña caja decorada con estrellas y una luna creciente. Con manos temblorosas, Pedro abrió la caja y dentro encontró una pequeña figura de un bebé con un mensaje: “Prepárate para la aventura más grande, hermano mayor Pedro. Tu deseo está a punto de hacerse realidad.”

Las lágrimas de alegría llenaron los ojos de Pedro. Finalmente, su sueño se estaba haciendo realidad. Unos meses más tarde, llegó el día que Pedro tanto había esperado. En el hospital, su mamá le presentó a su hermanita, una bebé hermosa con rizos suaves.

—Pedro, te presentamos a tu hermanita Carolina— dijo su papá con orgullo.

Pedro sintió una felicidad tan grande que su corazón parecía que iba a explotar. Tomó la pequeña mano de Carolina y prometió cuidarla siempre. Desde ese día, la vida de Pedro cambió de la manera más maravillosa. A pesar de las dificultades y el cansancio de sus padres, la casa siempre estaba llena de risas y amor.

Cada mañana, Pedro se levantaba temprano para ayudar a su mamá con Carolina. Le gustaba mecerla en sus brazos y cantarle canciones que él mismo inventaba. Carolina reía con una melodía que llenaba la casa de alegría. Pedro se sentía el hermano mayor más feliz del mundo.

Los días pasaban y Carolina crecía rápidamente. Pedro la llevó a ver su lugar favorito junto al río, donde juntos jugaban y exploraban. Le enseñaba a Carolina todo lo que sabía sobre la naturaleza, las flores y los animales que vivían cerca de su casa. A Carolina le encantaba escuchar las historias que su hermano le contaba.

Un día, mientras jugaban en el jardín, Carolina señaló el cielo y dijo: —Luna, luna—. Pedro sonrió y recordó cómo todo comenzó con un deseo a la luna.

—Sí, Carolina, gracias a la luna estamos juntos— le dijo, abrazándola con cariño.

Pedro y Carolina se convirtieron en inseparables. Aunque a veces había momentos difíciles, siempre encontraban una razón para sonreír. Su mamá y su papá los miraban con amor, orgullosos de la hermosa relación que sus hijos compartían.

Una tarde, la familia decidió hacer un pícnic junto al río. Prepararon una cesta con frutas, sándwiches y jugo, y se instalaron en su lugar favorito. Pedro, Carolina, mamá y papá se sentaron en una manta a disfrutar del día soleado. Mientras comían, Pedro decidió contarle a Carolina la historia de cómo llegó a la familia.

—¿Sabes, Carolina?— comenzó Pedro. —Antes de que nacieras, yo le pedía a la luna todas las noches que me trajera una hermanita. Y la luna escuchó mi deseo y nos trajo a ti.

Carolina miró a su hermano con ojos llenos de asombro y felicidad.

—Gracias, luna— dijo con una sonrisa.

El papá y la mamá de Pedro también se unieron a la historia, contando cómo habían sentido el mismo amor y esperanza mientras esperaban a Carolina. El día pasó rápidamente entre risas, juegos y recuerdos compartidos. Cuando el sol comenzó a ponerse, la familia recogió sus cosas y se dirigió de vuelta a casa, sintiéndose más unida que nunca.

A medida que los años pasaron, Pedro y Carolina enfrentaron muchos momentos juntos, siempre apoyándose el uno al otro. Pedro se convirtió en un joven responsable y cariñoso, y Carolina creció siguiendo el ejemplo de su hermano mayor. La familia siempre mantuvo la tradición de pedir deseos a la luna y creer en la magia de los sueños.

Una noche, mientras Pedro miraba la luna llena desde su ventana, Carolina se unió a él. Ambos se quedaron en silencio, contemplando la belleza del cielo nocturno. Carolina rompió el silencio con una pregunta:

—Pedro, ¿crees que la luna sigue escuchando nuestros deseos?

Pedro sonrió y le respondió: —Claro que sí, Carolina. La luna siempre escucha a quienes creen en la magia del corazón.

Y así, en su pequeña casa junto al río, Pedro y Carolina continuaron viviendo felices, recordando siempre que los deseos más profundos pueden hacerse realidad con amor, paciencia y un poco de magia lunar.

Fin

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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