Cuentos de Amor

Portal de Cuentos Mágicos para Pequeños Exploradores

Lectura para 10 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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Era un día soleado en el pequeño pueblo de Valle de los Sueños, donde cuatro amigos inseparables pasaban sus días viviendo aventuras. María, una niña de diez años con cabello rizado y ojos brillantes como estrellas, era la líder del grupo. Pedro, su mejor amigo, siempre estaba dispuesto a acompañarla, con su carácter impulsivo y su risa contagiosa. Juan, el pensador del grupo, siempre tenía un libro en la mano y una historia extraordinaria lista para contar. Isabel, la única chica del grupo, era ingeniosa y llena de creatividad, siempre ideando nuevas formas de jugar.

Un día, mientras exploraban un bosque cercano, se toparon con un misterioso árbol de tronco grueso y hojas brillantes que parecían susurrar viejas leyendas. «¡Miren esto!», exclamó Juan, apuntando a un pequeño agujero en el tronco del árbol. «Parece un portal». María, intrigada, se acercó para mirar más de cerca. «¿Qué creen que haya al otro lado?», preguntó, con una mezcla de emoción y un poco de miedo.

«Tal vez un mundo de cuentos», sugirió Pedro, sonriendo ampliamente. «¡Imaginad que podamos entrar y conocer a los personajes que siempre leemos!». Isabel, siempre lista para la acción, no tardó en responder: «¡Hagámoslo! No podemos dejar pasar esta oportunidad».

Con un ligero empujón de María, decidieron que uno de ellos debía aventurarse primero. Pedro, el más audaz, se ofreció de inmediato. Se agachó y, con un gran salto, se deslizó dentro del agujero. Los demás lo siguieron, tomándose de las manos para no perderse. De repente, una luz brillante los envolvió y, al parpadear, se encontraron en un lugar asombroso.

El bosque había desaparecido, y en su lugar había un mundo lleno de colores vibrantes. Había flores gigantes que sonreían, árboles que hablaban y ríos de agua puramente cristalina. «¿Esto es real?», preguntó Isabel asombrada, mirando a su alrededor con los ojos muy abiertos. «¡Esto es increíble!», gritó Pedro, corriendo hacia un árbol que parecía estar cantando.

Mientras exploraban, encontraron un pequeño claro en el que una mariposa gigante danzaba. No era una mariposa cualquiera; su alita estaba llena de cuentos mágicos. «Hola, pequeños exploradores», dijo la mariposa con una voz suave, «soy Lila, el guardián de los Cuentos de Amor. Están en un mundo donde las historias cobran vida. Si quieren regresar a casa, deberán encontrar una historia de amor que los inspire».

María se sintió emocionada y un poco nerviosa. «¿Cómo podemos encontrar esa historia?», preguntó. «Sigan el camino de las flores cantantes, y allí encontrarán el corazón del bosque, donde viven los protagonistas de los cuentos de amor. Tienen que ayudarlos a superar un desafío», explicó Lila.

Sin perder tiempo, los cuatro amigos siguieron el camino señalado, con Lila volando a su lado. A medida que avanzaban, se encontraron con diferentes personajes de cuentos clásicos: una bella durmiente que necesitaba despertar a su príncipe, y un lobo que quería encontrar amiga en lugar de ser el ‘malo’ de la historia. Los amigos decidieron ayudar a todos esos protagonistas, pero al final, se dieron cuenta de que necesitaban enfocarse en una historia concreta para regresar a casa.

Finalmente, llegaron al corazón del bosque, donde se encontraron con una tierna pareja de criaturas: un conejo llamado Caramelo y una tortuga llamada Esperanza. Ambos estaban teniendo dificultades para comunicar sus sentimientos el uno al otro. «Nos queremos mucho, pero nunca encontramos las palabras adecuadas», dijo Caramelo, triste.

María tuvo una idea brillante. «Podemos ayudarles a expresarse. ¡Vamos a escribir una carta de amor!», sugirió. Todos se reunieron a su alrededor y comenzaron a pensar en las cosas que hacían a Caramelo y Esperanza únicos. Juan tomó un trozo de papel que había encontrado en el camino y escribió: “Querida Esperanza, cada vez que te veo, mi corazón salta de alegría. Eres tan hermosa y siempre me haces sentir especial. Quiero pasar la vida a tu lado”.

Isabel, emocionada, continuó: “Querido Caramelo, tu valentía y tu risa iluminan mis días. Juntos podemos afrontar cualquier reto. Gracias por ser siempre tan increíble”. Sentían que esas palabras estaban impregnadas de su cariño, y no podían esperar a compartirlas con la pareja.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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