Cuentos de Amor

El Vuelo de Avioncito

Lectura para 10 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

Puntuación:

0
(0)
 

Compartir en WhatsApp Compartir en Telegram Compartir en Facebook Compartir en Twitter Compartir por correo electrónico
0
(0)

En un vasto y colorido aeropuerto, donde los aviones lucían más brillantes que las estrellas, vivía un pequeño avión llamado Avioncito. Su cuerpo estaba pintado con rayas de colores vivos y sus ventanas parecían ojos brillantes llenos de curiosidad. A pesar de su apariencia alegre, Avioncito tenía un gran miedo: temía volar.

Su padre, Papa Avión, era un gran avión de pasajeros conocido por surcar los cielos con elegancia y seguridad. Tenía una pintura reluciente y un motor que rugía con la promesa de aventuras. Cada vez que Papa Avión regresaba de un viaje, Avioncito lo recibía con un montón de preguntas.

«¿Cómo es volar por encima de las nubes?», preguntaba Avioncito con sus pequeñas alas temblando ligeramente.

«Es como bailar con el viento, hijo. Las nubes son como algodón de azúcar, y el sol nos saluda desde arriba», respondía Papa Avión con una voz que resonaba como una suave melodía.

A pesar de las reconfortantes palabras de su padre, Avioncito no podía superar su miedo. Veía a otros aviones despegar y aterrizar, escuchaba las historias de los cielos, pero su miedo a volar parecía crecer con cada día que pasaba.

Una tarde, Papa Avión se acercó a Avioncito con una sonrisa tranquilizadora. «Hoy es un día especial, Avioncito. Hoy te mostraré lo hermoso que es volar».

Avioncito tembló. «Pero tengo miedo, papá. Y si me caigo? Y si no puedo volver a aterrizar?»

Papa Avión se inclinó hacia su hijo. «El miedo es parte del viaje, pero recuerda, siempre estaré aquí para ayudarte. Juntos, podemos enfrentar cualquier temor».

Con esas palabras, Papa Avión invitó a Avioncito a unirse a él en la pista de despegue. Los otros aviones miraban con asombro y apoyo. Avioncito, temblando de pies a cabeza, se alineó junto a su padre.

«Primero, respiramos profundamente», instruyó Papa Avión. Juntos, tomaron una gran bocanada de aire fresco del aeropuerto.

«Luego, comenzamos a movernos lentamente», continuó Papa Avión. Empezaron a rodar por la pista, con Papa Avión guiando el camino y Avioncito siguiéndolo de cerca.

A medida que ganaban velocidad, Avioncito sintió cómo el viento acariciaba su fuselaje. «Ahora, levantamos las alas», dijo Papa Avión con firmeza.

Con un esfuerzo tremendo, Avioncito levantó sus alas. De repente, el suelo se alejaba cada vez más. Estaban volando. El pequeño avión no podía creerlo. Miró hacia abajo y vio el aeropuerto encogiéndose a medida que ascendían hacia el cielo.

«¡Lo estás haciendo, Avioncito! ¡Estás volando!», exclamó Papa Avión con orgullo.

Avioncito miró alrededor. Las nubes eran como montañas de espuma, y el sol brillaba con un calor acogedor. Por primera vez, sintió la emoción del vuelo, el susurro del viento contra su estructura, la libertad del cielo infinito.

«Es hermoso, papá», dijo Avioncito, su voz llena de asombro.

Volando lado a lado, Papa Avión mostró a Avioncito cómo cabalgar las corrientes de aire, cómo sumergirse y ascender, y cómo bailar con el viento. Avioncito se sentía más seguro y feliz con cada movimiento.

Mientras el sol comenzaba a ponerse, pintando el cielo de tonos naranjas y rosas, Papa Avión dijo: «Es hora de volver, hijo».

El aterrizaje era la parte que más temía Avioncito, pero confiando en las enseñanzas de su padre, comenzó a descender. Con cada metro que se acercaban a la tierra, su confianza crecía. Y entonces, con una gracia que no sabía que tenía, Avioncito tocó la pista suavemente.

Los otros aviones aplaudieron y silbaron. Avioncito se llenó de una sensación de logro y alegría. Había volado, realmente volado, y nada había salido mal.

Desde ese día, Avioncito ya no temía volar. Se convirtió en un valiente explorador del cielo, siempre ansioso por nuevas aventuras. Papa Avión, siempre orgulloso, miraba a su hijo con una sonrisa, sabiendo que había dado a Avioncito el regalo más valioso: la confianza para volar.

Cada vez que Avioncito se elevaba en el cielo, recordaba las palabras de su padre: «Enfrenta tus miedos, y descubrirás la belleza del mundo que te espera». Y con cada vuelo, el mundo debajo de él parecía un poco más brillante, un poco más lleno de posibilidades y maravillas.

El aeropuerto se convirtió en un lugar de alegría y esperanza, donde cada avión, grande o pequeño, sabía que el cielo era un lugar de maravillas sin límites, siempre que tuvieran el coraje de extender sus alas y volar.

Fin

image_pdfDescargar Cuentoimage_printImprimir Cuento

¿Te ha gustado?

¡Haz clic para puntuarlo!

Comparte tu historia personalizada con tu familia o amigos

Compartir en WhatsApp Compartir en Telegram Compartir en Facebook Compartir en Twitter Compartir por correo electrónico

¿Te ha gustado?

¡Haz clic para puntuarlo!

Cuentos cortos que te pueden gustar

autor crea cuentos e1697060767625
logo creacuento negro

Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

Deja un comentario