Cuentos de Amor

Sofía y su Gran Aventura al Baño

Lectura para 2 años

Tiempo de lectura: 5 minutos

Español

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Había una vez una niña llamada Sofía. Sofía era una pequeña con el cabello rubio y liso, y unos ojos azules tan grandes como el cielo. Vivía en una casa acogedora con su mamá y su papá, quienes la querían muchísimo. Cada día, Sofía aprendía cosas nuevas y emocionantes, pero había algo muy especial que aún no había aprendido: ir al baño solita.

Sofía siempre usaba pañales, y aunque le gustaba la comodidad que le daban, sabía que ya era hora de aprender a usar el baño como los niños grandes. Un día, su mamá le dijo: «Sofía, creo que estás lista para una gran aventura. Hoy vamos a empezar a usar el baño.»

Sofía miró a su mamá con curiosidad. «¿Una aventura, mamá?» preguntó.

«Sí, mi amor,» respondió su mamá con una sonrisa. «Vamos a aprender a usar el baño, y estoy segura de que lo harás muy bien.»

La mamá de Sofía llevó a la niña al baño, un lugar brillante y colorido con una pequeña bacinica rosa, toallas con caritas sonrientes y burbujas de jabón juguetonas. Todo parecía tan amigable y divertido que Sofía no pudo evitar sonreír.

«Esta es tu bacinica,» dijo su mamá, señalando el pequeño asiento. «Aquí es donde vas a hacer pipí y popó. Es como una silla especial solo para ti.»

Sofía se acercó a la bacinica y la tocó con sus manitas. «¿Esto es para mí?» preguntó con asombro.

«Sí, es solo para ti,» respondió su mamá. «Y cada vez que uses la bacinica, vamos a celebrar con una gran sonrisa.»

Sofía estaba emocionada por su nueva aventura. Esa mañana, su mamá le explicó cómo debía sentarse en la bacinica y qué debía hacer. Al principio, Sofía se sintió un poco nerviosa, pero su mamá la tranquilizó con palabras dulces y una gran dosis de paciencia.

«Está bien si no lo logras a la primera,» dijo su mamá. «Aprender a usar el baño lleva tiempo, pero estoy aquí para ayudarte.»

Sofía decidió intentarlo. Se sentó en la bacinica y esperó. Al principio, no pasó nada, pero su mamá la animó a seguir intentándolo. Después de unos minutos, Sofía sintió algo extraño y, de repente, hizo pipí en la bacinica.

«¡Lo hiciste, Sofía!» exclamó su mamá con alegría. «¡Eres una niña muy valiente!»

Sofía sonrió de oreja a oreja. Sentía una gran satisfacción por haber logrado algo tan importante. Su mamá la abrazó y le dio una estrellita dorada como recompensa. «Cada vez que uses la bacinica, recibirás una estrellita,» explicó su mamá. «Y cuando llenes el tablero de estrellitas, tendrás una sorpresa especial.»

Sofía estaba decidida a llenar ese tablero de estrellitas. Durante los días siguientes, continuó practicando con la bacinica. A veces lo lograba, y otras veces no, pero su mamá y su papá siempre estaban ahí para apoyarla y animarla a seguir intentándolo.

Un día, mientras Sofía jugaba con sus bloques de construcción, sintió que necesitaba ir al baño. Recordando lo que su mamá le había enseñado, corrió al baño y se sentó en la bacinica. Esperó con paciencia y, esta vez, logró hacer pipí de inmediato.

«¡Lo hice, mamá! ¡Lo hice!» gritó Sofía con entusiasmo.

Su mamá corrió al baño y vio a Sofía sentada en la bacinica, sonriendo orgullosamente. «¡Estoy tan orgullosa de ti, Sofía!» dijo su mamá, dándole un gran abrazo. «Cada día te vuelves más independiente.»

Con el tiempo, Sofía comenzó a usar la bacinica cada vez más. Incluso empezó a intentar hacer popó en la bacinica, algo que al principio le parecía un poco difícil. Pero con la ayuda de su mamá y su papá, y con mucha práctica, también lo logró.

Cada noche, antes de dormir, la mamá de Sofía le contaba un cuento sobre una pequeña princesa que aprendía a usar el baño. La historia le recordaba a Sofía su propia aventura, y la hacía sentir muy especial. Sabía que tenía el amor y el apoyo de sus papás, y eso la motivaba a seguir intentándolo.

Un día, después de haber llenado su tablero de estrellitas, Sofía recibió su sorpresa especial. Su mamá y su papá le regalaron una muñeca nueva, algo que Sofía había deseado durante mucho tiempo.

«Esta muñeca es para ti, por todo tu esfuerzo y valentía,» dijo su papá mientras le entregaba el regalo. «Estamos muy orgullosos de ti, Sofía.»

Sofía abrazó a su nueva muñeca y sintió una gran felicidad en su corazón. Sabía que había logrado algo muy importante, y eso la hacía sentir muy orgullosa.

A partir de ese día, Sofía continuó usando el baño sin problemas. Ya no necesitaba pañales, y se sentía como una niña grande. Sus papás siempre estaban ahí para felicitarla y apoyarla, y eso le daba la confianza para seguir aprendiendo y creciendo.

Y así, con mucho amor y paciencia, Sofía aprendió a usar el baño y dejó los pañales atrás. Fue una gran aventura llena de aprendizajes, y gracias al amor de sus papás, Sofía supo que podía lograr cualquier cosa que se propusiera.

Fin

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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