Cuentos de Amor

Un amor entre luces y sombras

Lectura para 11 años

Tiempo de lectura: 5 minutos

Español

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Clara siempre había creído que el arte era su vida. Desde pequeña, había tenido una conexión especial con la pintura, y sus cuadros, aunque a menudo caóticos y llenos de emociones, siempre eran un reflejo sincero de su mundo interior. El lienzo se convirtió en su refugio, y cada pincelada era un intento de entender su lugar en un mundo que a veces parecía tan difícil de descifrar.

Fue en una galería de arte local, en una noche lluviosa de octubre, cuando conoció a Lucas. Era un fotógrafo que había estado tomando fotos para un evento en la misma galería, y cuando sus ojos se encontraron por primera vez, Clara sintió que algo en su interior se encendía. Lucas era apasionado por su arte de capturar momentos, y sus fotos no solo mostraban la realidad, sino también la belleza que él veía en el mundo.

«Me encanta cómo ves el mundo a través de tu lente», le dijo Clara, mientras se acercaba tímidamente a él en medio de la multitud. «Es como si cada foto contara una historia.»

Lucas sonrió, y aunque en su rostro había una expresión seria, algo en sus ojos brillaba con un interés inmediato. «Gracias», respondió, «pero creo que lo que más me gusta es cómo las personas ven el mundo. Es más que una cámara, es cómo la gente se conecta con lo que está frente a ellos.»

Esa conversación, breve pero llena de significado, fue el comienzo de algo que ninguno de los dos esperaba. A medida que pasaba el tiempo, Clara y Lucas comenzaron a pasar más tiempo juntos. Salían a caminar por la ciudad, compartían sus sueños, y descubrían la forma en que sus mundos, tan distintos pero igualmente apasionados, podían complementarse. Clara le mostraba a Lucas su estudio, lleno de colores y pinceles, y él le enseñaba su colección de fotos que retrataban desde calles empapadas de lluvia hasta los momentos fugaces que ocurrían en una ciudad que nunca dormía.

La relación de Clara y Lucas floreció en medio de su pasión compartida por el arte. Cada encuentro se convertía en una nueva fuente de inspiración. Lucas, que antes pensaba que su cámara era la única forma de capturar el mundo, comenzó a ver las pinturas de Clara con una nueva apreciación, entendiendo lo que ella había tratado de expresar a través de los colores y las formas.

Pero como ocurre con muchas historias, las cosas no siempre permanecen perfectas.

Con el paso del tiempo, las diferencias comenzaron a hacerse evidentes. Aunque su amor por el arte seguía siendo una fuerza que los unía, sus sueños empezaron a alejarse. Clara deseaba dedicarse a la pintura a tiempo completo, y la idea de exponer sus obras en galerías internacionales llenaba su mente. Sin embargo, Lucas tenía una visión diferente. Él era un fotógrafo que prefería la libertad de moverse por el mundo, capturando momentos espontáneos, y no estaba tan interesado en asentarse en un solo lugar o en las reglas del mundo del arte convencional.

Un día, mientras compartían una cena en un restaurante pequeño y acogedor, la conversación tomó un giro inesperado.

«Clara», comenzó Lucas, mirando su plato con seriedad, «quiero que sepas que me encanta lo que haces, pero siento que estamos en caminos diferentes. Yo quiero seguir viajando, explorando, capturando momentos fugaces. Pero tú, tú quieres algo más grande, más estable. Y no sé si eso se puede tener con nosotros dos.»

Clara se quedó en silencio, mirando a Lucas con los ojos llenos de confusión. No esperaba esas palabras. «¿Qué estás diciendo, Lucas?» preguntó, casi en un susurro. «Nos amamos. ¿No podemos encontrar una manera de hacer que esto funcione?»

Lucas suspiró profundamente. «Lo sé, pero siento que si seguimos juntos, estaré deteniéndote, Clara. Tú necesitas el espacio para crecer, para ir tras tus sueños. Yo no puedo quedarme quieto. No puedo ofrecerte lo que te mereces.»

El corazón de Clara se rompió en ese momento. Las palabras de Lucas, aunque llenas de cariño, se sintieron como una despedida. «Entonces, ¿quieres que te deje ir?», dijo, su voz temblorosa.

«Creo que sí», respondió Lucas, con la tristeza reflejada en sus ojos. «Te amo, pero a veces el amor no es suficiente para que dos personas sigan el mismo camino.»

La despedida fue dolorosa. Clara pasó semanas sumida en un mar de pensamientos confusos, tratando de comprender lo que había sucedido. Había amado a Lucas con todo su ser, y ahora, al enfrentarse a la realidad de que su relación había llegado a su fin, sentía como si una parte de su alma hubiera desaparecido.

Pasaron meses antes de que Clara pudiera volver a sumergirse completamente en su arte. Se dedicó a su pintura, pero el vacío que sentía en su corazón seguía presente. Su estudio, que antes había sido su refugio, ahora parecía un lugar de soledad. Las obras que creaba estaban llenas de sombras, reflejando el dolor y la angustia que llevaba dentro. El amor que una vez había compartido con Lucas ya no estaba allí para inspirarla.

Pero con el tiempo, Clara comenzó a entender algo importante: que no podía aferrarse a lo que ya no existía. Aprendió a encontrar su propia identidad, a dejar ir el pasado y a redescubrir el poder de su arte, no como una forma de escapar del dolor, sino como una forma de sanar y de expresarse.

Un día, mientras pintaba en su estudio, Clara miró una de sus obras más recientes, un retrato de un sol que se alzaba sobre el horizonte, iluminando todo a su alrededor. Sonrió para sí misma. Sabía que, aunque el amor que había compartido con Lucas había sido una parte importante de su vida, ahora estaba lista para encontrar la luz dentro de sí misma.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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