En la pequeña ciudad de Valparaíso, entre las calles adoquinadas y las casas de colores, se encontraba una pequeña cafetería llamada «El Rincón del Café». Era un lugar acogedor, conocido por su ambiente cálido y sus deliciosos aromas. Aquí es donde comienza nuestra historia, una historia de amor, destino y coraje.
Luciana era una chica llena de vida y sueños. Con sus ojos brillantes y su pelo largo y ondulado, irradiaba una energía que iluminaba cualquier lugar. Rodrigo, por otro lado, era un joven sereno y reflexivo, con una mirada que parecía ocultar un profundo secreto.
Un día, como cualquier otro, Luciana caminaba apresuradamente por las calles, sumergida en sus pensamientos. No se dio cuenta de que, justo a la salida de «El Rincón del Café», su destino estaba a punto de cambiar. Chocó accidentalmente con Rodrigo, quien salía con su café en mano. En ese instante, sus miradas se encontraron y algo mágico sucedió. Fue como si el tiempo se detuviera, y en ese breve momento, ambos sintieron una conexión inmediata.
«Lo siento mucho», dijo Luciana, recogiendo su bolso del suelo.
«No hay problema», respondió Rodrigo con una sonrisa, ayudándola a levantarse.
Ese fue el inicio de su historia. Comenzaron a verse cada día en la misma cafetería, compartiendo charlas, risas y, por supuesto, café. Luciana se sintió atraída por la bondad y la tranquilidad de Rodrigo, mientras que él se enamoró de su energía y su pasión por la vida.
Sin embargo, Rodrigo guardaba un secreto. Tenía una enfermedad terminal y sabía que le quedaba poco tiempo. Por miedo a causarle dolor a Luciana, decidió alejarse. Comenzó a evitarla y a rechazar sus invitaciones.
Luciana, confundida y herida, no entendía el cambio repentino en Rodrigo. A pesar de sus rechazos, ella no se rindió. Intentó conquistarlo con pequeños detalles y gestos de cariño, pero Rodrigo parecía cada vez más distante.
Un día, Luciana decidió enfrentarlo. «¿Por qué te alejas de mí, Rodrigo? ¿Qué hice mal?», preguntó con lágrimas en los ojos.
Rodrigo, al ver su dolor, decidió abrir su corazón. Le contó sobre su enfermedad, su miedo a hacerla sufrir y su deseo de protegerla. Luciana escuchó en silencio, su corazón se rompía con cada palabra.
«Rodrigo, no tienes que protegerme del dolor», dijo finalmente. «Quiero estar contigo, no importa el tiempo que nos quede. Juntos podemos enfrentar cualquier cosa.»
Rodrigo, emocionado por su valentía y amor, aceptó ser su novio. Desde ese día, Luciana y Rodrigo decidieron vivir cada momento al máximo. Luciana propuso cumplir todos los sueños de Rodrigo: se casaron en una ceremonia íntima y hermosa, viajaron a lugares que él siempre quiso conocer y vivieron juntos, disfrutando de cada segundo.
Durante esos dos meses, compartieron incontables momentos de felicidad y amor. Rieron, lloraron y sobre todo, se amaron profundamente. Rodrigo, agradecido por cada instante, le dijo a Luciana: «Estos han sido los mejores meses de mi vida. Gracias por todo, mi amor.»
Luciana, con el corazón lleno de amor y tristeza, se mantuvo fuerte a su lado. «Te amaré siempre, en esta vida y en todas las que vengan», prometió.
Finalmente, llegó el momento de despedirse. Rodrigo, con una última mirada llena de amor y gratitud, le susurró a Luciana: «En otra vida, sin impedimentos, seremos infinitamente felices.»
Y así, bajo un cielo estrellado, frente a la misma cafetería donde se conocieron, Luciana y Rodrigo sellaron su amor eterno.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.