Cuentos de Amor

Un Regalo para el Mejor Padre del Mundo con el Corazón más Grande

Lectura para 2 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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Había una vez en un pequeño y colorido pueblo, dos hermanitos llamados Alexander y Celeste. Alexander era un niño aventurero, siempre lleno de curiosidad y energía. Celeste, por su parte, era una niña dulce y cariñosa que amaba ayudar a los demás. Juntos, eran inseparables y adoraban pasar tiempo con su papá, que era el mejor papá del mundo.

Un día soleado, mientras jugaban en el jardín, Alexander se detuvo y miró hacia el cielo azul. “¡Tengo una idea! ¿Qué te parece si hacemos algo especial para papá? ¡Un regalo que muestre cuánto lo queremos!” dijo entusiasmado. Celeste sonrió y asintió con su cabecita. “¡Sí, me encanta la idea! Pero, ¿qué podemos hacer?”

Después de pensar y pensar, se les ocurrió que podían hacer una tarjeta muy especial. Pero no cualquier tarjeta, ¡una tarjeta hecha por ellos mismos! “Vamos a recoger cosas que nos ayuden a decorarla”, sugirió Celeste. Alexander, con su energía, corrió hacia la casa en busca de papeles de colores, lápices y tijeras.

Mientras tanto, Celeste decidió que también podría ser divertido incluir un dibujo de ellos mismos con papá. “¡Quiero que se vea feliz en nuestro dibujo!”, dijo con una sonrisa. Así, empezaron a reunir todo lo necesario. Hicieron un gran papel con muchas formas de corazones, cosas que representaban el amor que sentían por su papá.

Cuando finalmente tuvieron todo listo, comenzaron a trabajar muy concentrados. Con cada trazo, sus risas llenaban el aire. Alexander dibujó un sol brillante que parecía sonreír, mientras que Celeste decoraba la tarjeta con muchas estrellas, porque le gustaba pensar que su papá era tan brillante como ellas.

De repente, escucharon una voz diciendo “¡Hola, pequeños artistas!”. Era su papá, que había llegado del trabajo. Alexander y Celeste se asustaron un poco y rápidamente escondieron la tarjeta detrás de sus espaldas. “¡Sorpréndeme! ¿Qué están haciendo?” preguntó su papá.

“Estamos… eh… solo jugando”, respondió Alexander, tratando de actuar natural. Pero su papá, con una sonrisa pícara, dijo: “Hmm, creo que algo me están ocultando”. Allí, los pequeños no pudieron resistir y comenzaron a reír. “Está bien, papá. Estamos haciendo un regalo para ti”.

El papa miró a sus hijos, lleno de amor, y les dijo que estaba muy curioso por ver qué hacían. “Pero, ¿por qué un regalo, mis amores?” preguntó con ternura. Celeste, mirada iluminada, dijo: “Porque eres el mejor papá del mundo y queremos que lo sepas”.

Papá sonrió de oreja a oreja y se sentó con ellos en el jardín. “Entonces voy a ayudarlos. ¿Qué les parece si buscamos algo más bonito para añadir a su regalo? Tal vez un poco de naturaleza”, sugirió él.

Efectivamente, los tres se pusieron en pie y empezaron a buscar flores coloridas en el jardín. Encontraron margaritas blancas, rosas rojas y unos tulipanes amarillos que parecían bailar con el viento. “¡Son perfectas!” exclamó Celeste mientras colocaban las flores con cuidado sobre la tarjeta.

Y justo cuando al fin pensaban que sería suficiente, apareció un pequeño pájaro cantando. Su canto era tan bello que llenó el aire de alegría. “¡Miren eso! ¡El pajarito también quiere unirse a nuestra sorpresa!” dijo Alexander emocionado. Papá sonrió y dijo: “Pueden dibujarlo en la tarjeta, eso será un buen toque para que la tarjeta esté llena de amor”.

Así que, con el pájaro como modelo, Alexander añadió un dibujo del pequeño pájaro en el rincón de la tarjeta, mientras que Celeste le puso el nombre: «Pico». Con cada detalle, la tarjeta se llenó no solo de colores, sino también de risas y cariño.

Finalmente, cuando la tarjeta estuvo lista, se sentaron todos juntos en el césped. El sol brillaba y las flores danzaban suavemente en la brisa. “Este es el momento de dárselo a papá”, dijo Alexander, nervioso pero emocionado. Celeste también sentía un cosquilleo en su barriguita.

Con mucho cuidado, los dos abrazaron la tarjeta, la levantaron hacia su papá y le dijeron al unísono: “¡Feliz día, papá! ¡Este es un regalo especial para ti!” Papá se sorprendió y sus ojos se llenaron de lágrimas de alegría. “Es la tarjeta más hermosa del mundo. Gracias, mis amores. Cada detalle significa mucho para mí”.

Papá, emocionado, les dio un fuerte abrazo a ambos. “Si hay algo que realmente aprecio es su amor, y eso es el mejor regalo que podría recibir”, les dijo. Alexander y Celeste se sintieron felices, no solo por haberse esforzado en hacer algo especial, sino porque vieron la felicidad en su papá.

Entonces, con mucha alegría, el papá les dijo que como ellos habían puesto tanto amor en la tarjeta, un regalo también era bueno, ¡porque había algo mágico al dar y recibir amor! De esa forma, se fueron juntos a buscar un lugar donde seguir disfrutando del día, jugar y hacer más cosas divertidas y llenas de amor.

Así, los tres pasaron el día lleno de risas, juegos, y hasta compartieron un delicioso pícnic bajo el sol. Se dieron cuenta de que el amor no solo se encuentra en los regalos, sino en los momentos compartidos, las risas y los corazones que se llenan de felicidad. Y así, con las sonrisas brillando en sus caras, Alexander, Celeste y su papá vivieron felices, porque siempre hay un lugar especial para el amor en sus corazones.

Así concluyó un hermoso día en el parque, donde cada simple cosa se convirtió en una expresión de amor entre ellos. Porque lo que realmente importa es que el amor va creciendo y llenando el mundo con cada gesto amable.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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