Había una vez, en un pequeño pueblo rodeado de montañas y ríos cristalinos, una joven llamada Yasbely. Ella era una chica con un espíritu libre y una sonrisa que podía iluminar el día más oscuro. Desde muy pequeña, soñaba con encontrar el amor verdadero, aquel que la hiciera sentir completa y feliz.
Sin embargo, la vida no siempre era fácil para Yasbely. Había conocido a alguien que, al principio, parecía ser el amor de su vida. Sin embargo, con el tiempo, la relación se volvió tóxica y dolorosa. Yasbely se sentía atrapada y triste, pero su corazón seguía buscando la esperanza de un amor verdadero y puro.
Un día, después de una discusión particularmente dolorosa, Yasbely decidió que ya era suficiente. Empacó una pequeña bolsa con algunas pertenencias y se aventuró en el bosque cercano a su pueblo. El bosque, con sus árboles altos y flores coloridas, siempre había sido su refugio, un lugar donde podía pensar y soñar.
Caminó durante horas, dejándose llevar por los senderos serpenteantes y el susurro del viento entre las hojas. Mientras caminaba, encontró un claro donde el sol brillaba con fuerza y el canto de los pájaros llenaba el aire. Se sentó junto a un arroyo y dejó que las lágrimas fluyeran libremente.
En ese momento de vulnerabilidad, Yasbely escuchó una voz suave y reconfortante.
—No estés triste, Yasbely. Eres fuerte y valiente, y mereces ser feliz.
Sorprendida, miró a su alrededor y vio una figura luminosa aparecer entre los árboles. Era una mujer mayor, con una presencia serena y una sonrisa cálida. Yasbely se sintió inmediatamente reconfortada por su presencia.
—¿Quién eres? —preguntó Yasbely, secándose las lágrimas.
—Soy Aeliana, el espíritu del bosque —respondió la mujer—. Estoy aquí para ayudarte a encontrar el camino hacia el amor verdadero.
Aeliana le contó a Yasbely sobre un antiguo ritual que podía realizar para liberarse de su dolor y encontrar la felicidad. Le explicó que debía emprender un viaje a través del bosque, enfrentando varios desafíos que pondrían a prueba su valor y determinación. Al final del viaje, encontraría un claro donde podría realizar el ritual y comenzar una nueva vida llena de amor y alegría.
Determined, Yasbely decidió aceptar el desafío. Con la guía de Aeliana, comenzó su viaje a través del bosque encantado.
El primer desafío fue cruzar un río caudaloso. Yasbely se sintió asustada al ver la fuerza del agua, pero Aeliana la animó a tener fe en sí misma. Con mucho cuidado y valentía, Yasbely logró cruzar el río, sintiéndose más fuerte y segura con cada paso que daba.
El siguiente desafío fue escalar una montaña empinada. El camino era difícil y lleno de rocas resbaladizas, pero Yasbely no se dio por vencida. Recordó las palabras de Aeliana y se mantuvo enfocada en su objetivo. Después de muchas horas de esfuerzo, finalmente llegó a la cima, donde fue recompensada con una vista impresionante del bosque y más allá.
A medida que avanzaba en su viaje, Yasbely se encontró con varios animales del bosque que necesitaban su ayuda. Un cervatillo herido, un pájaro atrapado en una rama, y un conejo perdido. Con cada acto de bondad, Yasbely sentía su corazón crecer y llenarse de amor.
Finalmente, después de muchos días de viaje, llegó al claro donde debía realizar el ritual. El lugar era mágico, con flores que brillaban bajo la luz de la luna y una atmósfera de paz y serenidad. Aeliana apareció una vez más para guiarla en el ritual.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.