Cuentos de Animales

Alas de Amistad en Vuelo Libre

Lectura para 2 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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Había una vez, en un bosque muy bonito y lleno de árboles grandes y flores de colores, tres amigos muy especiales. Uno se llamaba Stich, un pajarito azul con plumas suaves que siempre cantaba canciones alegres. El segundo amigo era May, una conejita blanca con orejas largas y ojos curiosos que le encantaba saltar y jugar entre las flores. Y el tercero se llamaba Caramelo, un pequeño zorrito de pelaje anaranjado, que siempre estaba listo para correr y explorar el bosque. Juntos, los tres amigos vivían muchas aventuras y siempre cuidaban unos de otros.

Un día de mucho sol, cuando el cielo estaba azul y las nubes parecían algodones, Stich volaba alrededor de un árbol muy alto. De repente, escuchó un pequeño ruido que lo hizo bajar para ver qué pasaba. Allí, a la sombra de un arbusto, estaba un animalito que nunca antes habían visto. Era un erizo pequeñito con picos suaves y ojos brillantes. Se veía triste porque estaba un poco cansado y no podía seguir caminando.

Stich voló rápidamente y llamó a May y a Caramelo para que vinieran rápido a ayudar. Los tres amigos se acercaron al erizo con mucho cuidado y cariño. May le dijo: «Hola, ¿cómo te llamas? ¿Por qué estás tan cansado?» El erizo, que se llamaba Pompón, les contó que se había perdido mientras buscaba comida y no sabía cómo volver a su casa.

Caramelo, con su nariz que parecía un pequeño radar, empezó a oler el aire para encontrar pistas. Stich agitó sus alas y miró desde arriba para ver si podía divisar algún lugar conocido. May, con sus orejas largas, escuchaba atentamente cualquier sonido que pudiera ayudarlos a encontrar el camino.

Después de buscar un buen rato, encontraron un sendero pequeño y lleno de hojas secas que parecía llevar a un lugar seguro. Pompón se animó mucho y decidió seguir el sendero con sus nuevos amigos. Mientras caminaban juntos, Pompón les contó cuentos de su vida en el bosque, de las pequeñas aventuras que había vivido y de cómo le gustaba acurrucarse bajo las hojas cuando llovía.

Los cuatro amigos empezaron a jugar juntos. Stich cantaba canciones bonitas para alegrar el camino, May corría dando saltitos mientras recogía flores para hacer una corona, Caramelo buscaba frutas dulces para compartir, y Pompón reía al verlos felices. Poco a poco, Pompón se sentía más fuerte y sabía que con amigos, todo era más fácil.

Cuando llegaron al final del sendero, encontraron un pequeño montículo cubierto de flores silvestres. Allí, entre las flores, había una casita de madera muy acogedora: la casita de Pompón. El erizo estaba tan feliz que abrazó a sus tres nuevos amigos. “Gracias por ayudarme a encontrar mi hogar”, dijo con una sonrisa radiante.

Pero el día no terminaba ahí. De repente, May vio algo brillante entre las ramas de un árbol cercano. Era un montón de hojas doradas que parecían un pequeño nido, aunque mucho más grande que el de cualquier pájaro. “¿Qué será eso?” preguntó May con curiosidad. Stich, que podía volar hasta allí sin problema, se acercó para investigar. Lo que vio le dejó sorprendido: era un nido de un pájaro muy especial llamado Quetzalín, que era conocido en el bosque porque tenía plumas de colores brillantes como el arcoíris.

Stich decidió llamar a sus amigos para mostrarles aquel maravilloso nido, porque pensaba que a Quetzalín le gustaría mucho tener amigos que lo visitaran. Aunque el Quetzalín era un pájaro muy alegre, a veces se sentía solo porque volaba muy alto y no siempre encontraba con quién jugar.

El grupo de amigos decidió ir a buscar a Quetzalín para invitarlo a compartir un picnic con ellos. Caramelo usó su olfato para descubrir dónde estaba el pájaro, y muy pronto, desde lo alto de un roble, vieron a Quetzalín deslizándose en el viento con sus alas coloridas. “¡Hola, Quetzalín!” gritó Stich. Quetzalín bajó con gracia y aterrizó junto a los cuatro amigos. Todos juntos se sentaron en la hierba fresca y compartieron frutas, flores, y muchas canciones.

Quetzalín les enseñó un juego nuevo que sólo los pájaros sabían hacer: el juego del viento. Era un juego donde corrían y saltaban mientras el viento soplaba y hacía bailar a las hojas y pétalos a su alrededor. Pompón, May, Caramelo y Stich se rieron mucho intentando atraparlas. En ese momento, los cuatro amigos comprendieron que la verdadera magia estaba en estar juntos y disfrutar de cada momento.

El día pasó volando como las alas de Stich, y cuando el sol empezó a esconderse detrás de las montañas, los cinco amigos se despidieron con grandes abrazos y promesas de volver a verse muy pronto.

Antes de que cada uno regresara a su hogar, Quetzalín les regaló a Stich, May, Caramelo y Pompón unas hermosas plumas de colores. “Estas plumas son un símbolo de nuestra amistad y de que siempre volaremos juntos, aunque sea con el corazón”, les dijo con una sonrisa. Cada uno guardó su pluma con mucho cariño, y se sintieron muy felices y orgullosos de ser amigos tan especiales.

Desde ese día, Stich, May, Caramelo y Pompón aprendieron que la amistad es como tener alas para volar libres por el mundo, porque con amigos a nuestro lado nunca estamos solos. Y así, cada mañana, cuando el sol asomaba por el bosque, ellos se reunían para cantar, saltar, correr y jugar, recordando que la verdadera aventura está en compartir momentos felices con quienes queremos.

Y colorín colorado, esta historia de alas, amigos y juegos ha terminado.

La amistad siempre nos ayuda a sentirnos fuertes y felices, y con amigos al lado, cada día puede ser una hermosa aventura para descubrir y disfrutar.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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