Benny era una pequeña abeja que vivía en una colmena llena de vida y color. En su hogar, un lugar dulce y acogedor, Benny pasaba los días zumbando de flor en flor, recolectando néctar y polen. Era un lugar muy especial, porque estaba rodeado de un jardín floreciente, lleno de flores de todos los colores que uno pudiera imaginar: rosas rojas, girasoles amarillos, violetas moradas y claveles de todos los tonos. Todo el mundo en la colmena conocía a Benny, ya que era muy trabajadora y siempre tenía una sonrisa en su rostro.
Un día, mientras Benny volaba alegremente por el jardín, decidió que quería hacer algo especial para ayudar a sus amigos en la colmena. Aunque todos trabajaban mucho recolectando néctar, Benny pensó que sería genial tener una gran fiesta para celebrar su trabajo. Así que se puso a pensar en cómo podría organizarlo. «Necesitaré muchas flores para hacer decoraciones», pensó Benny y, con ese pensamiento en mente, se lanzó a buscar las flores más hermosas del jardín.
Mientras volaba por el jardín, vio a su amigo Tito, un alegre y curioso saltamontes. Tito siempre estaba saltando de un lado a otro, jugando y explorando. Benny lo saludó con un zumbido amistoso. “¡Hola, Tito! Estoy planeando una fiesta para la colmena y necesito diferentes flores para decorar. ¿Te gustaría ayudarme?” Tito, emocionado por la idea de la fiesta, aceptó sin pensarlo dos veces. “¡Sí, claro! ¡Vamos a recolectar las flores más bonitas!” dijo, saltando de alegría.
Comenzaron a recorrer el jardín, eligiendo las flores más coloridas. Mientras Benny volaba de flor en flor, Tito saltaba y se aseguraba de que Benny no se perdiera ninguna. La amistad entre ellos iba creciendo con cada pétalo que recolectaban. Pero cuando estaban a punto de llenar su canasta con flores, apareció una mariposa llamada Lila. Lila era una mariposa grande y hermosa, con alas que brillaban como el sol. Cuando vio a Benny y Tito recogiendo flores, se acercó a ellos curiosa. “¿Qué están haciendo, amigos?” preguntó Lila, revoloteando a su alrededor.
“Estamos recolectando flores para la gran fiesta que Benny está organizando en la colmena”, explicó Tito emocionado. “¿Te gustaría ayudar?” Lila, entusiasmada con la idea de una fiesta, aceptó de inmediato. “¡Me encantaría! Además, puedo ayudar a que las flores queden aún más bellas con mis alas”, dijo con una sonrisa. Así que juntos continuaron su tarea, ahora como un gran equipo.
Mientras recogían flores, Benny tuvo una idea aún mejor. “¿Por qué no hacemos una competición de quien recolecta las flores más bonitas?” preguntó, con su voz llena de emoción. Tito y Lila estaban muy de acuerdo con la idea. Así que organizaron una pequeña competición. Benny voló, Tito saltó, y Lila danzó en el aire para elegir las flores más originales. Benny, siendo una abeja muy observadora, decidió ir a buscar las flores escondidas detrás de las rocas, mientras que Tito, con su gran salto, se adentró en los arbustos. Lila revoloteaba entre las flores más altas, usando sus alas brillantes para buscar colores vibrantes.
El tiempo pasó volando, y al final del día, se reunieron para ver lo que cada uno había recolectado. Benny había traído unas flores muy especiales: unas orquídeas con tonos morados y verdes, que brillaban como joyas. Tito había encontrado unas flores amarillas que parecían pequeñas estrellas. Lila, por su parte, había recogido unas margaritas blancas que le daban un toque especial a la combinación. Todos estaban felices con los resultados, y aseguraron que la fiesta sería magnífica gracias a su trabajo en equipo.
Pero mientras admiraban sus flores, se dieron cuenta de que algo no estaba bien. Las flores del jardín, aunque hermosas, estaban empezando a marchitarse. “¡Oh, no!” exclamó Benny. “¿Qué está pasando? ¿Por qué están marchitas?” Tito, preocupado, se acercó a una flor que parecía cansada. “Parece que necesitan agua y cuidados”, comentó Tito. “A veces olvidamos cuidar las flores mientras disfrutamos de ellas”.
Lila, que siempre había sido muy observadora, agregó: “Y no solo eso. También debemos recordar que necesitamos fomentar más flores para que el jardín siempre esté lleno de vida”. Benny pensó en todo lo que había dicho Lila y en lo mucho que se había concentrado en la fiesta, mientras que no había prestado atención a lo que el jardín necesitaba. “Deberíamos ayudar a que las flores se recuperen, tenemos que cuidar nuestro hogar. Sin flores no habría fiesta”, sugirió Benny decidido.
Fue entonces cuando el trío decidió unirse para salvar su jardín. En lugar de seguir con la competencia, se pusieron a trabajar. Benny comenzó a volar hacia el arroyo para recoger agua en sus pequeñas patas. Tito, con su energía desbordante, se lanzó a buscar hojas y tierra para enriquecer el suelo. Lila, con su elegancia, revoloteaba por el jardín, buscando las flores que necesitaban más ayuda y polinizándolas. Se hicieron un gran equipo, se animaban entre ellos y trabajaban con mucha dedicación.
Poco a poco, las flores comenzaron a revivir. El jardín, que antes había estado marchito, pronto volvió a llenarse de colores brillantes y aromas dulces. Benny nunca había visto su jardín tan hermoso. Mientras trabajaban juntos, aprendieron sobre el cuidado del medio ambiente y la importancia de cuidar lo que nos rodea. “¡Es tan hermoso ver cómo las flores responden a nuestro esfuerzo!” dijo Benny, con una sonrisa brillante en su carita. “Y ahora podemos tener una verdadera fiesta para celebrar nuestra amistad y el hermoso jardín que hemos ayudado a florecer”.
Finalmente, cuando el jardín estuvo lleno de vida de nuevo, Benny, Tito y Lila decidieron celebrar su fiesta. Invitaron a todas las abejas de la colmena, así como a otros insectos que vivían en el jardín. Fue una fiesta maravillosa, llena de risas, juegos y, por supuesto, de deliciosos manjares hechos con néctar recogido de las flores. Las mariposas danzaban alrededor, y los saltamontes hacían carreras por el suelo. Benny, con su gran sonrisa, sabía que no solo habían salvado el jardín, sino que también habían fortalecido su amistad.
A medida que la luna comenzaba a brillar en el cielo, Benny se sentó con Tito y Lila para reflexionar sobre todo lo que había sucedido. “Hoy aprendí algo muy importante”, dijo Benny. “No solo se trata de celebrar y disfrutar; también debemos cuidar de nuestra casa, del medio ambiente y de quienes nos rodean”. Tito y Lila asintieron, entendiendo lo mucho que habían crecido como amigos y como cuidadores de la naturaleza.
La fiesta continuó, llena de risas y música, pero lo más hermoso era la sensación de unión que había entre todos. Benny se dio cuenta de que juntos, podían enfrentar cualquier desafío. Desde aquel día, hicieron un pacto: cuidarían siempre del jardín y disfrutarían de las maravillas que la naturaleza les ofrecía.
Y así, Benny, Tito y Lila se convirtieron en los mejores amigos y guardianes del jardín, enseñando a otros a cuidar el entorno y a celebrar la amistad, porque sabían que el verdadero tesoro no era solo la fiesta, sino todo lo que habían logrado juntos. Fin.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.