Cuentos de Animales

El Gran Acto de Amistad

Lectura para 10 años

Tiempo de lectura: 4 minutos

Español

Puntuación:

0
(0)
 

Compartir en WhatsApp Compartir en Telegram Compartir en Facebook Compartir en Twitter Compartir por correo electrónico
0
(0)

En un pequeño pueblo rodeado de montañas y bosques, vivían tres grandes amigos: Ania, Ringo y Shark. Aunque venían de mundos muy diferentes, su amistad era tan fuerte que nada podría separarlos. Ania era una niña de cabello corto y castaño, llena de energía y curiosidad. Ringo, su perro, siempre estaba a su lado, un compañero leal con un pelaje dorado y unos ojos brillantes llenos de cariño. Y Shark, aunque su nombre pudiera asustar a algunos, era un tiburón amigable y sabio, que se había quedado varado en el río cercano después de una tormenta, pero que, por suerte, encontró una nueva vida junto a sus amigos.

Un día, después de una mañana jugando en el parque, Ania y Ringo paseaban por el sendero que bordeaba el bosque cuando, de repente, escucharon un débil llanto. Siguiendo el sonido, llegaron a un pequeño claro, donde encontraron a un conejito atrapado entre unas zarzas. El pobre animalito estaba asustado y no podía moverse. Sin pensarlo dos veces, Ania se agachó y, con mucho cuidado, comenzó a liberar al conejito de las zarzas, mientras Ringo se sentaba junto a ella, como si la estuviera apoyando con su presencia.

«¡No te preocupes! Te ayudaremos,» le dijo Ania al conejito, que la miraba con ojos agradecidos.

Tan pronto como el conejito estuvo libre, Ania lo sostuvo en sus brazos y lo acarició para tranquilizarlo. Ringo, al ver que su amiga estaba tan concentrada, se tumbó en el suelo, esperando pacientemente. Fue entonces cuando Shark, que solía nadar en el río cercano, apareció a lo lejos y se acercó al grupo.

«¿Qué pasa aquí?» preguntó Shark con su voz grave, pero amable.

«Este conejito se ha quedado atrapado entre las zarzas, pero ya lo hemos liberado,» explicó Ania, aún acariciando al conejito.

Shark sonrió y se acercó. «Qué valientes sois. Ayudar a los demás es una de las cosas más bonitas que se pueden hacer. Pero… ¿qué haremos con él ahora?»

Ania pensó por un momento y luego miró al conejito. «Podemos llevarlo a casa y darle un lugar seguro donde pueda descansar. Después, podemos ver qué más necesita.»

Ringo ladró con entusiasmo, como si estuviera de acuerdo con la idea. «¡Vamos, vamos! Yo me encargaré de vigilarlo,» dijo, moviendo la cola.

Los tres amigos, con el conejito en brazos, comenzaron a caminar de regreso hacia la casa de Ania. Aunque el sol comenzaba a ponerse, el ambiente era cálido y lleno de risas. Ringo saltaba de un lado a otro, Shark caminaba tranquilamente, y Ania se aseguraba de que el conejito estuviera cómodo. Mientras caminaban, Shark les contó historias de sus aventuras en el mar y de cómo había aprendido a valorar la amistad y la bondad. Ania escuchaba con atención, fascinada por los relatos de su amigo marino, mientras Ringo parecía disfrutar de cada palabra.

Al llegar a casa, Ania preparó una pequeña caja con cojines suaves para que el conejito pudiera descansar. Le dio agua fresca y algunas zanahorias que había recogido en el jardín. «Aquí estás a salvo, pequeño,» dijo Ania, y el conejito, después de un rato, empezó a relajarse y a disfrutar de su nuevo hogar.

Esa noche, mientras Ania y sus amigos se sentaban a cenar, pensaron en lo que habían hecho. Habían ayudado a un ser vivo, algo que los llenaba de orgullo. Sin embargo, algo más importante les rondaba la cabeza: ayudar a los demás no solo se trata de rescatar a quienes lo necesitan, sino también de estar allí cuando un amigo lo necesita, sin esperar nada a cambio.

El siguiente día, Ania, Ringo y Shark decidieron que no solo iban a ayudar a animales en apuros. Querían que su pequeño pueblo se convirtiera en un lugar donde todos pudieran ayudarse mutuamente. Se pusieron a pensar en cómo podían hacerlo, y después de un rato, llegaron a una gran idea.

«Vamos a organizar un día de ayuda en el parque,» propuso Ania con una sonrisa. «Podemos invitar a todos los que necesiten algo, y todos los que quieran ayudar. Ayudaremos a plantar árboles, limpiar el parque, hacer comida para los más mayores… ¡Todo lo que podamos!»

Ringo ladró emocionado. «¡Eso suena genial! ¡Vamos a hacerlo!»

Shark, con su sabia perspectiva, asintió con aprobación. «Ayudar a los demás es el verdadero significado de la amistad. No solo se trata de estar con tus amigos cuando te sientes bien, sino también cuando necesitan apoyo.»

Y así fue como, gracias a la amistad de Ania, Ringo y Shark, el parque se llenó de personas dispuestas a ayudar. Los niños plantaron árboles, las familias se unieron para recoger basura, y muchos vecinos llevaron comida a los hogares más necesitados. Todo el pueblo participó en la gran jornada de ayuda, y el día terminó con una fiesta donde todos celebraron juntos.

Esa noche, mientras se sentaban bajo las estrellas, Ania miró a sus amigos y les dijo: «Hoy ha sido uno de los días más felices de mi vida. Nos ayudamos unos a otros, y el parque nunca estuvo tan bonito.»

«Y lo mejor de todo,» añadió Shark, «es que esto no termina aquí. Siempre podemos ayudar a los demás, y así, nuestra amistad será más fuerte que nunca.»

Ringo ladró una vez más, como si estuviera de acuerdo con todo lo dicho, y los tres amigos se quedaron mirando las estrellas, sabiendo que el verdadero valor de la amistad no está en lo que uno puede recibir, sino en lo que uno puede dar.

Fin.

image_pdfDescargar Cuentoimage_printImprimir Cuento

¿Te ha gustado?

¡Haz clic para puntuarlo!

Comparte tu historia personalizada con tu familia o amigos

Compartir en WhatsApp Compartir en Telegram Compartir en Facebook Compartir en Twitter Compartir por correo electrónico

Cuentos cortos que te pueden gustar

autor crea cuentos e1697060767625
logo creacuento negro

Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

Deja un comentario