En un alegre pueblo pintado de colores vivía una niña llamada Carlota, con su cabello castaño y sus ojos brillantes como estrellas. Carlota tenía tres años, y amaba el color naranja, el sabor del chocolate, y cantar con todo su corazón. Su canción favorita era el himno de su pueblo, una melodía que llenaba las calles de alegría.
Carlota asistía al colegio Señora de la Luz, un lugar mágico donde cada día era una nueva aventura. Allí, Carlota tenía muchos amigos, pero su mejor amigo era Asier. Juntos, se embarcaban en innumerables aventuras, imaginando mundos increíbles y viviendo historias fascinantes.
En casa, Carlota compartía juegos y risas con su hermano mayor, Antonio. Antonio siempre tenía tiempo para Carlota, y juntos construían castillos de almohadas y navegaban por mares de sábanas en su habitación.
La maestra de Carlota, Marta, era una mujer sabia y cariñosa. En su clase, Carlota y sus amigos aprendían sobre las letras, los números, y las maravillas del mundo que los rodeaba. Marta enseñaba con amor, y cada día era una nueva oportunidad para aprender jugando.
Los abuelos de Carlota vivían cerca, en una casita rodeada de jardines y árboles frutales. Tenían un perro, Mago, un amiguito de orejas largas y suaves que siempre movía su cola al ver a Carlota. Cada visita a los abuelos era una fiesta para Carlota, llena de juegos y risas junto a Mago.
Un día, en el colegio, Marta anunció una emocionante noticia: iban a realizar una obra de teatro. Carlota y sus amigos estaban emocionados. La obra sería sobre un bosque encantado, y todos tendrían que actuar como animales del bosque.
Carlota fue elegida para ser una mariposa naranja, su color favorito. Asier sería un conejo listo y ágil, saltando y correteando por el escenario. Antonio ayudaría con la decoración, pintando árboles y flores en grandes telones de fondo.
Los días previos a la obra estuvieron llenos de ensayos y preparativos. Carlota practicaba sus movimientos de mariposa, girando y revoloteando por la sala, mientras Asier saltaba y hacía piruetas como un conejo. Juntos, creaban una danza mágica que encantaría a todos los que la vieran.
Llegó el gran día. El escenario del colegio se transformó en un bosque de ensueño, con árboles pintados y flores de colores. Los niños, disfrazados de animales, esperaban nerviosos detrás del telón.
La música comenzó, y el telón se abrió. Carlota, con sus alas naranjas, entró en escena. Volaba de un lado a otro, mostrando su belleza y gracia. Asier, el conejo, saltaba y corría, llenando el escenario de energía y alegría. Antonio observaba desde bambalinas, orgulloso de su hermana y su amigo.
La obra fue un éxito rotundo. Los padres y maestros aplaudieron con entusiasmo, y los niños se sintieron como verdaderas estrellas. Al final, Marta felicitó a todos por su esfuerzo y dedicación.
Después de la obra, Carlota y sus amigos celebraron con una fiesta en el jardín de los abuelos. Mago, feliz y emocionado, corría entre ellos, participando en la alegría. Hubo chocolate y jugo de naranja, y todos cantaron el himno del pueblo, con Carlota liderando la canción.
Esa noche, antes de dormir, Carlota pensó en lo maravilloso que había sido el día. Se dio cuenta de que, con esfuerzo y la ayuda de sus amigos y familiares, podía lograr cosas increíbles. Se durmió con una sonrisa, soñando con nuevas aventuras y mariposas naranjas.
Carlota aprendió que la amistad, el amor y la creatividad pueden transformar cualquier día en una aventura inolvidable. Cada día en el colegio, cada juego con Antonio, cada visita a los abuelos, era una oportunidad para vivir algo especial.
Así, Carlota continuó creciendo, explorando y aprendiendo. Cada día era una nueva aventura, cada momento una nueva historia. Y en su corazón, siempre llevaba la alegría de ser una mariposa naranja, volando libre y feliz en el escenario de la vida.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.