Cuentos de Animales

El Primer Día de Escuela de Oso Gustavo

Lectura para 10 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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En un acogedor claro del bosque, donde las flores silvestres saludaban al sol cada mañana y las abejas zumbaban contentas, vivía una pequeña familia de osos. Esta mañana era especial para uno de ellos, pues Oso Gustavo, el más joven de la familia, estaba a punto de comenzar su primer día de escuela.

Papa Oso, con sus grandes anteojos y una sonrisa aún más grande, desayunó junto a Gustavo. «Recuerda ser valiente y curioso», le dijo con un guiño antes de partir al trabajo. Mama Osa, por su parte, había preparado con amor los panqueques favoritos de Gustavo, adornados con un generoso chorrito de miel fresca de abeja, dándole el mejor inicio posible a su gran día.

Con el estómago lleno y el corazón emocionado, Gustavo y Mama Osa se pusieron en camino hacia la escuela. Caminaron por senderos nuevos para Gustavo, pasando junto a un cristalino lago y un antiguo molino que giraba perezosamente al ritmo del viento matutino. «La escuela está justo detrás de ese bosquecillo», explicó Mama Osa, señalando más allá de un grupo de altos pinos que parecían tocar el cielo.

Al llegar, una figura alta y elegante los recibió. Era la Profesora Jirafa, con sus grandes ojos amables y un collar de hojas de acacia que colgaba alrededor de su largo cuello. «¡Bienvenido, Gustavo!» Exclamó con entusiasmo, agachándose para estar a nivel de los ojos del pequeño oso. Gustavo, aunque nervioso, se sintió inmediatamente más tranquilo gracias a la cálida bienvenida.

La clase de números empezó poco después de que todos los pequeños alumnos se acomodaran en sus pintorescos pupitres de madera. Gustavo estaba fascinado con todo, desde los coloridos carteles en las paredes hasta las caras nuevas de sus compañeros. Sin embargo, su fascinación se vio interrumpida por una pequeña abeja que zumbaba curiosamente alrededor de su cabeza, atraída quizás por el dulce olor de la miel que aún perduraba en sus pensamientos.

Cuando la Profesora Jirafa preguntó a Gustavo cuánto era dos más dos, él, distraído por la abeja, solo pudo balbucear una respuesta incorrecta. Algunos de sus nuevos compañeros no pudieron evitar reír, y Gustavo se sintió un pequeño punto de vergüenza crecer dentro de él.

Esa tarde, de camino a casa, Gustavo le contó a Mama Osa todo sobre su día, incluyendo el incidente embarazoso con la abeja y la pregunta de matemáticas. Mama Osa escuchó atentamente y luego, con una sonrisa comprensiva, compartió una historia de su propia infancia, cuando ella también se sintió avergonzada en la escuela. «Lo importante es aprender de nuestros errores y siempre intentarlo de nuevo», le aseguró a Gustavo.

Al día siguiente, armado con el consejo de su madre y un renovado sentido de determinación, Gustavo regresó a la escuela. A pesar de que la misma abeja parecía decidida a convertirse en su amiga, Gustavo logró concentrarse en la lección del día. Cuando la Profesora Jirafa le preguntó, esta vez sobre la suma de tres y cuatro, Gustavo respondió con confianza y correctamente.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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