Había una vez, en un estanque muy bonito, un sapo llamado Pepe y una rana llamada Juana. Pepe y Juana se conocieron hace una semana y desde entonces se hicieron muy buenos amigos. Les encantaba pasar tiempo juntos y siempre encontraban cosas divertidas para hacer.
Un día, decidieron ir al mercado. Pepe y Juana saltaron de alegría mientras se dirigían hacia allí. En el mercado, había muchas frutas y verduras coloridas. Pepe y Juana compraron manzanas rojas y jugosas. Después de comprar las manzanas, regresaron al estanque y decidieron dormir la siesta en una ventana. Era un día perfecto, y la brisa suave los ayudó a dormir plácidamente.
La siguiente semana, Pepe y Juana descubrieron que compartían una pasión por la música. Pepe tocaba el piano con sus patas verdes, y Juana tocaba el violín con gracia. Pasaban horas tocando melodías alegres junto al estanque. Después de un día de música, decidieron dormir la siesta en un maletín que encontraron cerca del agua. Era cómodo y acogedor, y se durmieron rápidamente, soñando con nuevas canciones para tocar juntos.
Cuando pasaron tres semanas desde que se conocieron, Pepe y Juana decidieron aprender a bailar la conga. Practicaron todos los días y pronto se volvieron expertos en el baile. Un día, mientras bailaban con mucho estilo, conocieron a un cocodrilo llamado Coco. Coco se convirtió en su amigo y disfrutaba viendo a Pepe y Juana bailar. Juntos, los tres amigos se divertían mucho en el estanque.
Después de un mes, Pepe y Juana decidieron que era hora de encontrar un hogar juntos. Encontraron un hermoso ciprés junto al estanque y construyeron una casa allí. Les encantaba vivir juntos bajo el ciprés, donde podían ver las estrellas por la noche y disfrutar del sol durante el día.
Pepe y Juana también disfrutaban mucho mojar sus pies en los charquitos del estanque. Les encantaba sentir el agua fresca y salpicarse mutuamente. Cada día era una nueva aventura para ellos, ya fuera explorando el bosque cercano, tocando música, bailando o simplemente disfrutando de la compañía del otro.
Pepe y Juana se dieron cuenta de que su amistad era muy especial. No solo se divertían juntos, sino que también se apoyaban mutuamente en todo momento. Cuando uno estaba triste, el otro siempre estaba allí para hacerlo sentir mejor. Su amistad creció y se fortaleció con cada día que pasaba.
Un día, Pepe y Juana decidieron organizar una gran fiesta en el estanque para celebrar su amistad. Invitaron a todos sus amigos: Coco el cocodrilo, Lolo la libélula, Tito la tortuga y muchos más. Decoraron el estanque con flores y luces, y prepararon deliciosas comidas, como las manzanas rojas que compraron en el mercado.
Durante la fiesta, Pepe tocó el piano y Juana el violín. Todos los amigos bailaron y cantaron juntos, disfrutando de una noche mágica bajo las estrellas. Fue una fiesta inolvidable, llena de risas y alegría.
Al final de la fiesta, Pepe y Juana se sentaron junto al ciprés, mirando el cielo estrellado. Estaban agradecidos por haberse conocido y por todas las aventuras que habían vivido juntos. Sabían que, sin importar lo que el futuro les deparara, siempre tendrían su amistad para apoyarse y compartir momentos felices.
Con el paso del tiempo, Pepe y Juana continuaron viviendo juntos bajo el ciprés, explorando el mundo y haciendo nuevos amigos. Cada día traía una nueva aventura y una nueva razón para sonreír. Y así, el sapo Pepe y la rana Juana vivieron felices para siempre, disfrutando de la belleza de la naturaleza y la calidez de su amistad.
Fin.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.