Cuentos de Animales

La amistad que unió al reino de las BESTIAS

Lectura para 4 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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Había una vez, en un hermoso y vasto reino conocido como el Reino de las Bestias, un león llamado Leo que era conocido por todos como el rey de la selva. Leo tenía una hermosa melena dorada que brillaba bajo el sol y era fuerte, amable y justo. Sin embargo, había un pequeño problema: a pesar de su gran poder y majestad, Leo se sentía un poco solo. Aunque todos los animales en el reino lo respetaban, él deseaba tener amigos con quienes jugar y compartir aventuras.

Un día, mientras paseaba por el bosque, Leo escuchó un ruidito extraño que venía de detrás de unos arbustos. Curioso, se acercó y, al apartar las ramas, vio a un pequeño ratón llamado Raty. Raty era diminuto y tenía un suave pelaje gris, ojos grandes y vivos, y una colita que se movía rápidamente. Estaba tratando de alcanzar una nuez que se había caído al suelo.

«¡Hola, pequeño amigo! ¿Necesitas ayuda?», preguntó Leo con una sonrisa. Raty se asustó un poco al ver al gran león, pero cuando vio la sonrisa amable de Leo, se sintió más tranquilo. «¡Hola! Soy Raty, y sí, me encantaría un poco de ayuda», respondió el ratón.

Leo, con un movimiento de su pata, levantó la nuez y se la entregó a Raty. El pequeño ratón saltó de alegría. «¡Gracias, Leo! Eres muy amable. ¿Te gustaría ser mi amigo? Me encantaría jugar contigo», dijo Raty emocionado.

«Claro que sí», contestó Leo. «Me encantaría tener un amigo». Desde ese día, Leo y Raty comenzaron a jugar juntos. Corrieron a través del bosque, exploraron cuevas, y disfrutaron de deliciosos banquetes de frutas y nueces. Aunque Leo era mucho más grande que Raty, la diferencia de tamaño nunca fue un problema. Se hacían reír a carcajadas con los juegos que inventaban.

Un día, mientras estaban jugando cerca del río, un perro llamado Bruno, que vivía en una granja cercana, pasó por allí. Bruno era un perro amistoso y juguetón, con un pelaje marrón claro y orejas grandes que se movían al correr. Cuando vio a Leo y Raty jugando, se acercó con curiosidad. «¡Hola! ¿Qué están haciendo?», preguntó Bruno, moviendo su cola.

«¡Hola! Soy Leo, y este es mi amigo Raty. Estamos jugando y explorando», respondió el león. «¿Te gustaría unirte a nosotros?»

«¡Me encantaría!», dijo Bruno, saltando de alegría. Desde ese día, los tres se convirtieron en un gran equipo. Juntos iban al río a nadar, corrían por los prados y hasta compartían historias alrededor de una fogata. Leo los protegía de cualquier peligro, Raty siempre hacía reír a sus amigos con sus ocurrencias, y Bruno era el que ideaba las mejores aventuras.

Un día, mientras exploraban el bosque, se encontraron con un lugar que nunca habían visto antes. Era un claro lleno de hermosas flores de colores y un árbol enorme en el centro. De repente, escucharon un tenue llanto que provenía del árbol. Se acercaron y vieron a una pequeña tortuga que estaba atrapada entre las raíces del árbol.

«¡Ayuda!», clamó la tortuga con una voz suave. «No puedo salir, estoy atascada». Leo, Raty y Bruno se miraron preocupados. Sabían que debía ser complicado ayudarla, pero no podían dejarla sola.

«Vamos a ayudarla», dijo Leo decidido. «Raty, tú puedes meterte entre las raíces y ver cómo está. Bruno, tú empuja el tronco suavemente para liberar a la tortuga». Los dos amigos asintieron y se pusieron a trabajar.

Raty se metió entre las raíces y, con mucho cuidado, trató de ayudar a la tortuga. Mientras tanto, Bruno empujaba el tronco con todas sus fuerzas. «¡Uno, dos, tres!», gritó Leo y, con un gran esfuerzo, logró mover el tronco un poco más. Finalmente, después de mucho trabajo en equipo, la tortuga fue liberada.

«¡Gracias! ¡Gracias! Son los mejores amigos que alguien podría tener!», exclamó la tortuga, feliz y agradecida. «Soy Tuli, y estaba muy asustada, pero ahora estoy libre gracias a ustedes».

Leo, Raty y Bruno sonrieron. «Siempre ayudaremos a nuestros amigos”, dijo Leo con orgullo. En ese instante, se dieron cuenta de lo importante que era la amistad y el trabajo en equipo. Habían aprendido que juntos podían lograr cosas que nunca habrían imaginado hacer solos.

Desde aquel día, Leo, Raty, Bruno y Tuli se volvieron inseparables. Pasaban los días explorando el reino, ayudando a otros animales y viviendo emocionantes aventuras. A veces, también se sentaban a hablar sobre sus miedos y sueños, fortaleciendo así su amistad. Leo ya no se sentía solo, porque tenía dos amigos de los que cuidarse y que lo cuidaban a él.

Una tarde, mientras contemplaban un hermoso atardecer, Leo dijo: «El amor y la amistad son más fuertes que cualquier cosa. No importa cuán grandes o pequeños seamos, lo que realmente importa es el corazón». Raty y Bruno asintieron con una sonrisa. «Sí, eso es lo que nos hace fuertes», agregó el perro, mientras que Tuli asintió también.

Así, el Reino de las Bestias se llenó de risas, juegos y aventuras, gracias a la amistad de un león, un ratón, un perro y una tortuga. Todos los animales aprendieron que la amistad no depende del tamaño ni de la apariencia, sino del cariño y el respeto que se tienen unos a otros. Juntos, demostraron que, a pesar de ser diferentes, podían ser los mejores amigos y hacer cosas maravillosas.

Y así, en el reino de las Bestias, la amistad brilló como el sol, iluminando el camino de todos los que se atrevían a soñar y a compartir. Y colorín colorado, esta historia se ha acabado.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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