En una selva profunda y misteriosa, donde los árboles se entrelazaban formando un techo verde casi impenetrable, vivía Pocoyin, un pequeño pollito de color verde con manchas azules oscuras. Pocoyin era conocido por todos en la selva por su valentía, aunque a veces su torpeza lo llevaba a situaciones inesperadas.
Un día, mientras exploraba cerca de un pantano sombrío, Pocoyin fue sorprendido por Feloz, una tortuga terrestre con un caparazón negro y piel naranja. Feloz era la villana de la selva, alta como las palmas y con dientes afilados como cuchillos. Siempre buscaba la manera de atormentar a los más pequeños y débiles.
—¡Ah, Pocoyin! Hoy es tu día de mala suerte —gruñó Feloz con una sonrisa malvada, empujando al pequeño pollito hacia el pantano con un golpe de su poderosa pata.
Pocoyin cayó rodando por el lodo, incapaz de detenerse hasta quedar atrapado en el fango espeso del pantano. Mientras luchaba por liberarse, sus pensamientos volaron hacia su amigo, Aguantin, una mariposa de colores arcoíris con antenas demasiado largas, quien a pesar de su timidez, siempre estaba dispuesto a ayudar.
—¡Aguantin, ayuda! —chilló Pocoyin, esperando que su amigo estuviera cerca.
Desde una rama alta, Aguantin observaba la escena con horror. Sabía que debía hacer algo, pero su timidez a menudo le impedía actuar con rapidez. Sin embargo, recordando todas las veces que Pocoyin había estado a su lado, tomó valor y voló hacia el pantano.
—¡No te preocupes, Pocoyin! ¡Estoy aquí! —exclamó Aguantin, lanzando una rama hacia su amigo para que se agarrara.
Justo cuando Pocoyin empezaba a escalar la rama hacia la seguridad, Feloz regresó, furiosa por ver que su plan estaba siendo frustrado.
—¡No permitiré que este pollito se escape! —rugió Feloz, lanzándose hacia Aguantin.
En un destello de colores y un revoloteo frenético, Aguantin esquivó los ataques de Feloz, distrayéndola lo suficiente para que Pocoyin pudiera salir del pantano. Una vez seguro, Pocoyin corrió hacia Feloz y, con un valiente picotazo, le dio en una pata.
—¡Ay! ¡Eso duele, pequeño insolente! —gritó Feloz, retrocediendo.
Aprovechando su sorpresa, Pocoyin y Aguantin trabajaron juntos para enredar a Feloz entre las raíces y lianas del pantano, dejándola inmovilizada. Con la villana atrapada, el dúo corrió a buscar ayuda.
Pronto, otros animales de la selva se acercaron y, viendo a Feloz capturada, decidieron llevarla ante el consejo de la selva para que decidiera su castigo. Gracias a la valentía de Pocoyin y la ayuda de Aguantin, Feloz fue exiliada a una parte distante de la selva, donde no podría molestar a nadie.
El pequeño pollito y la mariposa regresaron al corazón de la selva, recibidos como héroes. La lección que aprendieron fue clara y se convirtió en la moraleja de su aventura: ser siempre bueno con los demás, pues el destino te lo devolverá de maneras inesperadas. Y así, Pocoyin y Aguantin siguieron explorando la selva, siempre listos para una nueva aventura, sabiendo que juntos podrían enfrentar cualquier desafío que se les presentara.
Cuentos cortos que te pueden gustar
El Bosque Matemático de Oso y sus Amigos
Las Aventuras de Ranaka, Leonicio y Zapito
El Payador y sus Amigos Cantores
Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.