En un hermoso bosque lleno de árboles altos y flores coloridas, vivían tres amigos muy especiales. Uno era un conejito juguetón, siempre saltando de un lado a otro con sus largas orejas y su suave pelaje blanco. Dos era una ardilla muy curiosa, siempre trepando árboles y explorando cada rincón del bosque con su cola esponjosa y sus ojos brillantes. Tres, por otro lado, era un búho sabio, que observaba todo desde las ramas más altas y siempre tenía un consejo para sus amigos.
Una mañana soleada, Uno, Dos y Tres decidieron reunirse en su lugar favorito, un claro en el bosque donde podían jugar y charlar tranquilamente. Uno llegó primero, saltando de alegría. «¡Hola, Dos! ¡Hola, Tres! ¿Qué vamos a hacer hoy?» preguntó con entusiasmo.
Dos, que estaba trepando un árbol cercano, respondió: «¡Tengo una idea! Vamos a explorar una parte del bosque que nunca hemos visto antes. Seguro que encontraremos algo emocionante.»
Tres, desde su rama alta, asintió con su cabeza sabia. «Es una buena idea, Dos. Pero recuerden, debemos ser cuidadosos y no alejarnos demasiado. Siempre debemos mantenernos juntos.»
Y así, los tres amigos emprendieron su aventura. Caminaron y saltaron entre los árboles, admirando la belleza del bosque. Después de un rato, llegaron a un lugar que ninguno de ellos había visto antes. Era un rincón del bosque donde las flores brillaban con colores que nunca habían visto y el aire olía a miel y frutas frescas.
Uno saltaba de felicidad, disfrutando de cada nuevo descubrimiento. «¡Miren esas flores! ¡Son tan bonitas!»
Dos, con su curiosidad habitual, se acercó a investigar más de cerca. «Nunca había visto flores así. ¿Qué serán?»
Tres, observando desde una rama baja, les recordó: «Recuerden, amigos, debemos ser cuidadosos. A veces las cosas nuevas pueden ser peligrosas.»
De repente, Uno notó que Dos estaba un poco distante, explorando una flor especialmente brillante. «Dos, ¿estás bien?» preguntó.
Dos miró a Uno con ojos grandes y asintió. «Sí, solo estoy pensando en cómo estas flores pueden ser tan diferentes a las que conocemos.»
Tres, con su sabiduría, se acercó volando suavemente. «Es normal sentir curiosidad, Dos. Pero también debemos recordar que no todo lo que brilla es seguro.»
Mientras exploraban, los tres amigos comenzaron a sentir diferentes emociones. Uno se sentía feliz y emocionado, saltando de un lugar a otro. Dos, por su parte, se sentía curioso pero también un poco nervioso por las cosas nuevas que estaban descubriendo. Tres, como siempre, se mantenía calmado y atento, observando a sus amigos y el entorno.
En un momento, Dos encontró un pequeño arroyo que corría suavemente entre las piedras. «¡Miren esto! El agua es tan clara y fresca. ¿Qué tal si tomamos un poco?» sugirió.
Uno, siempre dispuesto a seguir una nueva idea, saltó hacia el arroyo. «¡Sí! ¡Vamos a beber un poco de agua fresca!»
Tres, sin embargo, los detuvo con una mirada seria pero amable. «Esperen, amigos. Antes de beber, asegúrense de que el agua es segura. No queremos enfermarnos.»
Los tres se acercaron con cuidado y Tres utilizó sus conocimientos para verificar que el agua estaba limpia y era segura para beber. Después de asegurarse, los tres amigos disfrutaron de un refrescante sorbo de agua del arroyo.
Después de un rato, se sentaron juntos en una roca grande para descansar. Uno, todavía lleno de energía, empezó a contar chistes y hacer reír a sus amigos. «¿Qué hace una abeja en el gimnasio? ¡Zum-ba!» dijo, y todos rieron.
Dos, aunque divertido, seguía pensando en las nuevas cosas que habían descubierto. «Es increíble cuántas cosas nuevas podemos encontrar en el bosque. Me pregunto qué más habrá.»
Tres, con una sonrisa sabia, respondió: «El bosque es grande y está lleno de sorpresas. Lo importante es que siempre estemos juntos y cuidemos unos de otros.»
Mientras descansaban, comenzaron a escuchar un suave murmullo en el aire. Era como una canción lejana que venía de lo profundo del bosque. Los tres amigos se quedaron en silencio, escuchando con atención.
«¿Qué será eso?» preguntó Uno, con los ojos muy abiertos.
«No lo sé,» respondió Dos, «pero suena hermoso.»
Tres, siempre sabio, sugirió: «Podríamos ir a ver de dónde viene, pero recuerden, debemos ser cuidadosos.»
Con cautela, siguieron el sonido, adentrándose más en el bosque. Pronto encontraron un claro donde un grupo de animales estaba reunido, cantando y bailando alegremente. Había ciervos, zorros, y muchos otros animales del bosque, todos disfrutando de la música y la compañía.
Uno, Dos y Tres se unieron a la fiesta, cada uno disfrutando a su manera. Uno saltaba y bailaba, mostrando su alegría. Dos exploraba el lugar, conociendo nuevos amigos y descubriendo cosas interesantes. Tres observaba todo con una sonrisa, disfrutando de ver a sus amigos felices.
La fiesta continuó hasta que el sol comenzó a ponerse. Los animales se despidieron y regresaron a sus hogares. Uno, Dos y Tres, cansados pero felices, también decidieron regresar a su claro favorito.
Mientras caminaban de regreso, hablaron sobre las emociones que habían sentido durante el día. Uno habló sobre lo feliz que se sentía al descubrir cosas nuevas y hacer reír a sus amigos. Dos compartió su curiosidad y cómo, a veces, también sentía un poco de miedo al enfrentar lo desconocido. Tres, con su sabiduría habitual, les recordó la importancia de estar juntos y apoyarse mutuamente.
Cuando llegaron a su claro, se acomodaron para descansar. Uno, con una sonrisa, dijo: «Hoy fue un día increíble. Me alegra que estemos juntos.»
Dos asintió, «Sí, aprendimos mucho y nos divertimos.»
Tres, con una mirada sabia, concluyó: «Así es, amigos. La verdadera aventura está en las emociones que compartimos y en cómo cuidamos unos de otros.»
Y así, bajo el cielo estrellado, Uno, Dos y Tres se quedaron dormidos, soñando con nuevas aventuras y sabiendo que, mientras estuvieran juntos, podrían enfrentar cualquier cosa que el bosque les ofreciera.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.