En un rincón secreto de la selva, donde las flores cantaban y los árboles danzaban con el viento, vivían tres criaturas muy especiales: Balta, la leona verde con pelaje abultado y garras afiladas; Anacleta, la hormiga negra pequeña y orgullosa; y Juan, el caballo negro con alas rojas y rayas del mismo color que volaba a través de la selva como un destello en la noche.
Balta, a pesar de su apariencia feroz, era tímida y gentil. Le gustaba pasear por la selva, admirando la belleza de su hogar y cuidando de las criaturas más pequeñas. Juan, por su parte, era aventurero y valiente, siempre listo para explorar cada rincón de su vasto hogar. Juntos formaban un dúo insuperable, admirados y queridos por todos en la selva.
Sin embargo, Anacleta la hormiga, no compartía el cariño general por la pareja. Dentro de su pequeño corazón negro, la envidia hacia Balta y Juan crecía cada día más. Aunque era una trabajadora incansable, líder de su colonia, y respetada por su inteligencia, deseaba la atención y admiración que recibían la leona y el caballo.
Un día, mientras Balta descansaba bajo la sombra de un árbol frondoso y Juan bebía agua del río, Anacleta se acercó sigilosamente. Con palabras melosas, intentó convencer a Balta de que Juan no era un buen compañero para ella.
—Balta, ¿no has notado que Juan vuela cada vez más lejos? Tal vez no sea tan leal como parece —susurró Anacleta con voz seductora.
Balta, sorprendida por las palabras de Anacleta, no supo qué responder. Miró hacia donde Juan jugaba alegremente con unos colibríes, su risa llenando el aire. No, ella confiaba en Juan, pero la semilla de la duda ya estaba plantada.
Mientras tanto, Anacleta también se dirigió a Juan con una historia inventada, alegando que Balta consideraba que sus vuelos eran una escapatoria de su relación. Juan, con su corazón tan grande como sus alas, se sintió herido y confundido. La armonía entre ellos empezó a desvanecerse, teñida por las mentiras de Anacleta.
Pero una noche, cuando la luna iluminaba la selva con su luz plateada, Juan y Balta, ambos llenos de tristeza, se encontraron junto al río. Las palabras de Anacleta resonaban en sus mentes, pero el reflejo de la luna en el agua les mostró la verdad que sus corazones ya conocían.
—Balta, yo nunca querría estar lejos de ti. Vuelo alto para traerte las estrellas, no para escapar de nuestro amor —dijo Juan, extendiendo una de sus majestuosas alas sobre Balta.
—Y yo, Juan, confío en ti más que en el viento que mece las copas de los árboles. No dejaré que las palabras de otros ensombrezcan lo que es verdadero —respondió Balta, acercándose para apoyar su cabeza contra el pecho de Juan.
Juntos, decidieron enfrentar a Anacleta. Al día siguiente, con la selva como testigo, le expusieron cómo sus acciones habían estado guiadas por la envidia. Anacleta, al verse descubierta, sintió una gran vergüenza.
—He dejado que mis malos pensamientos me lleven por un camino oscuro —admitió Anacleta, sus antenas bajando en señal de remordimiento.
Balta y Juan, con la bondad que caracterizaba a los habitantes de la selva, ofrecieron su amistad a Anacleta, ayudándola a entender que cada criatura es única y que todos merecen respeto y amor.
Desde ese día, Anacleta trabajó no solo por ser una líder para su colonia, sino también una amiga leal para todos en la selva. Balta y Juan, por su parte, continuaron su vida juntos, más fuertes y unidos que nunca, volando y rugiendo a lo largo de la selva, siempre dispuestos a ayudar a quien lo necesitara.
La selva, que había sido testigo de la discordia y la reconciliación, floreció aún más bajo la paz restaurada. Los pájaros cantaban más dulcemente, y las flores brillaban bajo el sol con colores más vivos, como si celebraran la armonía recobrada entre sus habitantes.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.