Cuentos de Animales

La Familia Feliz y su Nueva Amiga Olivia

Lectura para 4 años

Tiempo de lectura: 5 minutos

Español

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Había una vez, en un pequeño y colorido pueblo, una familia muy especial que vivía en una acogedora casa rodeada de jardines floridos. La familia estaba compuesta por Ita, la mamá, Rubén, el papá, y sus dos hijos gemelos, Bruno y Lucas. Ita era una mujer de cabello castaño y corto, siempre vestida con un alegre vestido amarillo. Rubén, su esposo, era un hombre alto de cabello oscuro, siempre con una sonrisa y vistiendo una camiseta verde. Bruno y Lucas eran dos niños llenos de energía, con rizos en el cabello y siempre vestidos con camisetas de colores, una azul y otra roja. A esta alegre familia se había unido recientemente una pequeña niña llamada Olivia, de tan solo un año, que vestía un adorable vestido rosado y tenía una expresión juguetona.

Ita y Rubén cuidaban a Olivia como si fuera su propia hija. Olivia había llegado a sus vidas cuando su mamá tuvo que viajar por trabajo, y desde entonces, la pequeña se había convertido en un rayo de sol para toda la familia. Bruno y Lucas adoraban a Olivia y siempre estaban dispuestos a jugar con ella y enseñarle nuevas cosas.

Un día, la familia decidió pasar la tarde en el jardín. Era un lugar mágico, lleno de flores de todos los colores y mariposas que revoloteaban por todas partes. Bruno y Lucas, con su incansable energía, corrían de un lado a otro, persiguiendo a las mariposas y riendo a carcajadas. Ita y Rubén se sentaron en una manta, observando a los niños y disfrutando del cálido sol de la tarde.

Olivia, con su curiosidad infinita, gateaba por el jardín, explorando cada rincón. Se detuvo frente a una gran flor roja y trató de alcanzarla con sus pequeñas manos. Al ver esto, Bruno corrió hacia ella y con suavidad le explicó que debía ser cuidadosa con las flores porque eran muy delicadas.

—Mira, Olivia —dijo Bruno—, las flores son nuestras amigas. Si las tratamos con cariño, siempre estarán aquí para alegrar nuestro jardín.

Lucas, que no quería quedarse atrás, se unió a la conversación.

—¡Sí, Olivia! Y además, las mariposas vienen a visitarlas porque les encantan las flores. Si cuidamos las flores, también tendremos muchas mariposas.

Olivia escuchaba atentamente a sus hermanos mayores, y aunque aún no podía hablar mucho, sonreía y balbuceaba felizmente, como si entendiera cada palabra.

Mientras tanto, Ita y Rubén observaban a los niños con orgullo. Les encantaba ver cómo Bruno y Lucas se preocupaban por Olivia y le enseñaban cosas importantes sobre la naturaleza y la amistad.

—Nuestros niños son maravillosos —dijo Ita con una sonrisa—. Estoy tan feliz de ver cómo cuidan de Olivia.

Rubén asintió, abrazando a Ita.

—Sí, hemos formado una gran familia. Estoy seguro de que Olivia crecerá rodeada de amor y aprenderá el valor de la amistad.

A medida que pasaba el tiempo, la familia continuó disfrutando de su tarde en el jardín. Bruno y Lucas enseñaron a Olivia a dar sus primeros pasos sobre el césped, mientras Ita y Rubén preparaban una deliciosa merienda con sándwiches y frutas frescas.

De repente, Olivia se detuvo y señaló hacia el cielo. Todos levantaron la mirada y vieron un grupo de mariposas multicolores volando en formación, creando un espectáculo de colores en el aire.

—¡Miren eso! —exclamó Bruno—. Las mariposas están bailando para nosotros.

Lucas, emocionado, tomó de la mano a Olivia y la guió hacia donde las mariposas se posaban en las flores.

—Ven, Olivia, vamos a verlas más de cerca.

La pequeña niña siguió a Lucas, riendo y balbuceando emocionada. Ita y Rubén se unieron a ellos, formando un círculo alrededor de las flores donde las mariposas se habían posado. Juntos, observaron cómo las mariposas movían sus delicadas alas, creando una danza mágica.

—Es increíble cómo algo tan pequeño puede ser tan hermoso —dijo Rubén, admirando las mariposas.

—Sí, y nos recuerda lo importante que es cuidar de la naturaleza y de los demás —añadió Ita, mirando a sus hijos y a Olivia con ternura.

La tarde pasó volando, y pronto el sol comenzó a ponerse, tiñendo el cielo de colores naranja y rosa. La familia recogió sus cosas y regresó a la casa, llevando consigo los recuerdos de una tarde mágica en el jardín.

Desde ese día, Olivia, Bruno y Lucas pasaron muchas más tardes explorando el jardín y aprendiendo sobre la naturaleza. Ita y Rubén siempre estaban ahí para guiarlos y enseñarles el valor de la amistad y el cuidado mutuo.

Con el tiempo, Olivia creció y se convirtió en una niña curiosa y aventurera, siempre dispuesta a descubrir el mundo que la rodeaba. Bruno y Lucas, orgullosos de su hermana pequeña, continuaron enseñándole todo lo que sabían y compartiendo con ella sus aventuras.

La familia se volvió inseparable, y su hogar siempre estaba lleno de risas, amor y amistad. Cada día era una nueva oportunidad para aprender y crecer juntos, y el jardín seguía siendo su lugar favorito, un refugio donde podían ser ellos mismos y disfrutar de la compañía mutua.

Un día, mientras jugaban en el jardín, Olivia encontró una pequeña mariquita en una hoja. Fascinada, la observó detenidamente y luego la mostró a sus hermanos.

—Miren, miren lo que encontré —dijo Olivia con entusiasmo.

Bruno y Lucas se acercaron para ver la mariquita.

—Es hermosa, Olivia —dijo Bruno—. ¿Sabías que las mariquitas traen buena suerte?

Lucas asintió, y con una sonrisa, agregó:

—Sí, y también son amigas de las flores porque las ayudan a crecer al comer los insectos que las dañan.

Olivia escuchaba con atención, absorbiendo cada palabra de sus hermanos mayores. Ita y Rubén, que observaban desde la distancia, se sintieron muy orgullosos de ver cómo sus hijos se cuidaban y enseñaban unos a otros.

La pequeña mariquita comenzó a caminar sobre la mano de Olivia, y ella, con mucho cuidado, la devolvió a la hoja de donde la había tomado. Entonces, con una sonrisa, dijo:

—Debemos cuidar de nuestros amigos, grandes y pequeños.

Bruno y Lucas asintieron con entusiasmo, y juntos, decidieron que ese día iban a hacer algo especial para el jardín. Se pusieron manos a la obra y, con la ayuda de Ita y Rubén, construyeron una casita de madera para los insectos, donde las mariquitas y otros pequeños amigos pudieran refugiarse.

—Es nuestro hotel de insectos —dijo Bruno, orgulloso del trabajo en equipo.

—Sí, un lugar seguro para nuestros amigos del jardín —añadió Lucas.

Olivia, encantada con la idea, ayudó a decorar la casita con pequeñas flores y hojas. Al finalizar, la familia se reunió alrededor de su creación, admirando su trabajo.

—Hemos hecho algo muy especial hoy —dijo Rubén—. No solo hemos aprendido sobre la naturaleza, sino que también hemos trabajado juntos para hacer del jardín un lugar aún más hermoso.

Ita abrazó a sus hijos y a Olivia, sintiéndose agradecida por la hermosa familia que habían formado.

—Estoy muy orgullosa de todos ustedes. Cada día me enseñan el verdadero significado de la amistad y el amor.

Con el tiempo, la familia continuó cuidando del jardín y de todos los seres vivos que lo habitaban. Bruno, Lucas y Olivia crecieron aprendiendo a valorar la naturaleza y la importancia de cuidar de sus amigos, sin importar cuán pequeños fueran.

Y así, en aquel pequeño y colorido pueblo, la familia vivió felizmente, siempre juntos y siempre dispuestos a aprender y crecer unos con otros. El jardín se convirtió en un símbolo de su amor y amistad, un lugar donde cada día se celebraba la vida y la belleza de la naturaleza.

Y colorín colorado, este cuento de amistad y amor se ha terminado.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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