Cuentos de Animales

La Flor Solitaria en Busca de Amor y Vida

Lectura para 10 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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Había una vez, en un jardín muy bonito y lleno de colores, una flor llamada Florencia. Florencia no era una flor común ni corriente; era una flor especial que deseaba con todo su corazón ser visitada por abejas, mariposas y otros animalitos que ayudaran a polinizarla. Pero, por alguna razón que nadie entendía, Florencia no lograba atraer a ningún visitante. Día tras día, permanecía sola, viendo a sus amigas flores ser polinizadas, mientras ella seguía intacta, entregando su fragancia al viento que parecía no llevarla a ningún lugar.

Florencia se sentía triste. Sus pétalos de un brillante color rosa parecían perder su brillo poco a poco, y aunque sus hojas se mantenían firmes, su corazón floral palpitaba con ganas de vivir la aventura de ser polinizada, de convertirse en una semilla que ayudara a crear nuevas flores. Sin embargo, la soledad no era fácil y, por las noches, se preguntaba qué hacía mal.

Un día, mientras el sol apenas comenzaba a iluminar el jardín, Florencia notó que una mariquita roja se acercaba lentamente. Era una pequeña y simpática mariquita llamada Pedro. Pedro no era una abeja, ni una mariposa, ni un polinizador tradicional, pero siempre andaba por el jardín observando todo con curiosidad.

—Hola, Florencia —dijo Pedro con una sonrisa—. He notado que estás un poco triste. ¿Quieres contarme qué te pasa?

Florencia agitó suavemente sus pétalos y respondió con voz dulce:

—Hola, Pedro. Estoy triste porque nadie viene a visitarme. No logro atraer a las abejas ni a las mariposas para que me polinicen. ¿Tú crees que estoy haciendo algo mal?

Pedro se acercó un poco más y se posó en una de sus hojas. Pensó por un momento y luego dijo:

—Tal vez lo que necesitas es una aventura diferente para que los animales sepan que eres especial. ¿Has intentado pedir ayuda? A veces, los que no son polinizadores también pueden ayudar a atraer a quienes sí lo son.

Florencia suspiró, casi sin esperanza, pero decidió confiar en Pedro. Él parecía ser un buen amigo.

—¿Pero cómo podría hacerlo? —preguntó—. No sé si alguien me escuchará.

Pedro asintió y se fue volando a buscar a más amigos en el jardín. En poco tiempo regresó acompañado por Clara, una mariposa de alas violetas, y Beto, un abejorro grande y peludo. Los tres se posaron alrededor de Florencia para escuchar su problema.

—Queremos ayudarte, Florencia —dijo Clara moviendo suavemente sus antenas—. Tal vez si les mostramos a todos en el jardín lo hermosa y especial que eres, las abejas y mariposas vendrán para polinizarte.

Beto revoloteó emocionado y agregó:

—¡Podemos hacer una fiesta para atraer a todos! Usaremos colores, olores y música natural para que no puedas quedarte sin amigos.

Florencia sintió una alegría que no había experimentado antes. Aunque no comprendía muy bien cómo podría funcionar, estaba dispuesta a intentarlo.

Durante los días que siguieron, Clara, Pedro y Beto organizaron todo. Pedro les pidió a las hormigas que trajeran brillantina natural de las hojas para adornar a Florencia, mientras Clara ultravioletas polinizadores conocidos por su atracción a colores y aromas delicados volaban a su alrededor. Beto, por su parte, coordinó con las abejas y abejorros para que estuvieran atentos.

Florencia se vistió con pétalos aún más brillantes, gracias a la brillante ayuda de las hormigas, y comenzó a emitir un aroma dulce, producto del néctar especial que lograron colectar entre todos.

El gran día llegó. El jardín parecía un carnaval. Flores, insectos y pequeños animales se acercaban curiosos. Pedro se posó en un pétalo y anunció:

—¡Esta es Florencia, la flor que siempre quiso ser polinizada! —y todos aplaudieron con sus pequeñas patas y alas—. Hoy la ayudaremos a cumplir su sueño.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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