Cuentos de Animales

La Gotita Viajera: Un Recorrido Emocionante a Través del Cielo y el Mar

Lectura para 6 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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Había una vez una pequeña gotita de agua que vivía feliz en una nube esponjosa, suave y brillante, muy alto en el cielo. Allí estaba con su familia, compuesta por cinco gotitas amigas: ella misma, llamada Goti, su hermano mayor Rocío, la alegre Luna, el travieso Brillo y la dulce Brisa. Juntos disfrutaban de suaves vientos y del calor del sol que los hacía brillar como pequeños diamantes en el cielo.

Un día, mientras jugaban a saltar entre las formas de la nube, de repente empezó a soplar un viento muy fuerte. «¡Sujétense todos!», gritó Rocío, mientras la nube se movía mucho. Pero el viento era tan potente que las cinco gotitas se separaron sin querer. Goti sintió cómo su cuerpo se balanceaba y se alejaba de su familia. Tenía un poco de miedo, pero también mucha curiosidad por saber a dónde la llevaría el viento.

La gotita comenzó a moverse rápidamente entre el aire. Volaba y giraba, risueña pero sin saber exactamente hacia dónde ir. De pronto, sintió que perdía fuerza y cayó hacia abajo, muy rápido. «¡Plin, plan, plon!», hizo al chocar suavemente con las hojas de un árbol. Goti se deslizó un poco hasta caer dentro de un río que corría muy rápido por el bosque.

“¡Shhh… plash, plash!”, sonaba el agua del río mientras Goti se dejaba llevar por la corriente. El agua estaba fresca y limpia, y la pequeña gotita estaba rodeada de burbujas. Mientras navegaba corriente abajo, escuchó muchos sonidos maravillosos. Vio a los peces nadando con rapidez, haciendo ‘plin-plin’ con sus colitas. También oyó a las ranitas que croaban sin parar en la orilla, diciendo “croac, croac”, como si le invitaran a jugar con ellas.

Al salir a la superficie del río, Goti escuchó el alegre graznido de unos patos que chapoteaban en el agua: “cuac, cuac, cuac”. Un grupo de pájaros volaba muy cerca, cantando melodías dulces y suaves que llenaban de vida el aire. Ella se sentía ya un poco más valiente, porque estaba conociendo el mundo de abajo, tan distinto del cielo donde había vivido siempre.

Pero de repente, el cielo se oscureció y un gran trueno retumbó con fuerza: “¡Rrrrum-bum-bum!”. Goti tembló un poquito porque nunca había escuchado un sonido tan fuerte y profundo. Al momento, empezó una lluvia intensa que caía como gotas de cristal sobre el río: “Tin, tan, tin, plin-plon…”. Goti se sintió como en casa, dando vueltas y jugando con sus hermanos invisibles que también caían del cielo.

En medio de aquella lluvia, Goti escuchó voces que le resultaban familiares. “¿Goti, dónde estás? ¡Te estamos buscando!” Era la voz de su hermano mayor, Rocío, llamándola con preocupación. Poco a poco, fue encontrando a sus cinco hermanos: Luna, Brillo, Brisa y Rocío, todos saltando y bailando con las gotas de lluvia. La familia se reunió feliz dentro del río, viajando juntos.

Juntos comenzaron a navegar más y más. El río los llevaba con suavidad hasta llegar a un lugar muy especial y enorme: el mar inmenso. El mar parecía un gran espejo que reflejaba el cielo y las nubes. “Shoooohhh… plash… whoooohhh…”, cantaba el agua en canciones arrulladoras que hacían sentir a Goti y a sus hermanos muy tranquilos.

En el mar, todos decidieron descansar un rato. La gotita miraba a su alrededor y vio muchas criaturas: peces de colores, cangrejos que caminaban de lado y gaviotas que volaban alto y libre. La familia de gotitas esperaba pacientemente a que saliera el sol. Mientras tanto, la brisa del mar las abrazaba suavemente y el agua las mecía con cariño.

Cuando por fin apareció el sol, con una gran sonrisa en el cielo, comenzaron a escucharse unos pajaritos cantando alegres: “pío, pío, pío”. La luz del sol calentó el agua del mar y poco a poco, la gotita y sus hermanos empezaron a sentirse ligeros, como si algo invisible los ayudara a subir. Goti recordó que ese era el momento de regresar al cielo. “Es hora de volver a casa”, dijo ella con una voz suave y contenta.

Una pequeña brisa comenzó a soplar y las gotitas comenzaron a evaporarse, es decir, a levantarse en forma de vapor muy, muy pequeñito. El viento las llevó hacia arriba, hasta que volvieron a su nube esponjosa. Allí, todos se contaron sus aventuras y compartieron sus historias del río y del mar. Se dieron cuenta de que cada lugar que visitaron tenía sonidos, colores y amigos diferentes.

Goti aprendió que viajar puede dar un poco de miedo al principio, pero que siempre hay cosas bonitas para descubrir, y lo más importante es que la familia siempre estará unida, aunque a veces se separen. Después de su gran aventura, la gotita se sintió feliz y orgullosa de ser parte del maravilloso ciclo del agua. Sabía que, en el cielo, en el río o en el mar, todas las gotas de agua están conectadas, como ella y sus hermanos.

Y así, bajo el brillante sol y las nubes que bailaban en el cielo, Goti y su familia siguieron viviendo emocionantes aventuras, siempre juntas y siempre listas para la próxima gran aventura que la naturaleza les tenía preparada.

Y colorín colorado, este hermoso viaje de la gotita viajera ha acabado, recordándonos que aunque el mundo sea grande, nunca estamos solos cuando tenemos amigos y familia a nuestro lado.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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