Cuentos de Animales

Luciana y el Parque de las Leyendas

Lectura para 4 años

Tiempo de lectura: 4 minutos

Español

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En un soleado rincón del mundo, había un parque no como cualquier otro, conocido como el Parque de las Leyendas. Era un lugar donde los animales no solo corrían y jugaban, sino que también hablaban y guardaban secretos de tiempos antiguos. Luciana, una niña de cuatro años con un corazón lleno de aventuras y ojos brillantes de curiosidad, había oído hablar de este parque desde que podía recordar. Y finalmente, el día que tanto esperaba había llegado: ¡su primera visita al Parque de las Leyendas!

Luciana se despertó temprano esa mañana, saltando de su cama con una energía que solo la promesa de una aventura podría alimentar. Vestida con su vestido amarillo favorito y zapatillas multicolores, estaba lista para un día de descubrimientos. Su mamá la acompañó al auto, y juntas partieron hacia el parque, el coche lleno de risas y cantos.

Al llegar, el parque se extendía ante Luciana como un tapiz de maravillas. Árboles tan altos como castillos, flores que brillaban con luces propias y sonidos de animales llenaban el aire. La puerta principal era un arco majestuoso adornado con imágenes de criaturas que Luciana solo había visto en sus libros de cuentos.

—¡Bienvenida, Luciana! —saludó una voz amable. Era un loro gigante, de plumas azules y verdes, parado justo en la entrada.

—¡Hola! —respondió Luciana con una sonrisa tímida pero emocionada.

—Yo soy Lorenzo, el loro guía. ¡Te mostraré algunos de nuestros secretos más especiales hoy! —anunció Lorenzo con un aleteo orgulloso.

El primer stop fue el estanque de los espejos, donde Luciana vio tortugas que podían volar. Flotaban sobre el agua, con sus caparazones brillando bajo el sol como pequeñas nubes iridiscentes.

—Ellas son las guardianas del agua, y cada burbuja que ves es un sueño que están protegiendo —explicó Lorenzo con un tono de reverencia.

Luciana extendió su mano, tocando suavemente una de las burbujas, y por un momento vio un destello de un mundo submarino lleno de corales y peces cantarines. Asombrada y encantada, rió con deleite.

—¡Vamos a ver más! —dijo Lorenzo, guiándola hacia el Bosque Susurrante. Aquí, los árboles hablaban entre sí, y si uno escuchaba con atención, podía aprender historias de antiguos tiempos cuando los árboles caminaban y danzaban.

Mientras caminaban, un zorro de cola larga y pelaje como la noche estrellada se cruzó en su camino.

—Él es Félix, el zorro de las historias —presentó Lorenzo. Félix asintió con elegancia y comenzó a contar una historia sobre un rey león y la luna que bajó a la tierra para bailar con él.

Luciana escuchaba, capturada por cada palabra, cada gesto de Félix. Cuando la historia terminó, aplaudió con alegría, deseando que no acabara.

—¿Te gustaría ver algo muy especial? —preguntó Lorenzo, y sin esperar respuesta, llevó a Luciana a una parte del parque cubierta de niebla ligera y suave como el algodón.

Aquí, en el Claro del Tiempo, el tiempo parecía moverse diferente. Mariposas de todos los colores del arcoíris revoloteaban, algunas tan grandes que Luciana podía casi montarlas. Se acercó a una mariposa azul eléctrico y, con un poco de ayuda de Lorenzo, se elevó suavemente por el aire, riendo mientras el viento jugaba con su cabello.

—Cada mariposa aquí representa un momento feliz de alguien en el mundo —explicó Lorenzo, observando a Luciana con una sonrisa.

Después de un rato, bajaron y continuaron su paseo, encontrando criaturas y maravillas en cada esquina hasta que el sol comenzó a despedirse, pintando el cielo de colores pastel.

—Es hora de volver, Luciana —dijo Lorenzo finalmente.

A regañadientes, Luciana aceptó, sabiendo que todas las aventuras tenían un final, pero también que este era solo el comienzo de muchas más. Despidiéndose de Lorenzo y de todos sus nuevos amigos, prometió volver.

Mientras se alejaban en el coche, Luciana miraba por la ventana, el corazón lleno de historias y el espíritu danzando con mariposas. Sabía que el Parque de las Leyendas siempre estaría ahí, esperando por más días de juego y descubrimiento, y que siempre habría nuevas historias que explorar y viejos amigos a quienes visitar.

Y así, con el sueño de su próxima aventura acunándola, Luciana se dejó llevar por el dulce abrazo del sueño, mientras las estrellas comenzaban a parpadear en el cielo, como si guardaran cada una de sus risas y cada descubrimiento del día.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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