Cuentos de Animales

La gran aventura de Carolina, Noah y Juan

Lectura para 2 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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Había una vez, en un frondoso bosque lleno de árboles altos y flores de colores brillantes, tres amigos inseparables: Carolina, la coneja juguetona, Noah, la ardilla curiosa, y Juan, la tortuga sabia. Carolina era una coneja con grandes orejas que siempre estaban en movimiento, saltando y corriendo de un lado a otro. Noah, con su esponjosa cola, siempre estaba investigando cada rincón del bosque, subiendo y bajando árboles con agilidad. Y Juan, la tortuga, con su andar lento pero seguro, tenía una sonrisa amable y sabía siempre qué decir para calmar a sus amigos.

Un día, mientras jugaban juntos cerca del río, Carolina tuvo una idea. «¡Vamos a explorar el bosque profundo! He oído que hay un lugar mágico donde los árboles cantan y las flores brillan como estrellas.»

Noah, con sus ojitos brillando de emoción, exclamó: «¡Sí! ¡Vamos a descubrir ese lugar mágico!» Pero Juan, siempre cauteloso, dijo: «Tenemos que tener cuidado y permanecer juntos. La unión hace la fuerza y una amistad como la nuestra no se rinde ante nada.»

Así, los tres amigos emprendieron su viaje al bosque profundo. Caminaron y caminaron, atravesando caminos que nunca antes habían visto. Carolina saltaba adelante, mostrando el camino, mientras Noah recogía bellotas y pequeños tesoros que encontraba en su camino. Juan, con su paso lento pero firme, los seguía asegurándose de que no se desviaran demasiado.

Mientras avanzaban, el bosque se volvía más y más denso. Los árboles eran tan altos que casi tocaban el cielo, y la luz del sol apenas se filtraba a través de las hojas. Carolina, siempre curiosa, comenzó a correr de un lado a otro, buscando señales del lugar mágico del que había oído hablar.

De repente, Noah se detuvo en seco. «¡Escuchen! ¿Pueden oír eso?» Todos se quedaron en silencio y pudieron escuchar una melodía suave y encantadora que parecía venir de algún lugar cercano. «Debe ser el lugar mágico», dijo Carolina con entusiasmo.

Siguieron el sonido de la música y, después de un rato, llegaron a un claro en el bosque. Era un lugar maravilloso. Los árboles alrededor del claro tenían hojas que brillaban como estrellas y las flores emitían una luz suave y cálida. En el centro del claro, un arroyo cristalino corría alegremente, creando una música encantadora.

Los tres amigos estaban maravillados. «Es incluso más hermoso de lo que imaginé», dijo Carolina, sus ojos brillando de felicidad. Noah, siempre curioso, comenzó a explorar cada rincón del claro, mientras Juan se sentó junto al arroyo, disfrutando de la tranquilidad del lugar.

De repente, un fuerte rugido rompió la paz del claro. Carolina, Noah y Juan se giraron para ver a un gran oso que se acercaba. El oso parecía enfadado y hambriento. «¿Qué hacen en mi bosque?» gruñó el oso.

Carolina, siempre valiente, dio un paso adelante. «Somos amigos que solo querían ver este lugar mágico. No queremos hacerte daño.»

El oso, todavía frunciendo el ceño, miró a los tres amigos. «Este lugar es mi hogar y no me gustan los intrusos.»

Juan, con su voz tranquila y sabia, dijo: «Nosotros solo queríamos ver la belleza de tu hogar. Podemos ser amigos y cuidarlo juntos.»

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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