Cuentos de Animales

La Mariposa Maia y sus Amigos del Bosque

Lectura para 4 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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Era un día soleado en el bosque encantado. Los rayos del sol iluminaban cada rincón, y las flores desplegaban sus colores más brillantes. En medio de todo este esplendor, una mariposa llamada Maia despertaba en su hogar, una linda flor rosa.

Maia era una mariposa con alas de colores vibrantes. Tenía tonos de azul, amarillo, rojo y verde que brillaban con la luz del sol. Esa mañana, Maia se sentía especialmente feliz porque iba a visitar a su amiga Pecas, la abeja. Pecas vivía en una colmena al otro lado del bosque, y hacía tiempo que no se veían.

—¡Hoy es un día perfecto para volar! —dijo Maia, estirando sus alas y preparándose para el viaje.

Maia comenzó su paseo, volando de flor en flor y disfrutando del aroma dulce que llenaba el aire. Mientras volaba, escuchó una voz suave que venía desde abajo.

—¡Hola, Maia! —saludó una pequeña mariquita llamada Lila.

—¡Hola, Lila! —respondió Maia, descendiendo un poco para hablar con su amiga—. Voy a visitar a Pecas. ¿Quieres acompañarme?

—¡Me encantaría! —dijo Lila, emocionada—. ¡Vamos juntas!

Maia y Lila continuaron su viaje, charlando y riendo. Mientras volaban, vieron a un conejito blanco que parecía estar en problemas. Sus largas orejas estaban atrapadas en unas ramas.

—¡Oh, no! —exclamó Maia—. ¡Tenemos que ayudarlo!

Ambas amigas volaron rápidamente hacia el conejito. Con cuidado, Maia usó sus alas para apartar las ramas mientras Lila tiraba suavemente de las orejas del conejito.

—¡Gracias! —dijo el conejito, liberado por fin—. Soy Tico. ¿Puedo ir con ustedes?

—¡Claro, Tico! —respondió Maia—. Vamos a visitar a Pecas, la abeja. Ven con nosotras.

El grupo de amigos continuó su viaje a través del bosque, y cada vez se sentían más felices de estar juntos. Mientras caminaban, vieron a una pequeña ardilla tratando de alcanzar una bellota en una rama alta.

—¡Hola! —gritó Lila—. ¿Necesitas ayuda?

—Sí, por favor —respondió la ardilla—. Soy Nina y no puedo alcanzar esa bellota.

Maia voló hacia la rama y, con sus delicadas patitas, empujó la bellota hacia abajo. Nina la atrapó con sus manos y sonrió agradecida.

—¡Muchas gracias! —dijo Nina—. ¿A dónde van?

—Vamos a visitar a Pecas, la abeja —respondió Tico—. ¿Quieres venir con nosotros?

—¡Por supuesto! —dijo Nina, uniéndose al grupo.

Ahora, Maia, Lila, Tico y Nina continuaron su paseo por el bosque, disfrutando del viaje y de la compañía mutua. Finalmente, llegaron a un campo lleno de flores, donde la colmena de Pecas se encontraba en la rama de un gran árbol.

—¡Pecas! —llamó Maia, volando hacia la colmena—. ¡He venido a visitarte y he traído a nuevos amigos!

Pecas, una abeja con manchas negras que parecían pecas, salió de la colmena volando alegremente.

—¡Maia! ¡Qué alegría verte! —dijo Pecas—. ¡Y has traído a más amigos! Bienvenidos todos.

Maia presentó a Lila, Tico y Nina a Pecas. Todos se sentaron juntos en un claro del bosque y comenzaron a compartir historias y risas. Pecas les contó sobre su vida en la colmena y cómo recogía el polen de las flores para hacer miel.

—¡Debes probar la miel de Pecas! —dijo Maia—. Es la más dulce del bosque.

Pecas les ofreció un poco de miel a cada uno de sus amigos. Todos disfrutaron del dulce regalo y pasaron la tarde jugando y explorando el campo de flores.

El sol comenzó a ponerse, y el cielo se llenó de colores anaranjados y rosados. Maia miró a sus amigos y se sintió muy feliz.

—Hoy ha sido un día maravilloso —dijo Maia—. No solo he podido ver a mi amiga Pecas, sino que también he hecho nuevos amigos.

—Sí, ha sido un día muy especial —dijo Lila, sonriendo.

—Estoy muy contento de haberlos conocido —dijo Tico, moviendo sus largas orejas.

—Yo también —agregó Nina, abrazando su bellota.

Pecas se acercó a Maia y le dijo—: Gracias por traer a estos maravillosos amigos. Nuestra amistad es un regalo que siempre atesoraré.

Maia sonrió y respondió—: La amistad es lo más importante. Siempre estaremos aquí los unos para los otros.

Con el corazón lleno de alegría y amor, los amigos se despidieron de Pecas, prometiendo volver a visitarla pronto. Maia, Lila, Tico y Nina emprendieron el vuelo de regreso a sus hogares, sabiendo que su amistad los uniría para siempre.

Al llegar a su flor rosa, Maia se despidió de sus amigos y se acurrucó en sus pétalos, lista para dormir. Mientras cerraba los ojos, pensó en el maravilloso día que había tenido y en todos los amigos nuevos que había hecho.

—Mañana será otro día lleno de aventuras —pensó Maia, sonriendo mientras se dormía.

Y así, en el bosque encantado, la mariposa Maia y sus amigos vivieron felices, cuidando y apoyándose siempre, demostrando que la verdadera amistad es el tesoro más valioso de todos.

Fin

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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