Cuentos de Animales

Las Aventuras de Luna la Llama

Lectura para 4 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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Había una vez, en una granja colorida y alegre, una pequeña llama llamada Luna. Luna tenía un pelaje blanco y suave como las nubes y unos ojos grandes y curiosos. Le encantaba explorar la granja y jugar con sus amigos. Luna vivía con su mamá, a quien todos llamaban Mama Llama, y era una llama de pelaje marrón, muy cariñosa y protectora.

Un día soleado, mientras Luna corría por el campo, escuchó un sonido peculiar. Decidió seguir el sonido y pronto se encontró con su amiga Lola, una vaca con manchas blancas y negras y una sonrisa siempre alegre.

—¡Hola, Lola! —dijo Luna—. ¿Qué estás haciendo?

—¡Hola, Luna! —respondió Lola—. Estoy buscando tréboles frescos. ¿Quieres ayudarme?

Luna aceptó emocionada y juntas comenzaron a buscar tréboles en el prado. Mientras buscaban, Lola le contó a Luna sobre un lugar especial al otro lado del bosque donde crecía la hierba más verde y deliciosa.

—¿Te gustaría ir allí? —preguntó Lola.

Luna pensó que sería una gran aventura, pero sabía que debía avisar a su mamá antes de ir tan lejos. Así que corrió de vuelta a casa para contarle a Mama Llama.

—Mama, Lola y yo queremos ir al otro lado del bosque a buscar la hierba más verde y deliciosa. ¿Podemos ir?

Mama Llama sonrió y dijo:

—Está bien, Luna, pero deben tener cuidado y no alejarse demasiado. Y sobre todo, vuelvan antes de que anochezca.

Luna y Lola se despidieron de Mama Llama y se dirigieron hacia el bosque. Mientras caminaban, encontraron todo tipo de maravillas. Vieron mariposas de colores brillantes, escucharon el canto de los pájaros y descubrieron flores de todos los colores.

—¡Este lugar es increíble! —exclamó Luna.

Después de un rato, llegaron al otro lado del bosque y, tal como Lola había dicho, la hierba era increíblemente verde y fresca. Las dos amigas comenzaron a comer y jugar en el prado, disfrutando de la deliciosa hierba y la compañía mutua.

Pero el tiempo pasó rápido y pronto el sol comenzó a ponerse. Luna se dio cuenta de que debían regresar a casa antes de que anocheciera.

—Lola, es hora de volver. Mama Llama dijo que no debíamos alejarnos demasiado.

Lola asintió y las dos comenzaron a regresar por el mismo camino por el que habían venido. Pero, de repente, se dieron cuenta de que no sabían exactamente cómo volver. Todos los árboles se veían iguales y no podían encontrar el camino correcto.

—¡Oh, no! —dijo Lola—. ¿Qué hacemos ahora?

Luna pensó por un momento y luego tuvo una idea.

—Podemos seguir el rastro de flores que dejamos cuando pasamos por aquí. ¡Vamos a buscar las flores!

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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