Un día muy soleado, Luisa se despertó muy contenta. Era una niña pequeña con rizos castaños y ojos brillantes. Luisa se puso su vestido amarillo favorito y decidió que hoy sería un día especial. «Hoy voy al parque con Milu y Canela», pensó emocionada. Milu era una perrita blanca y esponjosa, mientras que Canela era una perrita marrón con orejas largas y caídas. Eran las mejores amigas de Luisa.
Después del desayuno, Luisa le pidió a su mamá que la llevara al parque. «¡Vamos mamá, vamos al parque con Milu y Canela!» Su mamá sonrió y asintió. «Claro, Luisa. Vamos al parque a jugar.» Luisa, Milu y Canela se subieron al coche y pronto llegaron al parque. Era un lugar hermoso, lleno de árboles, flores y una gran pradera verde donde podían correr y jugar.
Luisa soltó a Milu y Canela de sus correas, y las tres corrieron juntas por el césped. Milu saltaba de un lado a otro, persiguiendo mariposas. Canela olfateaba cada rincón, curiosa por todos los olores nuevos. Luisa se reía y aplaudía, disfrutando de la compañía de sus perritas.
En el parque, había un estanque con patos. Luisa llevó a Milu y Canela al borde del agua para ver los patos nadar. «¡Miren, patitos!» dijo Luisa. Milu y Canela miraron los patos con interés. Los patos nadaban tranquilamente, y algunos se acercaron a la orilla para ver a Luisa y sus perritas.
Después de un rato, Luisa decidió que era hora de jugar a la pelota. Sacó una pelota roja de su mochila y la lanzó. «¡Atrápenla, Milu y Canela!» Las perritas corrieron tras la pelota, compitiendo por ver quién la atrapaba primero. Milu, siendo más rápida, llegó primero y la llevó de vuelta a Luisa, moviendo su cola con orgullo. «¡Buena chica, Milu!» dijo Luisa, acariciando su cabeza. Canela también recibió una caricia y ambas se prepararon para otro lanzamiento.
Mientras jugaban, otros niños del parque se acercaron a ver. «¿Podemos jugar con ustedes?» preguntaron. Luisa sonrió y asintió. «¡Claro que sí! Milu y Canela aman jugar con amigos.» Pronto, todos estaban corriendo y riendo, lanzando la pelota y viendo a las perritas correr tras ella. El parque se llenó de risas y felicidad.
Después de mucho correr y jugar, Luisa, Milu y Canela se sentaron bajo un gran árbol para descansar. Luisa sacó una botella de agua y bebió un poco. También le dio agua a Milu y Canela, que la bebieron agradecidas. Mientras descansaban, Luisa comenzó a contarles una historia. «Había una vez una niña llamada Luisa que tenía dos perritas mágicas…»
Los niños se sentaron alrededor, escuchando atentamente la historia de Luisa. Ella inventaba aventuras donde Milu y Canela podían hablar y tenían poderes especiales. Los niños se imaginaban en esas historias, viviendo aventuras mágicas junto a Luisa y sus perritas.
Después de la historia, Luisa tuvo una idea. «Vamos a buscar tesoros en el parque», dijo emocionada. Los niños estuvieron de acuerdo y comenzaron a buscar cosas interesantes por todo el parque. Encontraron hojas de colores, piedras brillantes y hasta una pluma azul que Luisa decidió que era de un pájaro mágico.
Milu y Canela también participaron en la búsqueda. Canela encontró un palo que parecía una varita mágica y Milu descubrió una flor muy bonita. «¡Miren lo que encontraron Milu y Canela!» dijo Luisa mostrando los tesoros. Todos se asombraron y aplaudieron a las perritas.
El tiempo pasó volando y pronto el sol comenzó a ponerse. Era hora de irse a casa. Luisa llamó a Milu y Canela. «¡Vamos a casa, chicas!» Las perritas corrieron hacia Luisa, listas para regresar. Todos los niños se despidieron con abrazos y promesas de volver a jugar juntos otro día.
En el coche, de camino a casa, Luisa estaba muy feliz. «Mamá, hoy fue el mejor día en el parque con Milu y Canela», dijo mientras acariciaba a sus perritas que estaban acurrucadas a su lado, cansadas pero contentas.
Cuando llegaron a casa, Luisa ayudó a su mamá a preparar la cena. Después de comer, se sentaron en la sala y Luisa volvió a contar las historias de las aventuras en el parque. Milu y Canela, aunque cansadas, movían sus colas escuchando la voz de Luisa.
Esa noche, Luisa se fue a dormir con una gran sonrisa. Soñó con más aventuras en el parque con Milu y Canela, corriendo y jugando bajo el sol, haciendo nuevos amigos y descubriendo más tesoros. Sabía que con sus perritas a su lado, cada día era una nueva aventura.
Y así, Luisa, Milu y Canela siguieron disfrutando de muchos días felices en el parque, creando recuerdos que durarán para siempre.
Fin.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.