Había una vez, en un pequeño pueblo rodeado de montañas y bosques, dos estudiantes universitarios llamados Krishna y Tiare. Krishna era un joven con cabello negro y corto, que siempre llevaba gafas y una camiseta verde. Tiare era una joven con cabello largo y castaño, que solía vestir un vestido azul y sandalias cómodas. Ambos eran apasionados por la naturaleza y la educación, y habían decidido pasar tres semanas trabajando con un grupo de niñas y niños del pueblo.
Krishna y Tiare llegaron al pueblo con mucha ilusión. Querían compartir su amor por la naturaleza y ayudar a los niños a conectarse con su entorno natural. Los niños del pueblo eran curiosos y llenos de energía, siempre dispuestos a aprender cosas nuevas. Desde el primer día, Krishna y Tiare planearon muchas actividades divertidas y educativas.
El primer día, Krishna y Tiare llevaron a los niños a una gran pradera, donde el sol brillaba y las flores de colores adornaban el paisaje. Krishna se sentó en el césped y comenzó a contar un cuento. «Había una vez, en un bosque encantado, un grupo de animales que vivían en armonía y cuidaban el uno del otro…», comenzó. Los niños se sentaron a su alrededor, escuchando atentamente con ojos llenos de asombro.
Mientras Krishna contaba la historia, Tiare mostraba imágenes de los animales del cuento: un conejo blanco, un zorro astuto y un ciervo noble. Los niños reían y aplaudían, imaginando a los animales corriendo por el bosque. Después del cuento, Krishna y Tiare animaron a los niños a crear sus propios cuentos, usando su imaginación para inventar nuevas aventuras para los animales del bosque.
Al día siguiente, organizaron una actividad de plantación de árboles. Krishna y Tiare llevaron a los niños a una zona del bosque donde necesitaban más árboles. «Hoy vamos a plantar árboles que crecerán fuertes y altos, y ayudarán a nuestro planeta», explicó Tiare con una gran sonrisa. Cada niño recibió una pequeña planta y una pala. Con mucho entusiasmo, comenzaron a cavar y a plantar los árboles jóvenes.
Mientras trabajaban, Krishna les hablaba sobre la importancia de los árboles para el medio ambiente. «Los árboles nos dan oxígeno, proporcionan hogar a muchos animales y nos ayudan a mantener el aire limpio», decía. Los niños escuchaban con atención, sintiéndose orgullosos de poder contribuir al cuidado del bosque. Al final del día, miraron los pequeños árboles que habían plantado y prometieron regresar para verlos crecer.
Una de las actividades más emocionantes fue la exploración del bosque. Un día, Krishna y Tiare guiaron a los niños a través de senderos llenos de vegetación. «Hoy seremos exploradores», dijo Krishna, levantando un mapa que había dibujado. «Vamos a buscar plantas especiales, huellas de animales y cualquier cosa interesante que encontremos.»
Los niños caminaban en fila, observando cada detalle a su alrededor. Encontraron hojas de formas curiosas, flores de colores brillantes y hasta una huella de ciervo en el barro. Tiare les enseñaba sobre las diferentes plantas y animales que vivían en el bosque. «Miren estas hojas», dijo señalando una planta con hojas grandes y verdes. «Es una planta medicinal que las personas usan para hacer remedios naturales.»
Los niños estaban fascinados, tomando notas en sus pequeños cuadernos y haciendo dibujos de lo que veían. Al final del recorrido, Krishna y Tiare les dieron una sorpresa. «Hemos preparado una pequeña merienda para celebrar nuestra exploración», anunció Tiare. Se sentaron todos juntos en un claro del bosque, disfrutando de frutas frescas y galletas mientras compartían sus descubrimientos.
Durante las tres semanas, Krishna y Tiare también organizaron obras de teatro. Los niños se disfrazaban de animales, árboles y hadas, interpretando historias llenas de magia y enseñanzas sobre la naturaleza. Krishna y Tiare los ayudaban a preparar los trajes y a ensayar sus papeles. «Recuerden hablar fuerte y claro, y lo más importante, ¡diviértanse!», les decía Krishna antes de cada presentación.
El último día, decidieron hacer una gran fiesta de despedida en la pradera. Decoraron el lugar con guirnaldas de flores y globos de colores. Krishna y Tiare prepararon juegos y actividades para que todos se divirtieran. Hubo carreras de sacos, lanzamiento de aros y un concurso de dibujo sobre la naturaleza.
Tiare se encargó de la música, poniendo canciones alegres que hicieron que todos bailaran y rieran. Los padres de los niños también se unieron a la fiesta, agradeciendo a Krishna y Tiare por todo lo que habían hecho. «Mis hijos han aprendido tanto y se han divertido muchísimo», decía una mamá con una gran sonrisa. «Gracias por estas semanas maravillosas.»
Krishna y Tiare estaban felices de ver la alegría en los rostros de los niños y sus familias. Sabían que habían dejado una huella positiva en sus corazones y que los niños recordarían esas semanas con cariño.
Al final de la fiesta, Krishna y Tiare se despidieron de cada niño con un abrazo. «Recuerden siempre cuidar de la naturaleza y seguir explorando el mundo con curiosidad y amor», les dijo Tiare. «Y nunca olviden que pueden lograr grandes cosas trabajando juntos», agregó Krishna.
Los niños los despidieron con lágrimas en los ojos, pero también con una sonrisa de gratitud. Sabían que, aunque Krishna y Tiare se iban, las enseñanzas y los recuerdos de esas semanas permanecerían con ellos para siempre.
Y así, Krishna y Tiare regresaron a su universidad, llevando consigo la satisfacción de haber hecho una diferencia en la vida de esos niños. Sabían que algún día volverían al pueblo para ver cómo habían crecido los árboles que plantaron y para escuchar nuevas historias de aventuras contadas por los mismos niños que habían inspirado.
Desde ese día, cada vez que miraban un árbol, recordaban las risas y los momentos compartidos en el bosque, y sabían que la verdadera magia está en enseñar, aprender y compartir con los demás.
Fin.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.