Érase una vez, en un pueblito lleno de magia y naturaleza llamado Pucón, dos amigas inseparables, Emi y Natalia, que compartían un amor por la aventura y los desafíos. Ambas tenían espíritus valientes y corazones llenos de curiosidad, siempre buscando nuevas experiencias que pudieran compartir juntas.
Un día soleado de verano, decidieron que era el momento perfecto para una nueva aventura: ¡tirolesa en el corazón del bosque! Habían escuchado historias maravillosas sobre cómo se podía volar entre los árboles, sintiendo el viento en la cara y viendo el mundo desde arriba, como si fueran pájaros libres.
Emi, con su pelo corto y oscuro siempre peinado hacia atrás, y Natalia, con sus largos cabellos rubios que brillaban como el sol, llegaron al lugar de la tirolesa temprano por la mañana. Las dos llevaban cascos de colores brillantes y arneses de seguridad. Estaban emocionadas y nerviosas, pero listas para el desafío que les esperaba.
Mientras se preparaban, Emi miró hacia el cable de la tirolesa que se perdía entre los árboles y sintió un cosquilleo de emoción. Natalia, por su parte, revisaba su equipo una y otra vez, asegurándose de que todo estuviera en perfecto estado. Sin embargo, en medio de los preparativos, un pequeño malentendido surgió entre ellas.
Natalia pensó que Emi no estaba tomando en serio la seguridad y comenzó a regañarla por su aparente despreocupación. Emi, que se sentía confiada en su equipo, no entendió por qué Natalia estaba tan preocupada y se sintió un poco molesta por sus comentarios. La discusión creció poco a poco, y lo que comenzó como una excitante aventura se convirtió en un momento de tensión.
«¡Si no puedes confiar en mí, tal vez no deberíamos hacer esto juntas!» exclamó Emi, con los ojos llenos de lágrimas. Natalia, viendo a su amiga tan afectada, se dio cuenta de que había dejado que su ansiedad afectara el momento.
«Lo siento, Emi,» dijo Natalia, acercándose a su amiga. «Sé que estás tan emocionada como yo por esto. No quise arruinar nuestro día.» Emi miró a Natalia y, después de un momento, ambas se abrazaron. La discusión se disipó como la neblina en la mañana soleada.
Con sus diferencias resueltas y sus corazones ligeros de nuevo, Emi y Natalia se pusieron los cascos y ajustaron sus arneses. «¡Vamos a volar juntas!» gritó Natalia, y Emi asintió con una sonrisa.
Una a una, se lanzaron desde la plataforma, gritando de emoción mientras el paisaje del bosque pasaba rápidamente por debajo de ellas. Volando sobre árboles y a través de nubes de mariposas, sintieron que todas sus preocupaciones se desvanecían con el viento.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.