Cuentos de Aventura

Aventuras de Andrés por Colombia

Lectura para 1 año

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Español

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Había una vez un niño llamado Andrés, un pequeño de cinco años lleno de energía y curiosidad. Andrés asistía al jardín infantil llamado «Los Pinos», donde todos los días encontraba nuevas maneras de aprender y jugar con sus compañeros. Pero lo que más emocionaba a Andrés era su clase con la Profe Andrea, una maestra dulce y paciente que siempre tenía ideas brillantes para hacer de cada día una aventura.

Un día, la Profe Andrea le anunció a la clase una noticia especial.

—Niños, a partir de mañana vamos a embarcarnos en un viaje muy especial. Durante los próximos seis meses, vamos a conocer todas las regiones de Colombia sin salir del jardín. ¡Viajaremos por montañas, selvas, desiertos y playas! —les dijo con una gran sonrisa.

Los ojos de Andrés se iluminaron de emoción. Él nunca había viajado más allá de su ciudad, pero la idea de explorar su propio país le llenaba de entusiasmo. Esa noche, apenas pudo dormir pensando en todas las aventuras que viviría junto a sus compañeros y su profe.

A la mañana siguiente, el aula se había transformado. Las paredes estaban llenas de mapas, dibujos de animales, plantas y paisajes de todo tipo. La Profe Andrea los recibió con un gran sombrero de exploradora y una lupa, lista para llevarlos en su primera aventura.

—Hoy comenzaremos nuestro viaje por la región Andina —dijo la profe mientras señalaba un gran mapa—. Es la región de las montañas, donde viven los cóndores y crecen las flores más bonitas de Colombia.

Los niños se acomodaron en el suelo y cerraron los ojos, tal como les había pedido la Profe Andrea. Con su imaginación, comenzaron a escalar las montañas de los Andes. Andrés se imaginaba caminando por senderos empinados, sintiendo el aire fresco en su rostro. De repente, vieron a un majestuoso cóndor volando sobre ellos, sus enormes alas extendidas en el cielo azul.

—Miren, allá arriba, ¡es el cóndor de los Andes! —gritó Andrés emocionado.

Mientras continuaban su recorrido imaginario, la Profe Andrea les habló de las plantas típicas de la región, como la papa y la cebada, y les contó sobre el páramo, un ecosistema único lleno de frailejones, plantas que parecían torres verdes cubiertas de pelusa. Después de una larga caminata por las montañas, Andrés y sus compañeros llegaron a una pequeña aldea donde los campesinos les ofrecieron ajiaco, una sopa deliciosa típica de la región.

—¡Mmm, qué rico! —dijo Andrés mientras se imaginaba saboreando aquella comida calientita.

Cada día, la Profe Andrea los llevaba a una nueva región de Colombia. Pasaron semanas explorando el Caribe, donde bailaron al ritmo de la cumbia y el vallenato, mientras el sonido de las olas los acompañaba. Andrés se imaginó caminando por las blancas arenas de las playas y jugando bajo las palmeras. En la región Caribe, también conocieron animales como los flamencos rosados y los caimanes que vivían en las ciénagas. Andrés estaba fascinado con cada nueva aventura, y sus amigos también. Cada vez que llegaba al jardín, sabía que algo emocionante los esperaba.

Luego, viajaron a la región de la Amazonía. La Profe Andrea les contó sobre la gran selva que cubría esa parte del país y los animales que vivían allí, como los jaguares, las ranas de colores y las anacondas. Andrés cerró los ojos y se imaginó navegando en una canoa por el río Amazonas, rodeado de árboles gigantes y escuchando los sonidos de la selva. Incluso, en su imaginación, logró ver a un delfín rosado saltando cerca de su canoa. Fue una experiencia inolvidable.

—¡La selva es mágica! —le dijo Andrés a la Profe Andrea cuando abrió los ojos—. ¡Quiero ir allá algún día de verdad!

La profe le sonrió y le dijo que con su imaginación, siempre podría viajar a donde quisiera. Eso era lo especial de las aventuras que vivían en clase.

Otro día, la clase viajó a los Llanos Orientales. Allí, la Profe Andrea les enseñó sobre los llaneros, los hombres y mujeres que cuidan al ganado en esas enormes planicies. Los niños imaginaron que cabalgaban en caballos rápidos como el viento, ayudando a los llaneros a llevar las vacas por las llanuras. También aprendieron sobre los ríos que cruzaban los llanos, llenos de peces como el famoso pez payara, con sus grandes dientes.

—¡Qué grande es Colombia! —exclamaba Andrés cada vez que conocían una nueva región.

Uno de los momentos más divertidos fue cuando exploraron la región Pacífica. La Profe Andrea llevó a la clase a conocer la cultura afrocolombiana de esa zona. Aprendieron a bailar al ritmo de los tambores, conocieron la importancia de la marimba y disfrutaron imaginando las deliciosas cocadas y el encocado de pescado, dos platos típicos del lugar. Andrés imaginó que estaba de pie en la playa, sintiendo las olas del océano Pacífico golpeando sus pies mientras el sol se escondía en el horizonte.

—El Pacífico es tan hermoso —le comentó a uno de sus amigos, quien también estaba emocionado con todo lo que aprendían.

Después de varios meses de aventuras por todo el país, Andrés se dio cuenta de que había aprendido mucho más de lo que alguna vez imaginó. Ahora, sabía sobre los animales, las plantas, las comidas típicas y la música de cada región. Incluso había hecho nuevos amigos imaginarios en cada lugar que visitaban.

Finalmente, llegó noviembre, y con él, el fin de su viaje por Colombia. La Profe Andrea organizó una gran celebración de despedida. Cada niño vino vestido con un traje típico de alguna región, y la sala del jardín estaba decorada con banderas y colores que representaban todas las zonas que habían explorado juntos. Los niños bailaron las danzas que habían aprendido, comieron algunos de los platos típicos que sus familias les habían preparado, y recordaron las mejores partes de sus aventuras.

Sin embargo, junto con la alegría de la fiesta, también había un poco de tristeza en el aire. Andrés sabía que esa sería su última aventura en el jardín infantil «Los Pinos». Pronto, comenzaría una nueva etapa escolar en el colegio de «Los Álamos», donde aprendería cosas nuevas y haría más amigos, pero también significaba despedirse de su querida Profe Andrea y de muchos de sus compañeros.

—Me da un poco de tristeza irme —le dijo Andrés a su profe mientras la fiesta llegaba a su fin.

La Profe Andrea, siempre con su cálida sonrisa, lo abrazó y le dijo:

—Andrés, aunque te vayas, todo lo que aprendiste aquí siempre estará contigo. Las aventuras nunca terminan, solo cambian. En el colegio, vivirás nuevas experiencias, conocerás otros lugares y aprenderás cosas que ni siquiera imaginas. Siempre podrás viajar con tu imaginación, tal como lo hemos hecho en estas clases.

Andrés asintió, sintiendo un poco menos de tristeza en su corazón. Sabía que su próxima aventura apenas estaba comenzando. Cuando la fiesta terminó y llegó el momento de despedirse, Andrés abrazó a todos sus compañeros y les prometió que nunca olvidaría las aventuras que vivieron juntos. Luego, con una sonrisa en el rostro y una pequeña maleta en la mano, salió del jardín, listo para su nueva etapa escolar.

Y así, Andrés se despidió de su querido jardín infantil, pero no de sus sueños ni de sus ganas de explorar el mundo. Sabía que, con su imaginación y lo que había aprendido, podía viajar a cualquier rincón de Colombia y más allá. Al fin y al cabo, la verdadera aventura era seguir soñando.

Fin.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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