Cuentos de Aventura

Clara y el Bosque de los Sueños Perdidos

Lectura para 10 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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Había una vez un pequeño pueblo llamado Alegría, situado al borde de un bosque encantado conocido como el Bosque de los Sueños Perdidos. Este bosque era especial, pues tenía la habilidad de guardar los sueños olvidados de las personas que vivían cerca de él. Los habitantes del pueblo sabían sobre la existencia de este bosque mágico, pero pocos se aventuraban a entrar en él, ya que temían no encontrar el camino de regreso.

En el pueblo vivía una niña llamada Clara, que tenía una imaginación desbordante y siempre estaba soñando despierta. Clara era conocida por inventar historias fantásticas y sus amigos y familiares disfrutaban escuchándolas. Sin embargo, a medida que crecía, Clara se dio cuenta de que algunos de sus sueños más preciados se desvanecían de su mente. Soñaba con mundos mágicos, criaturas increíbles y aventuras sin fin, pero con el tiempo, muchos de esos sueños parecían desaparecer.

Intrigada y preocupada por la pérdida de sus sueños, Clara decidió adentrarse en el Bosque de los Sueños Perdidos para recuperar aquellos sueños que había perdido. Se preparó con cuidado, llevando consigo una linterna para iluminar el camino, una libreta para anotar lo que encontrara y un lápiz para dibujar sus descubrimientos.

Al entrar en el bosque, Clara se sintió envuelta por una atmósfera mágica. Los árboles susurraban melodías suaves y los colores del bosque parecían más vivos de lo habitual. Clara caminó por un sendero que parecía hecho de luz, guiada por una intuición que no comprendía del todo. A medida que avanzaba, notaba que el bosque estaba lleno de detalles maravillosos: flores que cambiaban de color al tocarlas, mariposas luminosas que dibujaban figuras en el aire y pequeños animales que la observaban curiosamente.

Después de un rato, Clara llegó a un claro donde encontró un lago cristalino. Sobre el lago flotaban burbujas grandes y pequeñas, cada una conteniendo un sueño diferente. Clara se acercó al borde del lago y, con asombro, vio reflejado uno de sus sueños perdidos dentro de una burbuja. Era el sueño de volar sobre un dragón dorado por un cielo estrellado. Clara sonrió al recordar lo emocionante que había sido ese sueño.

Decidida a recuperar su sueño, extendió la mano hacia la burbuja, pero antes de que pudiera tocarla, una voz suave la detuvo.

—Ten cuidado, joven soñadora —dijo la voz.

Clara miró alrededor, buscando el origen de la voz, y vio a una criatura mágica que parecía una mezcla entre un búho y un gato, con grandes ojos brillantes y alas emplumadas.

—¿Quién eres tú? —preguntó Clara.

—Soy Gardian, el guardián de los sueños perdidos. Este bosque es mi hogar y mi deber es proteger los sueños que aquí se guardan —respondió la criatura.

—He venido a recuperar mis sueños perdidos —dijo Clara—. Algunos de ellos son muy importantes para mí.

Gardian la miró con interés y luego asintió.

—Entiendo, pero debes saber que no puedes simplemente tomar los sueños. Cada sueño que recuperes debe ser reemplazado por un recuerdo especial, algo que sea igual de valioso para ti.

Clara pensó por un momento. Tenía muchos recuerdos preciosos, como las tardes jugando con sus amigos, las historias que su abuela le contaba antes de dormir y los momentos divertidos con su familia. Estaba dispuesta a intercambiar algunos de esos recuerdos si eso significaba recuperar sus sueños.

—Estoy dispuesta a hacerlo —dijo con determinación.

Gardian asintió y extendió una pata hacia el lago. Una burbuja flotó hacia Clara y se abrió, liberando el sueño del dragón dorado. Al mismo tiempo, Clara sintió que uno de sus recuerdos, una tarde soleada en el parque con su familia, se desvanecía suavemente. Aunque le entristeció un poco, también se sintió contenta de haber recuperado su sueño.

A lo largo de la tarde, Clara continuó explorando el bosque con Gardian a su lado. Recuperó sueños de todo tipo: un sueño en el que navegaba por un océano de estrellas, otro donde hablaba con animales que le contaban secretos del bosque y uno en el que encontraba un tesoro escondido bajo un arcoíris. Cada vez que recuperaba un sueño, intercambiaba un recuerdo, asegurándose de elegir aquellos que, aunque especiales, no le dolería tanto perder.

Con cada sueño recuperado, Clara sentía que su imaginación volvía a florecer y su creatividad se fortalecía. Estaba agradecida por la oportunidad de recuperar sus sueños y entendía la importancia de mantener un equilibrio entre recuerdos y sueños.

Al caer la noche, Clara se despidió de Gardian, agradeciéndole por su ayuda.

—Ha sido un placer, joven soñadora. Recuerda siempre valorar tanto tus sueños como tus recuerdos, pues ambos forman parte de quien eres —dijo Gardian con una sonrisa.

Clara asintió y comenzó a caminar de regreso al pueblo, llevando consigo los sueños recuperados y un corazón lleno de nuevas historias por contar. Al llegar a su casa, se sintió más completa y llena de energía creativa. Pasó las siguientes semanas escribiendo y dibujando todas las aventuras y maravillas que había soñado, compartiéndolas con sus amigos y familia, quienes se maravillaban con su imaginación renovada.

El tiempo pasó, y Clara creció, pero nunca olvidó su aventura en el Bosque de los Sueños Perdidos. Sabía que siempre podría regresar si alguna vez perdía otro sueño importante. Y más importante aún, entendió que los sueños y recuerdos son tesoros que deben ser cuidados y valorados por igual.

Así, Clara vivió una vida llena de aventuras, creatividad y amor, siempre recordando la lección aprendida en aquel bosque mágico. Sus historias inspiraron a muchos y se convirtieron en un faro de imaginación para quienes la escuchaban.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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