Cuentos de Aventura

Dona y Juli, Amigas para Siempre

Lectura para 4 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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Había una vez, en un pequeño y colorido vecindario, dos amigas inseparables llamadas Donatella y Julia. Donatella, a quien todos llamaban cariñosamente Dona, tenía el cabello rubio y rizado como el sol, y unos grandes ojos azules que brillaban como el cielo. Julia, a quien le decían Juli, tenía el cabello liso y castaño, y unos ojos marrones llenos de dulzura. Aunque eran diferentes en muchas cosas, compartían una amistad tan fuerte como un abrazo cálido en un día frío.

Dona y Juli iban juntas al mismo jardín de infantes, y todos los días eran una nueva aventura para ellas. Desde el momento en que se encontraban en la entrada del salón de clases, sus caras se iluminaban con grandes sonrisas. Siempre se sentaban juntas, y aunque las sillas eran pequeñas, parecía que había suficiente espacio para toda la felicidad que compartían.

A Dona y Juli les encantaba cantar. Sus voces llenaban el salón de clases cuando la maestra decía: «Es hora de cantar». Sus canciones favoritas eran aquellas que hablaban de animales y colores, y a veces, inventaban sus propias letras y melodías, lo que hacía reír a todos sus compañeros. Cantar las hacía sentir como si estuvieran en un escenario, y sus risas eran los aplausos más alegres.

Cuando llegaba la hora de hacer tareas, Dona y Juli trabajaban juntas como un equipo perfecto. A Dona le gustaba dibujar, así que se encargaba de colorear las tareas con sus crayones de colores brillantes, mientras Juli, que era muy buena para recordar historias, contaba lo que habían aprendido. Juntas, hacían que el trabajo fuera más divertido y siempre se ayudaban mutuamente cuando alguna de las dos necesitaba un poquito de ayuda.

El recreo era su momento favorito del día. Apenas sonaba la campana, las dos amigas corrían hacia el patio de juegos, donde el sol brillaba y las flores perfumaban el aire. Allí jugaban a las escondidas, se deslizaban por el tobogán y balanceaban sus pequeñas piernas en los columpios, sintiendo el viento en sus rostros mientras reían y reían. Una de sus actividades favoritas era imaginar que el patio de juegos era una selva llena de aventuras. Dona era la exploradora valiente, y Juli era la guía que conocía todos los secretos del lugar. Juntas, encontraban «tesoros» escondidos, como piedras brillantes o hojas con formas curiosas, que guardaban como si fueran los objetos más valiosos del mundo.

Cada día, antes de terminar el recreo, se sentaban juntas en un rincón del patio con sus meriendas. A Dona le gustaban las manzanas rojas y crujientes, mientras que Juli prefería los sándwiches de queso. A veces, intercambiaban sus meriendas, y mientras comían, hablaban sobre todo lo que habían hecho ese día y planeaban nuevas aventuras para el día siguiente.

Un día, mientras jugaban en el patio, vieron algo muy especial: una pequeña mariposa de colores brillantes volaba cerca de ellas. Sus alas eran azules, verdes y naranjas, y parecía que estaba danzando en el aire. Dona y Juli decidieron seguirla, riendo mientras corrían detrás de la mariposa. La mariposa las llevó a un rincón del patio donde nunca habían estado antes. Allí encontraron un pequeño jardín lleno de flores de todos los colores. Las flores eran tan bonitas que las niñas se quedaron admirándolas durante un rato, olvidando por completo la mariposa.

«Este será nuestro lugar secreto,» dijo Juli, mirando a su amiga con complicidad.

«Sí,» respondió Dona con una sonrisa. «Aquí podemos venir a jugar y a inventar nuevas aventuras.»

Desde ese día, Dona y Juli pasaron muchas tardes en su rincón secreto, jugando y contando historias. Era su lugar especial, donde podían ser todo lo que quisieran: princesas, exploradoras, cantantes o cualquier otra cosa que su imaginación les permitiera.

El tiempo pasó, y aunque crecieron y comenzaron a tener nuevas responsabilidades, nunca dejaron de ser amigas. La mariposa y el jardín secreto siempre estuvieron presentes en sus corazones como un recuerdo de su infancia, un tiempo en el que todo era posible porque estaban juntas.

Y así, Dona y Juli aprendieron que la verdadera amistad es un tesoro que se guarda para siempre. No importa cuántas aventuras vivieran o cuántos años pasaran, siempre serían amigas, riendo y cantando, como cuando eran pequeñas.

Así termina esta historia de dos amigas que, a través de juegos, canciones y meriendas, descubrieron que lo más importante en la vida es tener a alguien con quien compartir cada momento.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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