Cuentos de Aventura

El Cofre Mágico en el Jardín de la Abuela

Lectura para 6 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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Era un día soleado y cálido en el pequeño pueblo de La Colina. Juan, Ana, María y José decidieron aprovechar el hermoso clima para jugar en el jardín de la abuela Carmen. Este jardín era conocido en el vecindario por sus coloridas flores y sus grandes árboles que ofrecían una sombra fresca y agradable. La abuela Carmen siempre decía que su jardín tenía un toque mágico, pero los niños nunca le habían prestado demasiada atención a esa idea, hasta ese día.

Juan, el mayor de los cuatro, era un niño curioso y valiente. Ana, la hermana de Juan, tenía un corazón amable y siempre estaba sonriendo. María, la prima de ambos, era muy inteligente y siempre tenía ideas creativas para sus juegos. José, el amigo inseparable de Juan, era muy observador y detallista. Juntos formaban un grupo inseparable que disfrutaba explorando cada rincón del jardín de la abuela.

Ese día, mientras corrían y jugaban entre los árboles, José tropezó con algo duro enterrado bajo un arbusto de rosas. “¡Oigan, miren esto!” exclamó José, llamando la atención de los demás. Los cuatro amigos se reunieron rápidamente alrededor del arbusto, y Juan, con sus manos llenas de tierra, comenzó a cavar hasta que encontró un pequeño cofre de madera, viejo y polvoriento.

“¿Qué crees que habrá dentro?” preguntó Ana, con los ojos brillando de emoción. “¡Solo hay una manera de averiguarlo!” respondió María, siempre lista para una nueva aventura. Con un poco de esfuerzo, Juan logró abrir el cofre. Dentro había algo sorprendente: unas pequeñas semillas de flores, cada una envuelta en un papel de colores brillantes.

María, siempre atenta a los detalles, notó que cada semilla tenía una palabra escrita en el papel: “Amistad”, “Amor”, “Alegría” y “Aventura”. “¡Son semillas mágicas!” exclamó. “¡Plantémoslas y veamos qué sucede!”

Con gran entusiasmo, los niños cavaron pequeños agujeros en la tierra y plantaron las semillas, asegurándose de regarlas con cuidado. Apenas unos minutos después, algo increíble ocurrió. Las semillas comenzaron a brotar rápidamente y, ante sus asombrados ojos, crecieron hasta convertirse en hermosas flores de colores vibrantes.

Cada flor era única y parecía brillar con luz propia. La flor de la “Amistad” era de un color azul profundo y tenía un aroma que recordaba a los días felices. La flor del “Amor” era roja como un rubí y su fragancia era tan dulce como el cariño de una madre. La flor de la “Alegría” era amarilla como el sol y su perfume llenaba el aire de risas. La flor de la “Aventura” era verde esmeralda y desprendía un aroma fresco y excitante, como un bosque lleno de secretos.

Los niños estaban maravillados. “Esto es increíble,” dijo Juan, “Nunca había visto nada igual.” Ana, tomando la mano de sus amigos, sugirió: “Debemos hacer una promesa. Cuidaremos estas flores y recordaremos siempre este día mágico.”

Los cuatro amigos se tomaron de las manos y prometieron cuidar el jardín y mantener la magia viva. Desde ese día, cada vez que visitaban el jardín de la abuela, pasaban tiempo junto a sus flores mágicas, recordando lo afortunados que eran de tenerse unos a otros.

El tiempo pasó, y aunque los niños crecieron, nunca olvidaron el día en que encontraron el cofre mágico. La promesa que hicieron permaneció en sus corazones y los mantuvo unidos, sin importar las distancias o los cambios en sus vidas. Siempre que se sentían tristes o necesitaban un recordatorio de lo especial que era su amistad, volvían al jardín de la abuela y encontraban consuelo en las flores mágicas que ellos mismos habían plantado.

Y así, el jardín de la abuela Carmen siguió siendo un lugar lleno de magia y amor, donde las flores de la Amistad, el Amor, la Alegría y la Aventura florecían en todo su esplendor, recordándoles que, mientras se cuidaran unos a otros, la magia nunca desaparecería.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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