Había una vez, en un mercado muy colorido y lleno de vida, un amable trabajador llamado Trabajador Del Tuti. Todos en el mercado lo conocían porque siempre estaba sonriendo y ayudando a los demás. Llevaba un uniforme sencillo y su alegría contagiaba a todos los que pasaban por su puesto.
Un día, mientras Trabajador Del Tuti organizaba sus productos, notó algo muy curioso. Había unos pequeños fantasmitas flotando por el mercado. Pero estos fantasmitas no eran nada aterradores, más bien, eran juguetones y divertidos. A Trabajador Del Tuti le sorprendió mucho verlos, pero pronto se dio cuenta de que solo querían jugar.
—¡Hola, fantasmitas! —dijo Trabajador Del Tuti con una gran sonrisa—. ¿Quieren jugar conmigo?
Los fantasmitas, al ver que Trabajador Del Tuti no tenía miedo, se acercaron volando alegremente. Había un fantasmitas de color azul, uno verde, otro amarillo y uno rosado. Cada uno tenía una carita feliz y hacían sonidos divertidos cuando se movían.
Trabajador Del Tuti decidió que iba a hacer de ese día un día muy especial. Tomó unas canastas y les enseñó a los fantasmitas cómo jugar a recoger frutas. Los fantasmitas se emocionaron mucho y comenzaron a recoger manzanas, peras y naranjas, volando de un lado a otro.
—¡Muy bien, fantasmitas! —exclamó Trabajador Del Tuti—. ¡Lo están haciendo genial!
Mientras jugaban, los demás trabajadores del mercado y los clientes comenzaron a notar la presencia de los fantasmitas. Al principio, se sorprendieron, pero al ver lo felices que estaban y lo mucho que se divertían con Trabajador Del Tuti, todos se relajaron y comenzaron a disfrutar del espectáculo.
—¡Miren a esos fantasmitas! —dijo una señora mientras compraba verduras—. ¡Qué adorables!
—¡Sí! —respondió un niño pequeño—. ¡Quiero jugar con ellos también!
Los fantasmitas, al ver que más personas querían unirse a la diversión, comenzaron a hacer más trucos y juegos. Hacían piruetas en el aire, se escondían detrás de las frutas y aparecían de repente, haciendo reír a todos.
Trabajador Del Tuti decidió organizar una carrera de fantasmitas. Colocó unas cintas de colores en el suelo para marcar la pista y les explicó a los fantasmitas cómo debían volar de un lado a otro. Los fantasmitas estaban muy emocionados y comenzaron a prepararse para la carrera.
—¡A la cuenta de tres! —dijo Trabajador Del Tuti—. ¡Uno, dos, tres!
Los fantasmitas salieron volando rápidamente, cada uno con su color brillante, y todos los presentes animaban y aplaudían. Fue una carrera muy emocionante y, al final, todos los fantasmitas llegaron al mismo tiempo, riendo y haciendo sonidos felices.
—¡Todos son ganadores! —dijo Trabajador Del Tuti—. ¡Lo hicieron muy bien!
Los fantasmitas se sintieron muy contentos con los aplausos y las sonrisas de todos. Trabajador Del Tuti les dio unas pequeñas medallas hechas de flores y los fantasmitas las aceptaron con mucho orgullo.
Después de la carrera, Trabajador Del Tuti tuvo una idea genial. Pensó que sería maravilloso si los fantasmitas pudieran ayudar en el mercado todos los días. Así, no solo se divertirían, sino que también harían del mercado un lugar aún más especial.
—¿Qué opinan, fantasmitas? —preguntó Trabajador Del Tuti—. ¿Les gustaría quedarse y ayudar en el mercado?
Los fantasmitas se miraron entre ellos y luego asintieron alegremente. Estaban muy felices de tener un nuevo hogar y amigos con quienes jugar.
A partir de ese día, los fantasmitas se convirtieron en los ayudantes más especiales del mercado. Ayudaban a los trabajadores a organizar los productos, jugaban con los niños que visitaban el mercado y siempre hacían sonreír a todos con sus travesuras.
El mercado se volvió aún más popular gracias a los fantasmitas juguetones. Personas de otros pueblos venían a visitar y a disfrutar de la compañía de los pequeños fantasmas. Trabajador Del Tuti estaba muy feliz de ver cómo su mercado se llenaba de vida y alegría todos los días.
Un día, mientras Trabajador Del Tuti y los fantasmitas jugaban a las escondidas, un niño pequeño llamado Tomás se acercó y preguntó:
—Trabajador Del Tuti, ¿de dónde vienen estos fantasmitas tan divertidos?
Trabajador Del Tuti sonrió y respondió:
—Los fantasmitas vinieron a nuestro mercado porque querían jugar y hacer amigos. Ahora son parte de nuestra familia y nos ayudan a mantener este lugar lleno de alegría.
Tomás sonrió y se unió al juego, buscando a los fantasmitas que se escondían detrás de los puestos. Los fantasmitas, con sus risas y travesuras, hicieron de ese día uno muy especial para Tomás y para todos los presentes.
Y así, cada día en el mercado de Trabajador Del Tuti era una nueva aventura llena de risas, juegos y amistad. Los fantasmitas juguetones se convirtieron en el corazón del mercado, recordando a todos la importancia de la alegría y la colaboración.
Trabajador Del Tuti y sus amigos fantasmitas vivieron felices, creando recuerdos inolvidables y enseñando a todos que, con una sonrisa y un poco de magia, cualquier lugar puede convertirse en un mundo maravilloso.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.